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Los libros

Cavar hacia el interior

Autorretrato a lo lejos, de Lorenzo Plana.

Mònica Vidiella

Autorretrato a lo lejosLorenzo PlanaPre-TextosValencia2017Autorretrato a lo lejos

 

La meditación sobre el paso del tiempo es una constante en la poesía de Lorenzo Plana (Lérida, 1965). Autor de cuatro libros de poemas —La historia de Silly Boy (Dama Ginebra, 1991), Ancla (Pre-Textos, 1995), Extraño (Pre-Textos, 2000), La lenta construcción de la palabra (DVD Ediciones, 2004, XX Premio de Poesía Ciudad de Burgos) y Desorden del amanecer (Pre-Textos, 2008)—, en su último poemario Autorretrato a lo lejos publicado por Pre-Textos, sus versos siguen indagando, a través de una equilibrada mezcla de esencialidad y abstracción, en ese deslizarse inexorable de los años. “No es como entonces,/un obús de voz triste/podía demoler la tarde./ Hoy junto la leyenda con la crueldad de aquel pasado./ Aún pienso en tus cabellos./ Ojalá hubiese otra juventud”. 

Lorenzo Plana, que entiende la poesía como un género introspectivo —“no hay un arma más efectiva a la hora de cavar hacia el interior”—, nos sumerge de nuevo en Autorretrato a lo lejos en esa reflexión sobre el tiempo, y adquiere aquí un papel fundamental la pérdida del paraíso de la infancia: “Y entonces la primera lagartija/observando mi mano,/ calculando el sentir de mi pericia. (…) Quiero ofrecerte todo lo que me dio la infancia./ Aquella pálida manera de convertirme en alguien muy conciso”. En esa meditación, también la muerte, que con el paso de los años va adquiriendo cuerpo, atraviesa los poemas: “Tu círculo del vientre, la delgadez exacta que regalabas, aquel ejemplo de equilibrio de unos huesos ajenos a la muerte. Ahora ya sabemos que vamos a morir”. Su hallazgo, nos sitúa de nuevo en la inclemencia, nos arrastra hacia la soledad, otro de los temas que recorren el poemario: “Deja que todo pase, ve perdiéndote tú también a lo lejos./ No curará la muerte nada./ El mundo seguirá sólo en tu corazón”.

Aunando lo real y lo onírico, la cotidianidad y lo trascendente, buceando en el constante descubrimiento de la incertidumbre, el poeta nos ofrece una búsqueda en la que la palabra se erige como un refugio en el que confiar: “Despierto en el sofá/y escribo en mi cuaderno: “Soy feliz”./El universo es comprensible allá en el lenguaje”. Nos advierte también, de que “el lenguaje agrieta luces”, de que “una cerilla prende la verdad y ser feliz no admite luz”. En esta dicotomía claridad/conocimiento que nos remite a Claudio Rodríguez, la palabra apela a nuestra conciencia y ser consciente duele. “Si empecé a escribir los poemas fue para que estos dejaran de/existir./ Yo buscaba borrar la luz”. Esta realidad nos deja en una constante contradicción. “La verdad es dolor y ausentarse/ de tal dolor maldito”.  

La poesía fragmentaria y elíptica de Lorenzo Plana, metafísica en esa  mezcla de  lo racional y lo irracional, cuyo destello nos alcanza en algunas de sus sorprendentes imágenes,  nos sitúa en lo paradójico de una época convulsa, otra de las constantes de la obra de Plana y que hallamos en Autorretrato a lo lejos: “Pasan las décadas/ Todo un gran universo y esta espera del daño./ Y nada quema tanto como nuestra felicidad./ Una muchacha hermosa: eso es la muerte”.

Sin embargo, la poesía de Plana, en ciertas ocasiones vinculada a la magia, como señaló Antonio Jiménez Millán en su libro Poesía hispánica peninsular(1980-2005) con su capacidad intuitiva nos sigue ofreciendo una posibilidad de descubrimiento. “En mi desorden y en mi soledad que mis poemas lleguen a su magia”. Porque “abrir/ desatar el poema hacia lo fascinante,/ tiene forma de cúpula rosácea, de una frambuesa incauta,/tiene aspecto decisivo”.

En este poemario, que aparece tras casi una década de silencio, parte Lorenzo Plana de una indagación reflexiva de la intimidad, como ya nos anuncia el título escogido y la cita de W. B. Yeats que abre el libro: “desde dentro,/ desde la claridad”. Es un autorretrato, pero es, sin embargo, un autorretrato a lo lejos, con la voluntad de “cavar hacia el interior” y trascender y acercarse a lo existencial. Para ello la poesía es el arma más efectiva.

*Mònica Vidiella es profesora de Literatura. Mònica Vidiella

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