Club de lectura

Pastas y libros en el Británico

Un libro en papel.

Laura Hernández

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a losdiablosazules@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.

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Aquí están, reunidos una vez al mes estudiantes desde tercero de la ESO hasta segundo de bachillerato, con dos profesoras y la bibliotecaria, comiendo pastas, ya sea en el aula de latín o la terracita de la biblioteca, si hace bueno; este es el club de lectura del Británico (British Council School desde hace unos años, pero no nos acostumbramos), en Madrid. Son gente de todo tipo, con gustos literarios muy diversos, desde los fanáticos de los zombis y novelas de ciencia ficción, pasando por los que viven por el humor de Mendoza o el arte de Oscar Wilde, culminando en los amantes del Madrid de Galdós. Pero ellos se reúnen, discuten por defender su interpretación de los textos literarios, ya sean obras trágicas como Antígona o versos de Miguel Hernández, como si les fuera la vida en ello. Suelen surgir conversaciones acerca de los libros de la niñez, aquellos que les incitaron a leer y que siempre recuerdan con una sonrisa, felices de encontrar entre este grupo tan peculiar a otros para los que leer aquellos libros también supuso una aventura. Es un club de lectura informal, aquí todo el mundo puede opinar, le haya dado tiempo a leerse el libro o no (los exámenes suelen ser el principal impedimento), y a pesar de durar apenas unos 45 minutos, son momentos que parecen perdurar en el tiempo.

Si alguien hubiese pasado cerca de la puerta el pasado 16 de abril, habría oído voces que se quitaban o daban la razón acerca de los personajes de Pedro Polo, Amparo y Agustín Caballero, protagonistas del Tormento de Galdós. A pesar de que no muchos habían llegado a completar la lectura de la novela, el club parecía dividirse en los defensores de Agustín y los de Polo, la España tradicional y la moderna,  a la que todavía no sabemos si hemos llegado. Como siempre suele ocurrir, se establecen comparaciones con otros libros ya leídos por el club, haciendo referencia a los barrios del Londres del siglo XIX por los que deambulaba Dorian Gray, que tanto parecían haber perturbado a los de tercero. Aquellos que estudiaron Literatura Universal el año pasado sacaron a relucir el paralelismo que se establece entre el final de esta novela y el Madame Bovary de Flaubert, orgullosos de haber sido capaces de identificar la presencia de la intertextualidad. Otros optan por su conocimiento de la Revolución de la Gloriosa, ese que han aprendido para los exámenes de Historia de España pero sin los cuales se perdería algo de lo que supone la novela.

Nadie sabe muy bien cómo ni por qué, pero de repente suena el timbre, aquella campana que les devuelve a la realidad del día a día en el colegio, no sin antes votar por la lectura de los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca para la próxima reunión. Ésta será quizás la última lectura para los alumnos de segundo, será una reunión especial, pues, para todos, estas sesiones suponen un encuentro de supuesta intelectualidad pero sobre todo, el placer de compartir la pasión de leer.

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