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Los diablos azules

Los muchos Eliot

El escritor T. S. Eliot, fotografiado en 1923 por Lady Ottoline Morrell.

José Luis Rey

El poeta cordobés José Luis Rey ha traducido y preparado una edición monumental de la poesía de Eliot para la editorial Visor. Publicamos la presentación de su trabajo. José Luis Reyuna edición monumentalEliot

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Esta edición de las Poesías completas de T. S. Eliot en dos volúmenes se basa en la canónica y definitiva edición inglesa de The poems of T. S. Eliot (Londes, Faber y Faber, 2015), cuyos editores son Christopher Ricks y Jim McCue. Ambos editores han establecido el canon definitivo de la poesía eliotiana, por lo que ésta ha de considerarse la edición más completa y definitiva de la misma en español. Junto a la obra conocida hasta ahora, Ricks y McCue rescatan muchísimo material inédito, que el lector encontrará traducido aquí. El primer volumen reúne la poesía completa hasta ahora, tal y como Eliot la dejó fijada, más un gran número de poemas sueltos. Solo aquí conocerá el lector español la diversidad, inédita hasta el momento, del gran poeta angloamericano. 

T. S. Eliot (1888-1965) nació en Saint Louis, en el Estado de Missouri. Ingresó en Harvard en 1906 y allí fue discípulo de Irving Babbitt. Allí también recibió la influencia del antirromanticismo entonces en boga en Harvard, como de la filosofía de Santayana, y se unió al entusiasmo de ciertos círculos de la universidad por la poesía isabelina, el Renacimiento italiano y la filosofía mística india. Escribió un largo trabajo de licenciatura sobre el filósofo F. H. Bradley, cuyo énfasis en la naturaleza privada de la experiencia individual tuvo considerable peso en la imaginería eliotiana. Más tarde, el poeta estudió literatura y filosofía en Francia y Alemania, antes de acabar en Inglaterra al inicio de la Primera Guerra Mundial. Estudió en Oxford filosofía griega, enseñó en una escuela de Londres y obtuvo un puesto en la Banca Lloyd's. En 1915 se casó con la escritora inglesa Vivienne Haigh-Wood, matrimonio abocado a un fracaso que se reflejaría, por ejemplo, en La tierra baldía, su célebre libro de 1922. Tras una estancia en un sanatorio suizo, Eliot regresa a Inglaterra, no sin antes detenerse en  París el tiempo suficiente para entregar a Ezra Pound el manuscrito de La tierra baldía. Pound haría una lectura y una corrección esenciales para el resultado final del libro, ganándose el título del mejor artesano (precisamente, una de las novedades de esta edición es mostrar el original de The waste land anterior a las correcciones de Pound). Eliot abandona a su mujer en 1933, la cual es recluida en un sanatorio mental donde moriría en 1947. Diez años después se volvió a casar y esta vez podemos decir que su matrimonio sí fue feliz.

 

La producción pública de Eliot se inicia con reseñas literarias y filosóficas que publicaba en revistas como Athenaeum  o el suplemento literario del Times. También fue editor de la prestigiosa revista Egoist entre 1917 y 1919. En 1922 fundó la influyente Criterion. Sus primeras obras poéticas aparecen en 1915, cuando la revista de Chicago Poetry publica La canción de amor de J. Alfred Prufrock. Precisamente sería éste, junto a otros poemas, el material de su primer libro, Prufrock y otras observaciones, aparecido en 1917, al que siguen nuevas colecciones en 1919 y 1920. Al fin, en 1922 aparece La tierra baldía, libro que iba a revolucionar la poesía inglesa de su época, justo el mismo año en que también se publican Ulises de Joyce, el Tractatus de Wittgenstein y, en nuestro ámbito, Trilce, de César Vallejo. En 1925 entra a trabajar en la editorial Faber, de la cual llegaría a ser director. En 1927 se nacionaliza británico y se une a la Iglesia de Inglaterra. 

