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En menos de 500 palabras: 'Gracias, distancia'

Gracias, distancia, de Antonio Cabrera.

Gracias, distanciaAntonio CabreraCuadernos del VigíaGranada2018Gracias, distancia

 

De los aforismos de un poeta cabe esperar que expresen su pensamiento poético. Estos de Antonio Cabrera (Cádiz, 1958), desde luego, cubren sobradamente esta expectativa, a pesar de que sólo una pequeña parte de los mismos, los que componen la sección titulada “Poética”, se refieren a la poesía en general, y a despecho de que otra de las secciones del libro que nos ocupa, la titulada “Desde César Simón”, asuma explícitamente la posición de otro poeta admirado y se apoye en su simbología y su mirada específicas.

Por supuesto, los aforismos de Antonio Cabrera tienen valor por sí mismos y no requieren de una lectura previa de su poesía o la de otros para ser apreciados. “Filosofamos porque miramos”, afirma el poeta; para añadir un poco más adelante, a modo de reverso: “Me aburre la fantasía”. La realidad observada, en efecto, se postula como fundamento y principio de la mirada filosófica y poética de Cabrera. Entre ambas, filosofía y poesía, apenas hay una diferencia de matiz: “El poeta no fracasa aunque su poesía no se comprenda en buena parte. Tal vez al filósofo le sucede lo mismo, pero sin que él lo pretenda”. Por medio anda la razón: insuficiente, quizá, pero necesaria; y, desde luego, en absoluto prescindible, porque, si algo dejan claro estos aforismos, es su apuesta por una especie de vía intermedia entre el racionalismo obtuso y el mero irracionalismo. El poeta-aforista se sitúa ante lo cotidiano –ante los paisajes elementales de la poesía de César Simón, por ejemplo: la luz proyectada en una pared– y procede al esclarecedor ejercicio de delimitar el tercer elemento interpuesto, llámese “distancia”, “atmósfera” o “espacio”, de cara a establecer la radical diferencia existente entre sujeto y objeto y prevenir el error de apreciación, frecuente tanto en la poesía como en la filosofía, que supone confundirlos o considerarlos una misma cosa. “En lo visto al pasar hay pruebas de que la realidad no nos necesita”, afirma. Pero, por ello mismo, esa realidad ajena, indiferente, autosuficiente se convierte en enigma y se erige en objeto de una especie de objetivismo místico, que pone a sujeto y objeto en su lugar pero que, a la vez, establece entre ambos una especie de lazo religioso: “Alabar es poner en la luz”, remacha Cabrera.

En 500 palabras: 'Extravagante jerarquía'

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No es extraño, por tanto, que esta colección de aforismos termine en una especie de tratado mínimo sobre la pintura, en el que el poeta entabla diálogo con diversos lugares comunes –o no tan comunes– en torno a ese arte y, de nuevo, se reafirma en la posición que ya había definido en las secciones preliminares: la esencial diferencia entre quien mira y lo mirado, la constatación de una “distancia” interpuesta, la necesidad de la razón incluso cuando ésta no puede hacer otra cosa que constatar su impotencia. “«Hazme callar» termina pidiéndole la mente al ojo”. Y no sabemos quién ha derrotado a quién: si el ojo a quien se le rinde o la mente a quien acata su mandato. ______

José Manuel Benítez Ariza es escritor. Sus últimos libros son Arabesco (poesía, Pre-Textos) y Trilogía de la Transición (novela, Dalya), ambos de 2018.

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