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Brasil

¿Qué pasa en Brasil?

Ángela Alonso

Nelson Mandela entre la vida y la muerte. Símbolo de una especie de movimiento social que hizo historia en el siglo XX, cuyos líderes eran conocidos y las demandas claras. ¿El movimiento que irrumpió en Brasil en las últimas semanas es igual? "Rebelión", "revolución", "el pueblo se despertó", la variedad de términos prueba la dificultad para explicarlo. Hay preguntas sencillas sobre la mesa, cuyas respuestas no son tan triviales: qué, cómo, dónde, quién, por qué.

¿Qué es? Se trata de un movimiento social. Manifestaciones públicas repetidas en el espacio público por un gran número de personas que retan al Estado (pero que no quieren el poder, diferente de los movimientos revolucionarios), en nombre de la ampliación de derechos de determinados sectores de la población, para emplear la definición de Charles Tilly. El recuento preliminar arroja por lo menos 185 eventos de este tipo en todo el país, en 32 de ellos participaron más de 5 mil personas. El movimiento tiene las fronteras permeables, gente entrando y saliendo, oscilación de líderes, pero no es de la red virtual. Requiere la presencia masiva y el compromiso, no sólo de lo que es seguro en el enfrentamiento con la policía, adversario inevitable, pues los movimientos exploran el terreno de lo que es ilegal, pero legítimo. La represión es su prueba de fuego: si retrocede o si arrebata más seguidores. Las manifestaciones de los últimos días pasaron por esta prueba con buenísima nota.

¿Nuevo movimiento? Aquí viene el “como”. Hay cambios en el repertorio. Las tecnologías digitales permiten la comunicación, organización, propaganda, al instante. Y un nuevo lenguaje: los sitios del movimiento son de imágenes y sintéticos, rechazan la verborrea y la estética de la vieja izquierda. El Internet estipula el parámetro de las manifestaciones, simultáneas en varios lugares, multiplicadas como las ventanas del Windows. Policéntricas, grupos que se coordinan y se separan, sin rostro que los represente. Pero no todo es nuevo. El movimiento no es sólo virtual, en Facebook, se vale del viejo método, la marcha. Utiliza el repertorio de sus antecesores. El verde y el amarillo en las caras y el llamado a esos colores en las ropas y en las ventanas, como en la impugnación de Collor. Utiliza los lugares de mayor movimiento de las grandes ciudades – la avenida Paulista, Brigadero, la Plaza Se -, y los símbolos nacionales, la bandera, el himno, como en el movimiento de las “Directas Ya”.

Otra pregunta es acerca de "quién". Los estudiantes y los profesionales liberales muy escolarizados de profesiones nuevas han sido los frecuentadores de los movimientos. Pero los movimientos sociales son principalmente interclasistas. Cuanto más amplias las demandas, más variados son los participantes. Eso es lo que vimos - incluso estaba Paul Skaff, de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), blanco de las manifestaciones en los años 80. El amplio apoyo tiene que ver con la reacción de las autoridades. Los medios clasificaron a los manifestantes en "pacíficos" y "vándalos", como si la forma de la movilización (con violencia), dependiera de la índole de los movilizados.

Sin embargo, desde las primeras manifestaciones de los días 25 y 27 de marzo en Porto Alegre, y haciendo un recuento todavía impreciso, en por lo menos 44 otras en todo el país, la respuesta fue la represión policial. Las estrategias del movimiento y el gobierno son especulares, deben entenderse una en relación a la otra. El tratamiento de los manifestantes como criminales suscitó el apoyo de ciudadanos que de otra manera no se habrían manifestado.

Por lo general los movimientos sociales surgen en las crisis políticas, véase Egipto. Aquí suceden en la normalidad democrática y económica y fuera del periodo electoral. El movimiento es más una causa que una consecuencia de la crisis. Circunstancia que dificulta la respuesta "cuándo" y "por qué". Una posibilidad es el agotamiento de los ideales socialistas como guía los movimientos, los grupos con esta inclinación se transformaron en partidos (PSTU, PSOL, PCO, etc.). Ya las causas "modernas" como la ecologista, suscitan pocas ganas de protesta, están más orientadas hacia las ONGs. Hay un vacío y la movilización se construye de una forma "moderna" con una demanda "vieja". En contra de la tesis de Touraine de reemplazar programas redistributivos por "post-materiales", el detonante de la protesta fue una demanda tangible, el transporte público.

Otra dimensión es el cambio generacional. Los jóvenes en las calles crecieron en un contexto democrático y en economía estable. No ven a Brasil a través del prisma de la dictadura y de la inflación, ven a un Estado sin la agilidad para responder a sus expectativas - las políticas y las de consumo. E incide en ellos el efecto demostración de la movilización de masas en el ámbito internacional.

Un tercer elemento es el cambio de la relación Estado/movimientos sociales. Mientras el gobierno de Lula incorporó pautas e incluso activistas de movimientos sociales, el gobierno Dilma se pretende "más técnico", dialoga poco y, por lo tanto, asienta a la protesta como una estrategia más viable que la negociación.

Paradójicamente, el problema del movimiento se convirtió en su éxito. Las autoridades, a la defensiva, respondieron rápidamente. Victoria, sí, pero ¿y ahora qué? El movimiento tiene dificultades en controlar el enorme contingente que llamó a las calles, y no fue a la moda antigua, socializado con los mismos métodos, ni obedece a un solo megáfono. La horizontalidad de la organización muestra su precio: la pérdida de control de la movilización. Varios movimientos organizados hace mucho – de izquierda y de derecha - se unieron y han traído sus propias banderas y métodos.

Los grandes movimientos tienden, a largo plazo, hacia el partidismo, caso del movimiento verde en Alemania, y, a corto plazo, hacia la expansión de las demandas, lo que vemos aquí en la incorporación de la educación, la salud, la anti-homofobia, la corrupción y en contra la propuesta de enmienda constitucional con miras a centrar el poder de investigación criminal en la Policía Federal y Civil, retirándolo del Ministerio Público Federal. Pautas que los poderes ejecutivos nacional y estaduales, y el Congreso, desconcertados al principio, tuvieron que tragarse esta semana. Especulaciones futuristas abundan, pero la lección que el fenómeno demanda es la humildad de los analistas ante lo que no se cristalizó, lo que todavía está en "movimiento".

(Artículo publicado en portugués El Estado de São Paulo 30/6/2013)El Estado de São Paulo

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