Los libros

Escritor cubano que vive en Cuba

Portada de 'Agua por todas partes', de Leonardo Padura.

Agua por todas partesLeonardo PaduraTusquetsBarcelona2019Agua por todas partes

 

He oído y he leído de Leonardo Padura muchas veces esta frase de don Miguel de Unamuno: “Hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local, y en lo circunscrito y limitado, lo eterno”. Sabía a qué se refería este escritor que vive y escribe en La Habana, pero ahora lo sé exactamente.

En Agua por todas partes, Leonardo Padura nos habla del sentimiento de pertenencia a un barrio, Mantilla; a una ciudad, La Habana; y a un país, Cuba. “Soy porque pertenezco”, nos dice quien encontró ese sentido de pertenencia a través del estudio del Inca Garcilaso de la Vega o de la mano de Alejo Carpentier. Y además de Padura también sus personajes son cubanos: “Son habaneros. Algunos, aunque no lo confiesen, son en realidad mantilleros.  Y casi siempre son gente aferrada a su origen, a su circunstancia, a su tiempo, a su ciudad”.

Como vemos, este libro, que está armado con la precisa selección de textos que de los escritos de Padura realiza Lucía López Coll —una mujer a la que admiro muchísimo—, va a ser un homenaje de ambos a la ciudad donde viven, donde escriben, donde trabajan y adonde pertenecen por voluntad propia aunque “internet vaya a pedales” o “sea difícil tomar naranjas”. Lo que hay se les convierte en imprescindible al corazón que siente y a los pies que pasean. A los ojos que miran las mismas calles y las mismas gentes desde siempre.

La vida de Leonardo Padura se mueve en lo que él llama “la divina trinidad”: ser cubano, ser escritor cubano y ser un escritor cubano que vive en Cuba. Estos tres pilares no solo dan significado a una existencia sino también a un oficio. Porque además de ese sentido de la pertenencia que nos obliga a cada uno a preguntarnos de dónde somos, a qué lugar deseamos siempre regresar cuando vivimos alejados de la familia y de los primeros amigos, también aluden a la elección de Padura de ser escritor. Y a esta opción, a ser escritor, dedica gran parte de este maravilloso libro que rastrea los nombres más importantes de la historia de la literatura cubana. El homenaje es hermoso y explícito: José María Heredia, Virgilio Piñera, de quien agarra el título para esta obra que nos ocupa: “La maldita circunstancia del agua por todas partes”. José Martí, Julián del Casal, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, Eliseo Diego

Y de todas las preguntas que se nos plantean, una de ellas alcanza mayor relevancia que las otras: “Para qué escribir”. Iluminado por la frase de Unamuno con la que comenzábamos sabemos que Padura conoce, respeta y defiende la pretensión universal de la que nace la literatura. Y a esta condición añade y ha añadido en toda su obra un reflejo particular que recorre “su” momento histórico con una responsabilidad civil que, creo, espera de los demás colegas de oficio. Por supuesto, no podemos olvidar aderezar esta receta con un ingrediente más que necesario: el placer estético inherente a toda obra literaria. Esta reflexión a modo de confesión personal (incluyendo en el término personal las decisiones en su oficio de escritor) se convierte en estas páginas en un diario cómplice con el que se habla a sí mismo y al lector.

También muy importante es la lectura del alma de los personajes de Padura. Encontrarme de nuevo con Ramón Mercader, con Caridad del Río, con Daniel Kaminsky, con Mario Conde y con su tropa, fuera ahora de “su historia”, alejados de la trama que les dio vida y recreados nuevamente para nosotros en la generosa tarea de explicarnos las grandes cuestiones que nos regala el autor: ¿por qué y para qué se escribe una novela?, ¿de dónde surge?, ¿con qué intención?, ¿qué es la literatura?

La Habana-Miami

La Habana-Miami

Más que un ensayo o una colección de reflexiones acerca de la novela, estas páginas son también un homenaje a Cuba, a La Habana, ese personaje que siempre brilla en las novelas de Padura, que resulta imprescindible. Un homenaje a la realidad como material de la novela.  Y un homenaje a quien pensamos que herejía es sinónimo —en ese momento, en ese momento justo y en ese lugar, en esa circunstancia— de libertad. _____

Sonia Asensio es profesora de Literatura.

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