Los diablos azules

La risa amarga de Lorrie Moore

La escritora estadounidense Lorrie Moore.

Lorrie Moore (Glens Falls, Nueva York, 1957) es una persona reservada, a su manera. No concede demasiadas entrevistas y, cuando puede, prefiere hacerlo vía e-mail. Abandonó el Nueva York de su juventud para trasladarse primero a Madison, Wisconsin, y luego a Nashville, Tennessee, algo que, a juzgar por la insistencia de críticos y periodistas, resulta toda una rareza en los círculos literarios estadounidenses. Si se observan sus intervenciones públicas —firma a menudo en prensa, por ejemplo— se percibe cierto entrenamiento para hablar de su infancia, del descubrimiento de su vocación o de su vida adulta de forma franca, pero tratando de dejar fuera ciertos detalles clave. Distancia. En muchas ocasiones, distancia cómica. La misma que aplica a sus personajes. 

Al poco de la publicación de "Gente así es la única que hay por aquí", quizás su relato más conocido dentro de su libro más conocido, Pájaros de América (1998), se le ocurrió confesar, quizás ingenuamente, que el cuento tenía ciertos elementos autobiográficos. Y el cuento hablaba de un bebé que sufría cáncer y de los desesperados intentos de la madre y el padre por hacer frente al sufrimiento. En la ronda promocional del libro, los periodistas preguntaban una y otra vez por esa base autobiográfica del relato. Decidió que nunca más y así, por ejemplo, sortea las preguntas sobre el amor que le llevó a Wisconsin y el divorcio que terminó rompiéndolo. 

Y, en un mundo editorial que premia al autor o autora capaz de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, que se apoya con frecuencia en la presencia en medios y en redes sociales para asegurar las ventas y que no duda en usar la biografía como atracción, es una rareza. Lo es más si se tiene en cuenta que Lorrie Moore es una de las escritoras estadounidenses más valoradas y una de las autoras de relatos más relevantes de todo el mundo. Por primera vez en castellano, Seix Barral ha recopilado todos sus relatos en un solo volumen de Cuentos completos, compuesto por cuatro libros: Autoayuda, Como la vida misma, Pájaros de América y Gracias por la compañía. El libro no contiene nuevas traducciones, sino que recupera las ya editadas, pero tiene, en su aspecto, cierta voluntad canónica: 950 páginas, tapas duras, diseño tipográfico. Una voluntad de la que la propia Moore huyó en su edición en inglés. En sus Collected stories, los cuentos están ordenados alfabeticamente, por el título, no cronológicamente. Ella ha explicado que su voluntad era evitar la comparación lineal de su obra. Pero lo cierto es que parece un chiste o, al menos (para los que no le vean la gracia), un gesto de clara irreverencia. 

En la versión española no se le ha permitido la broma. Empezamos con Autoayuda, su primer libro, publicado en 1985, a los 28 años. Los nueve cuentos que recoge componían su trabajo de fin de máster en escritura creativa, que acabó comprando la prestigiosa editorial Knopf, un libro que la catapultó directa a la lista de escritoras respetables. El volumen está construido en torno a la segunda persona, como si se tratara de instrucciones para el lector. De hecho, algunos títulos lo dicen claramente: "Cómo hablar a tu madre (Notas)". Pero el libro se inicia con tres citas, de tres libros: La vida sexual de los invertebrados, El libro completo de la etiqueta y Cómo hacer la matanza en casa. ¿Una reflexión sobre las absurdas disquisiciones humanas, sobre cuán inútiles son las normas sociales y cuán estúpido el sufrimiento que generan? ¿Un juego humorístico? ¿Ambas cosas?

En una entrevista para la revista New Yorker, Moore dice: "No pienso en mí misma como escritora de comedia. Creo que escribo tragedia. Pero el tiempo pasa. Y, como sabemos, la tragedia es comedia más tiempo". "Se le ha llamado escritora satírica, irónica, realista, periodística, paródica. ¿Alguna de estas etiquetas se alinea con lo que usted ha tratado de hacer en su obra?", insiste la entrevistadora. "Oh, solo intento ser una escritora de relatos y una novelista", contesta ella. "Alguien llamó una vez a mi obra 'realismo satírico'. ¿Se sigue usando ese término? Creo que me gusta". En "La agencia inmobiliaria", un relato que sigue a una mujer que renuncia a conocer las aventuras que sabe que tiene su marido, pero que sueña con empezar de cero mientras buscan juntos una nueva casa, hay página y media de lo siguiente: "¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!". Etcétera. 

Leonard Cohen y el maestro zen

Leonard Cohen y el maestro zen

Amores vacíos, rotos, imposibles. Soledad. Enfermedad. Crisis vitales. Muertes. Incomunicación. Conflictos irresolubles. Todo eso continen los sin embargo divertidísimos relatos de Moore. En una reseña de Pájaros de América (1998) en el New York Times, Michiko Kakutani señalaba su "habilidad para mapear el paisaje emocional de las personas en transición, personas que se han estampado contra los límites y las limitaciones de sus vidas, personas que se ven a sí mismas como extrañas en sus propias familias y matrimonios". A menudo se la ha identificado como una retratista del Medio Oeste americano, donde viviño desde 1984 (cuando se traslado a Madison para dar clase en la universidad, también precoz en esa parte de su carrera), pero quizás eso sea un mecanismo de protección del lector y de la crítica. Su capacidad de observación de la amargura y el a veces alegre sinsentido de la experiencia humana es tremendamente incómoda. Es más fácil pensar que sus efectos se circunscriben solo al Medio Oeste americano. 

Hay otra rareza en la carrera de Lorrie Moore: no publica mucho. Autoayuda vino seguido de una novela,  Anagrama (1986). Pero pasaron cuatro años hasta el libro de relatos Como la vida misma (1990), otros cuatro para la novela El hospital de las ranas (1994), otros cuatro para Pájaros de América (1998), y no volvió a publicar hasta 2009, con la novela Al pie de la escalera. "Estaba criando a un niño y sosteniendo a una familia gracias a la enseñanza", dice ella, explicando por qué ha escrito más relatos que novela, y por qué con largos paréntesis entre ellas. "No quiero lloriquear, pero a menudo siento que todo esto no ha sido bien entendido. No era una de esas mujeres afortunadas con un esposo que les sostuvo mientras escribían. Una novela, en cierto modo, exige eso. En cambio, yo sostuve a todo el mundo. Era la cabeza de familia". 

Gracias por la compañía data de 2014. Pero que nadie se desespere: si Alice Munro, su escritora más admirada, ha seguido trabajando hasta los 80, a ella le quedan "19 años más". La entrevista de The Guardian en la que echa cuentas dice que lo hace entre risas. A los 41, después de publicar Pájaros de América, dijo otra cosa divertida: ''La vida es una cosa muy triste. Es solo parcialmente un regalo. La felicidad parece una locura. Hay cierta forma de felicidad, de alegría, que es solo locura. La tristeza es una forma de cordura". Qué gracioso, ¿no?

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