Pegados a la tele

Adiós a Antonio Mercero: de 'La cabina' a 'Verano azul'

Fotograma de 'La Cabina'.

17 de julio de 1972. José Luis López Vázquez entra en una cabina de teléfono segundos después de que Antonio Mercero grite: “Rodando”. Es el comienzo de una obra singular, chocante y provocadora de múltiples lecturas. El hombre preso en la cabina, primero despierta la sonrisa, luego el desasosiego, más tarde la indignación contra transeúntes y viandantes que fingen una ayuda de compromiso, pero no se implican en liberar al atrapado; los críticos profesionales, que acuden al pase privado, se “meten” en la trama, se angustian con los vanos intentos de López Vázquez para salir del cubículo, transformado en claustrofóbica cárcel acristalada. Tras la proyección, coincidencia general en el elogio, y disparidad en la interpretación de los mensajes.

La obra, sin emisión prevista en TVE, viaja al Festival de Montecarlo, donde es seguida con emoción hasta un final seguido de ovaciones y críticas entusiastas… excepto para el jurado, decidido a silenciar la producción de TVE como repulsa a la represión política perpetrada por el régimen de Franco. Sin embargo, los periodistas acreditados deciden el voto por criterios exclusivamente artísticos y otorgan sus premio al trabajo de Mercero. Poco después, La cabina recibe el Emmy de la Academia de Televisión de Estados Unidos, primera vez que una producción española recibe ese galardón, equivalente a los Oscar cinematográficos.

Tal y como había ocurrido con Historias de la frivolidad de Ibáñez Serrador, los premios obligan por fin a los directivos a emitir el programa, que tuvo un tremendo impacto en la audiencia. “El momento decisivo –diría años después su autor– es cuando le llega el guión al director de la primera cadena, Salvador Pons, le gusta y dice que lo haga ese chico que ha realizado los primeros capítulos de Crónicas de un pueblo, a ver qué pasa. Aquel fue el día clave de mi vida, porque de repente sacas adelante un trabajo que da la vuelta al mundo”.

Hasta ese momento, Mercero era uno más de los directores salidos de la Escuela de Cinematografía a comienzos de los sesenta, que malvivía entre cortometrajes y alguna película de escaso presupuesto. Como tantos más de sus compañeros, llegó a TVE tras el nacimiento de la Segunda Cadena, donde iba realizado los encargos que recibía. “Este trabajo me daba para malvivir –nos contaba para el Ya–, por lo que, durante casi dos años, lo compaginaba con algunos reportajes y documentales para el NO-DO. No os podéis imaginar la sensación tan tremenda que se produce cuando crees que sirves para algo, pero no ves la forma de demostrarlo. Llegas a pensar que te has equivocado de camino, porque no encuentras una salida”. Afortunadamente, tras este éxito, realiza un original Don Juan (premiado con la Rosa de Oro en el Festival de Montreux) y, sobre todo Ese señor de negro, una serie ideada por Antonio Mingote, en la que José Luis López Vázquez repite como protagonista.

El gran éxito popular de 'Verano azul'

En 1979, Mercero recibe el encargo de TVE para dirigir Verano azul, una serie de alto presupuesto que habría de rodarse en una población costera. “Estuvimos rodando en Nerja (Málaga) entre agosto de ese año y diciembre del siguiente –recordaba varios años después–. Hice la serie porque me parecía divertido contra la historia de esos chavales durante un verano, con un viejo marinero que les quiere mucho, y una pintora con la que se entienden mejor que con sus padres… El éxito fue increíble, aunque al principio no me enteré; se empezó a emitir a las cuatro de la tarde de un domingo, sin ninguna promoción...”.

