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En el buen sentido de la palabra, bueno

Poética machadiana en tiempos convulsos. Antonio Machado durante la República y la Guerra Civil, de Francisco Morales Lomas.

Juan José Téllez

Poética machadiana en tiempos convulsos. Antonio Machado durante la República y la Guerra CivilFrancisco Morales LomasEditorial ComaresGranada2017Poética machadiana en tiempos convulsos. Antonio Machado durante la República y la Guerra Civil

Era, como quiso, un hombre bueno, en el mejor sentido de la palabra bueno. La presencia de Antonio Machado y de su célebre fotografía con mascota ilustró como un póster intelectual la adolescencia de Francisco Morales Lomas, quien confiesa que en su mesilla de noche juvenil convivían sus Poesías completas con las Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Ahí sin duda, en esa memoria con acné hay que rastrear el origen de la pesquisa que ha emprendido y que corona con el ensayo que hoy presentamos, Poética machadiana en tiempos convulsos. Antonio Machado durante la República y la Guerra Civil. A la hora de analizar ese corpus teórico y lírico del poeta andaluz, Francisco Morales Lomas se centra en un periodo ya consolidado de su obra y, sobre todo, en el de mayor compromiso del escritor sevillano: la etapa que sucede a su traslado desde Segovia, donde compartía tertulia con don Blas Zambrano, el padre de nuestra María filósofa, al Madrid convulso del delenda est monarchia en donde, al calor de los acontecimientos políticos que siguen al izado de la bandera republicana que él mismo llevara a cabo, se suscita un claro enfrentamiento entre dos teorías del mundo y del tiempo, la suya, la razón poética, frente a la razón histórica de José Ortega y Gasset.

En este estudio, publicado por la editorial granadina Comares, que ya nos regaló una valiosa reflexión sobre la novela negra y la novela policial bajo el título de El signo de los cuatro, de Manuel Valle, se recoge buena parte de la peripecia biográfica de Antonio Machado, desde las tertulias madrileñas a su fin de guerra en Barcelona, pero sobre todo supone un rastreo documental heterodoxo y cargado de rigor, en el que Morales Lomas destapa “su compromiso con la poesía, con el humanismo, con una historia de valores y principios que siempre adujo y, de modo extraordinario, estuvo presente en sus escritos de estos años de la República cuando percibía que todo en el país se iba desmoronando, casi al mismo tiempo que se desmoronaba su salud, a pesar de estar en una de las épocas de amor más extraordinarias de su vida con la presencia omnímoda de la escritora Pilar de Valderrama”.

Morales Lomas (Jaén, 1957) ha publicado más de 40 obras de narrativa, poesía, teatro, artículos periodísticos y ensayo. Nació en Campillo de Arenas (Jaén) el 26 de julio de 1957, aunque ha vivido en Granada, Barcelona y Málaga, esta última ciudad donde reside. Lleva 12 años como presidente de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios de Andalucía. Es catedrático de Lengua Castellana y Literatura y doctor en Filología Hispánica. Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, ejerce de profesor de la Universidad de Málaga. Es columnista de opinión en diversos medios y críticos literario en periódicos y revistas especializadas.

Con esta obra, Morales Lomas nos regala una visón poliédrica de Antonio Machado y su entorno, incluyendo a sus hermanos menos conocidos y no sólo a Manuel quien, como dato curioso que él mismo aporta, se posicionaría en la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, cuyos pasos en tal sentido no seguiría su hermano Antonio que prefería considerarse como un republicano platónico, aunque terminara planteándose si su pluma valdría tanto como la pistola de Enrique Líster.

A lo largo del libro, Morales Lomas viaja desde el nombramiento de Antonio como hijo adoptivo de Soria, al Instituto Calderón de la Barca, las Misiones Pedagógicas, la muerte de Abel Martín, el bienio negro, la escalofriante y metafórica tierra de Alvargonzález, Juan de Mairena como prosista avezado de la realidad en el annus horribilis de 1934, su cátedra en el Instituto Cervantes, su adhesión al comité mundial de escritores por la defensa de la Cultura, la guerra, el éxodo hacia Valencia, la idealización del pueblo, la figura de Guiomar a través de sus encuentros, la Barcelona de sus artículos en La Vanguardia o su relación con la generación del 27, desde el joven músico y pintor Federico García Lorca en Baeza, a José Moreno Villa y sus reflexiones sobre la lírica.

El libro incorpora un texto anterior a la Segunda República, tan interesante como sus reflexiones políticas o las de Juan de Mairena. Se trata de un discurso que nunca pudo leer, el de ingreso en la Real Academia Española, para la que fue elegido a 23 de marzo de 1927 y cuyo sillón no ocupó jamás. Morales Lomas nos hace saber que, en dicho texto, “nos dice que no se consideraba con dotes para ser académico, pues no es ni humanista, ni filólogo, ni erudito, anda 'flojo en latín', estudió griego con tardío aprovechamiento y, aunque ha leído mucho, su memoria es frágil. Más que literatura estudió filosofía y con excepción de algunos poetas 'las bellas letras no [le] apasionaron". Un ser extraño sin duda para su época. Un poeta al que no le apasiona la literatura.

Aquí y ahora debo recordar una anécdota reciente: hace unos meses, el taxista que me llevaba a la estación María Zambrano llevaba en la radio el programa El ojo crítico de Radio Nacional de España, en el que estaban hablando de la generación del 27. Le pregunté si le gustaba ese programa tanto como a mí, pero respondió que llevaba puesta Radio 3 porque le gustaba mucho –también como a mí— su programa de jazz. Sin embargo, quizá por simpatía, me preguntó:

—¿Esa señora también era del 27?

—¿Quién?

—María Zambrano.

—Sí —repuse.

—¿Y usted conoce a Henri Bergson?

—¿El filósofo francés? —respondí extrañado— Claro que sí. Antonio Machado asistió a algunas de sus clases en París  y siempre le admiró mucho.

—Yo es que no me separo de esto —y me mostró un ejemplar de las Poesías completas que viajaban en su guantera—. No hay mucha gente de mi gremio que sepa quién era Henri Bergson.

—Ni en el mío, tampoco. Y, en general –concluí—, todavía habrá quien piense que Antonio Machado era un letrista de Serrat.

Esta obra de Francisco Morales Lomas lo humaniza mucho más, porque lo politiza al mismo tiempo. Y lo convierte definitivamente en un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno.

*Juan José Téllez es escritor y director del Centro Andaluz de las Letras. Su último libro, Juan José TéllezMaría Zambrano, razón de vida (publicado en Cuba en 2016). 

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