Luces Rojas

Borrador de una carta de un derechista liberal

Luis Fernando Medina

España tiene entre sus intelectuales distinguidas figuras de la “derecha liberal”, personajes que políticamente se ubican a la derecha del espectro político y que, simultáneamente, consideran que los principios de libertad de expresión heredados desde el siglo de las luces son innegociables. Pero, como es tal su brillo, andan siempre demasiado ocupados y a veces no les queda tiempo para pronunciarse sobre algunos temas. Así que, como un servicio público, y con toda la humildad que corresponde, un servidor se ha tomado el atrevimiento de escribir el siguiente borrador para ayudarlos en sus tareas. Es una carta abierta a sus copartidarios:

“Queridos amigos, en la vida hay incidentes pequeños que nos llevan a reflexionar. Llamadas de atención que nos envía el destino, para alertarnos contra posibles males. Si un conductor habitualmente ebrio tiene un accidente en el que nadie sale lesionado, es una magnífica oportunidad para que se replantee su pernicioso hábito. En estos días nos ha pasado algo similar con el caso de unos titiriteros que han terminado presos tras un espectáculo en Madrid. Lejos de mí compartir las ideas de unos anarquistas como esos que además parecen tener un pésimo gusto (no lo sé, porque no he visto el espectáculo aquel ni pienso verlo). Pero está muy claro para todos que su famosa pancarta de “Gora Alka-ETA” era parte de la ficción. En caso de duda sobre si la obra realmente exaltaba al terrorismo o no, hasta hubiera sido el caso ir a juicio (cosa que me parece un poco exagerada, de todas maneras). Pero no ha sido así. Han ido a parar a la cárcel en prisión preventiva.

Entre amigos es deber decirnos la verdad, por molesta que sea, así que voy a decir algunas cosas que tal vez les desagraden. El asunto es tan ridículo que ha llegado el momento de reflexionar. Si nuestras leyes sobre enaltecimiento del terrorismo están escritas de tal manera que hasta este tipo de expresiones encajan, si además tienen penas tan drásticas y les dan tanta discrecionalidad a los jueces como para que un asunto menor de un par de artistas callejeros termine en la cárcel, de pronto hay un problema con nuestras leyes. De hecho, en su momento las Naciones Unidas advirtió sobre este problema.

Pero quiero ir más lejos. Por supuesto que el Ayuntamiento de Madrid nos puso en bandeja de plata una excelente oportunidad política y hubiera sido ingenuo desaprovecharla. Pedidos de dimisión, críticas a la incompetencia y cosas de esas son parte del juego político y son totalmente razonables. Pero, ¿por qué decir que la Alcaldía está ayudando a enaltecer el terrorismo cuando sabemos que no es así? Me dirán que en este momento, justo cuando se están decidiendo los posibles pactos de gobierno entre PSOE y Podemos (¡y que Dios nos libre!), era muy importante ganar puntos ante la opinión. Entiendo. Pero, ¿por qué hacerlo a expensas de algo tan sagrado como la libertad de expresión? ¿Por qué jugamos con los principios más básicos de tolerancia con tal de obtener una victoria política de corto plazo? ¿Hay alguna herramienta que no estemos dispuestos a utilizar?

Es duro decirlo, pero con este tipo de cosas nos estamos convirtiendo en lo que decimos combatir. Los totalitarismos no surgen como capricho individual de un dictador. En la Alemania nazi había claramente segmentos de la población de un antisemitismo desbordado. En el Irán de hoy (que tanto usamos para criticar a nuestros adversarios) hay sectores populares que creen en las interpretaciones más retardatarias del Islam. Esas son las bases del totalitarismo. Los líderes totalitarios utilizan esas pasiones populares y las agitan, sembrando todo tipo de miedos entre la población, para que, llegado el momento, ésta acepte cualquier restricción a la libertad. En cambio, el verdadero estadista liberal aplaca esas pasiones, invita al debate racional y le recuerda a sus copartidarios que no se debe demonizar al contrario y que, por encima de cualquier batalla política está la responsabilidad colectiva por la defensa de la esfera pública.

Sé que los tales titiriteros a Uds. les producen asco. Pero, digamos la verdad, han sido simples víctimas colaterales de una ofensiva política con objetivos más de fondo. Seguramente van a salir libres pronto pero, aparte del daño que se les haya causado, pensemos en el daño más profundo que estamos haciendo cuando creamos el clima donde este tipo de episodios pueden ocurrir". [LOS TITIRITEROS SALIERON DE LA CÁRCEL EL VIERNES 10 DE FEBRERO]

Como los grandes exponentes de la derecha liberal española se distinguen por su brillante prosa, estoy seguro de que podrían mejorar este texto. Lo propongo como un simple borrador. No me importa que le cambien algunas palabras y busquen un estilo más refinado. Lo importante es que lo firmen.

Cataluña: recuperar el sentido común

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Luis Fernando Medina es investigador del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales del Instituto Juan March, realizó el doctorado en Economía en la Universidad de Stanford, ha sido profesor de ciencia política en las Universidades de Chicago y Virginia (EEUU) e investiga temas de economía política, teoría de juegos, acción colectiva y conflictos sociales. Es autor del libro A Unified Theory of Collective Action and Social Change (University of Michigan Press, 2007)

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