Los 19 capítulos se estrenan entre octubre de 1981 y febrero de 1982. La serie rompe con esquemas heredados de la televisión franquista al tratar abiertamente cuestiones entonces delicadas o novedosas como el divorcio, las libertades, el derecho de protesta, la especulación inmobiliaria, el medio ambiente o los conflictos generacionales; incluso el lenguaje coloquial –con tacos incluidos– respiraba naturalidad. Dentro de un reparto coral, en el que la pandilla protagonista prácticamente debuta ante las cámaras y los adultos son profesionales conocidos, destaca Antonio Ferrandis, actor con decenas de películas a sus espaldas y un Premio Nacional de Teatro que fue, a partir de entonces, Chanquete, un sobrenombre que le acompañó durante el resto de sus vida, hasta el punto de que en la noticia de su muerte, casi veinte años después, los periódicos titularon con el alias por delante del nombre con el que había nacido.

Pero no era solo Ferrandis. María Garralón debe al papel de la comprensiva pintora más popularidad que al resto de su carrera, y a cada miembro de la pandilla le surgen ofertas para otros papeles e incluso para meterse en el mundo de la canción. Por cierto, canciones como el No nos moverán, cantada por los protagonistas para defender la vieja barca del antiguo marinero, o El final del verano del Dúo Dinámico volvieron a ponerse de actualidad en todas las emisoras.

La realidad presente en la vida diaria

Verano azul fue comprada, casi de inmediato, por todos los países latinoamericanos, pero también por Francia, Portugal, Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, Croacia, Argelia, Angola… En TVE se emitió nuevamente en ese mismo verano de 1982, y se repitió otras cinco veces entre 1987 y 1995. También se ha exhibido en canales temáticos y autonómicos. Aunque en su estreno no existían medidores fiables de audiencias, en 1995 TVE afirmaba que más del 91% de los españoles habían visto al menos un capítulo de la serie. Nerja estuvo a punto de convertirse en un parque temático con la calle Antonio Ferrandis, Chanquete; el Paseo Marítimo Antonio Mercero, el parque Verano azul (con una réplica de La Dorada, la barca de Chanquete), y apartamentos, agencia de viajes y restaurante con el nombre de la serie.

Pero Mercero, encantado con el éxito, nunca quiso que su carrera quedara anclada en él (“Si llega a rodarse en Estados Unidos, no me hubieran dejado matar a Chanquete –decía–; pero no me he arrepentido por haberlo hecho. Verano azul contaba la historia de un solo verano; alargarla más tiempo no tenía sentido”). Prosigue su carrera cuidando con mimo cada nuevo proyecto; con La Gioconda está triste vuelve a ser premiado en Montecarlo, pero este tipo de películas, como las realizadas directamente para la gran pantalla, no le otorgan el reconocimiento logrado con las series.

A mitad de los ochenta, TVE acepta los guiones de su nuevo proyecto; se trata de Turno de oficio. El escenario natural pasa de las playas del sur al Madrid de la época. Los juzgados de Plaza de Castilla, la histórica cárcel de Carabanchel, los barrios marginales de la ciudad, acogen las peripecias de Juan Luis Funes, El Chepa (Juan Luis Galiardo), Cosme, Pedete (Juan Echanove), y Eva (Carmen Elías). Son tres abogados del turno de oficio, letrados que representan a quienes no pueden pagar su defensa y que se ven obligados a implicarse en los circuitos de la droga, la violencia juvenil, los malos tratos a las mujeres, e incluso violaciones. También tendrán que relacionarse con delitos del ámbito profesional, como negligencias médicas o prevaricación judicial.

Para Echanove, el papel de frustrado opositor de notarías y luego abogado en ejercicio supone acceder al público mayoritario y relanzar su carrera de actor en teatro, cine y TV. El salto fue cualitativamente mayor para Galiardo: hasta entonces encasillado en papeles de galán, su papel como abogado cínico, bebedor, mujeriego y jugador, pero también lleno de compasión y ternura, le permite demostrar una versatilidad como actor que afianza su posterior carrera. Al lado de ambos, de sus complicidades y desencuentros, Carmen Elías llena la escena en cada una de sus apariciones como Eva, equilibrio y contrapeso de sus “excesivos” compañeros. Y la impecable Irene Gutiérrez Caba, como doña Marina, madre de Cosme-Echanove, pone el contrapunto conservador y burgués al tono progresista de los tres abogados.

