Los libros

Retratando historias

Portada de El retrato, de Rafa Yáñez.

Álvaro López Fernández

El retrato

Rafa Yáñez

Altolibros

El Escorial (Madrid)

2021

El escritor Anatole France decía que un buen retrato era una biografía pintada, pero ¿y si no sabemos nada de la biografía del personaje? En su nuevo libro, El retrato, Rafa Yáñez se adentra en las historias olvidadas y silenciadas de la posguerra en una localidad gallega. Hasta ahora Yáñez era conocido sobre todo como poeta (Axóuxeres da melancolía [2013], Farewell [2014]), sin embargo, aquí cambia de registro y teje un fascinante libro de relatos y microrrelatos que, si bien pueden leerse independientemente, es en su conjunto, en su calculada secuencialidad, cuando cobran una mayor significación. En consonancia, si el pretexto del libro —aparece desde la portada— es el de rellenar el marco vacío de un retrato individual, sus verdaderas intenciones son ofrecer una imagen colectiva, de perdedores, de gente que ha sido sacada de las fotografías de su historia, y que debemos recomponer a retazos.

Aunque el libro cuenta con “Pepe”, un misterioso personaje-guía por esa España desolada, Yáñez deja que sea el lector quien una finalmente las esquinas de sus textos, que sea él quien proyecte los (des)encuentros de sus desaparecidos, y eso es un acierto. También es un acierto el hecho de que este libro trate, sobre todo, de los maquis o, mejor dicho, de las leyendas cotidianas en torno a los maquis, aquellos exiliados en su propio territorio. A ellos se dedican las mejores páginas de una obra necesariamente llena de elipsis y que hace del espacio breve (a veces brevísimo) su mejor aliado.

Huesecillos en la ceniza

Huesecillos en la ceniza

La lectura de los relatos, por tanto, no resulta nunca farragosa. El retrato tiene un estilo directo, de una hondura a veces incluso seca, como reconoce el prologuista del libro, Marcos Roca Sierra. Se puede adivinar una mirada sobrecogida ante la renuncia —heroica— de estos perdedores corrientes, pero, por lo general, Yáñez mantiene un tono distanciado que atrapa no tanto por lo que dice, sino por los intencionados espacios de silencio, por las repeticiones que se van produciendo (no perdáis de vista los relojes en el libro), por los trasvases que hace entre la ficción y el material histórico, por lo que debería aparecer y ya no está en los retratos a los que nos asomamos. Y es que al final todo retrato vacío acaba siendo ventana. Abramos, entonces, los marcos de este libro.

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Álvaro López Fernández es investigador y escritor. Su último libro es El esperpento durante la Guerra Civil: propaganda y revolución (Guillermo Escolar Editor, 2020). 

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