En un ensayo sobre Los poetas metafísicos, de 1921, señaló cómo el poeta ha de ser un ente "abarcador, alusivo, indirecto, para forzar, dislocándolo si es preciso, el lenguaje hasta su significado". Frente a los poetas georgianos, activos cuando él se asienta en Londres, propuso una renovación poética que huyera de modelos exhaustos y sin originalidad. Su poesía quería, y logró, ser más sutil, más sugerente, más precisa al cabo. Había aprendido del imaginismo la necesidad de usar imágenes precisas y, de T. E. Hulme y Pound, había aprendido asimismo a que importara más el poema que la personalidad del poeta. Pero también buscaba el ingenio, la alusión, la ironía. Los poetas metafísicos ingleses lo confirmaron en este camino; en ellos había visto que era posible unir ingenio y pasión. Del simbolismo francés, espcialmente de Laforgue, tomó la imagen sugerente, capaz de ser al mismo tiempo precisa y sugestiva, y de interrelacionarse con las otras imágenes del poema. Logró así una combinación de precisión, sugerencia simbólica e ironía absolutamente moderna, en la línea del ya citado Laforgue, Rimbaud o Mallarmé. Pese a su rechazo de Shelley y el Romanticismo en general, no es posible negar del todo cierto aspecto romántico de Eliot: su interés por la evocación y la sugerstión, patente en imágenes como las que aluden a "la chica de los jacintos" o "el jardín de rosas", podría calificarse como romántica. Pero es cierto que la modernidad de Eliot procede más de los autores antes mencionados, especialmente de los simbolistas franceses. 

La novedad que supuso la primera producción poética residía en la supresión de todos los elementos lógicos y conectivos, la primacía de la superposición de imágenes antes que de un sentido específico y, por supuesto, sus referencias tangenciales a obras señeras de la literatura universal, muy especialmente la Divina comedia de Dante. Así, según M. H. Abrams, La tierra baldía constituye una serie de escenas e imágenes  donde no interviene la voz del autor, pero cuyas implicaciones y resoluciones se desarrollan mediante numerosos contrastes y analogías, sumados a incógnitas citas literarias. En esta obra ya clásica Eliot reflejó mediante un montaje absolutamente novedoso la decadencia de su época y la exhausta situación moral de Europa, abriendo el camino al futuro existencialismo. 

De hecho, la primera poesía de Eliot gira siempre en torno a La tierra baldía. Su conversión al anglicanismo le haría dar un giro hacia la búsqueda espiritual en su obra, surgiendo entonces el tópico de los dos Eliot: el innovador y vanguardista de La tierra baldía y el conservador y clasicista de los Cuatro cuartetos. Ahora, el nuevo Eliot se interesa por las cuestiones religiosas y sus derivados, como la relación entre tiempo y eternidad, tan presente en los Cuartetos, esperando el momento de la epifanía y la revelación en medio del transcurrir del tiempo humano. Ahora el lenguaje de Eliot se amansa, y si bien sigue siendo alusivo y sugerente reduce sus elementos chocantes, propios de la etapa anterior. 

T. S. Eliot obtuvo el Premio Nobel en 1948, estableciéndose ya para siempre como una figura central del canon poético en lengua inglesa. Esta edición definitiva de su poesía completa mostrará al lector que hay, en efecto, más de un poeta en él. Hay que destacar, en los poemas sueltos e inéditos hasta hoy, el humor y la precisa visión poética del mundo, un mundo poblado por gastos, seres humanos desesperanzados y paisajes urbanos heredados de Baudelaire y que él ayudó a fijar como ámbito propio de la poesía del siglo XX. Tiene el lector en sus manos, ahora por primera vez en español, el mundo completo T. S. Eliot. Quiero dedicar esta traducción, como ya hice con mi versión de las Poesías completas de Emily Dickinson, a mi madre, Rosario Cano, que me enseñó inglés cuando yo era niño. 

 

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