Los 17 capítulos son seguidos con atención, reciben premios, pero, sobre todo, dejan en la memoria la certeza de que se ha hablado de realidades (por desagradables que muchas lo sean) presentes en la vida diaria. El recuerdo es tan positivo que facilita que casi diez años después se realice una segunda parte con todos los actores de la primera, excepto Irene Gutiérrez Caba, que había fallecido poco antes. Tampoco va a estar el creador, Mercero, que se había pasado al campo de las televisiones privadas.

Una 'Farmacia de guardia' para el despegue de Antena 3

Tras treinta años largos de televisión única, el final de la década de los ochenta ve el nacimiento de canales privados de televisión con difusión nacional y emisión en abierto. Nacen Telecinco y Antena 3, y esta última apuesta sobre seguro al contratar al autor de Verano azul para que realice una serie de largo recorrido, con la que fidelizar un público estable tras el informativo de las nueve de la noche. En septiembre de 1991 se estrena Farmacia de guardia, reproduciendo en estudio una farmacia de la madrileña calle de Alcalá.

Se trata de una típica comedia de situación que gira alrededor de la farmacéutica Lourdes Cano (Concha Cuetos), de sus hijos Isabel (Eva Isanta), Guille (Julián González) y Quique (Miguel Ángel Garzón), y su exmarido Adolfo Segura (Carlos Larrañaga). Toda la trama se desarrolla en el estrecho marco de un estudio en el que se mueven, junto a los protagonistas principales, una pareja de la Policía, las chicas del club de alterne del cercano club de alterne La Gata con Botas, los amigos de Guille y Quique, la auxiliar de la farmacia, el personal del bar de enfrente, los clientes habituales... aunque el centro de la trama se sitúa en la farmacia y en su trastienda (la tradicional rebotica), y en la relación entre Lourdes y su exmarido Adolfo.

Muere el director de cine y guionista Antonio Mercero a los 82 años

Muere el director de cine y guionista Antonio Mercero a los 82 años

A diferencia de las anteriores series de Mercero, aquí no hay límite temporal ni temático, lo que permite prolongar la historia tanto como den de sí las peripecias escrita por los guionistas… que fue mucho, ya que entre 1991 y 1995 se emitieron 169 capítulos. Diálogos vivos, y ese entremezclar peripecias de personajes secundarios con las relaciones familiares de los protagonistas, se sumaron a la habitual mezcla del autor (ya saben, humor, dolor y ternura) y a la duración de tan sólo 30 minutos semanales para conformar un éxito estable.

Cuando, a finales de 1995 se emite el último capítulo, registra más del 60% de audiencia y se convierte en la serie más vista desde que existen las televisiones privadas. Durante esos cinco años gana cuatro veces el premio de la revista TP a la mejor serie española y Concha Cuetos y Carlos Larrañaga se alzan, por cinco veces consecutivas, con el de mejor actriz y mejor actor de series españolas. Al margen del largometraje basado en ella, Farmacia de guardia se ha repuesto en televisiones autonómicas y canales privados varias veces con buenos resultados de audiencia.

Un año antes de esa despedida, Antonio Mercero dirige los trece capítulos de la serie Manolito Gafotas, con el personaje creado por Elvira Lindo como protagonista. Una y otra son sus últimas tareas continuadas para televisión. En el cine, donde su películas no han logrado el éxito y popularidad obtenidos en la pantalla doméstica, realizará en 2007 ¿Y tú quién eres? sobre la realidad del alzheimer, ese ladrón de memoria que provoca la brutal paradoja de que seamos nosotros, los antiguos espectadores, los que guardemos los recuerdos de él y de su trabajo.

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