Televisión pública

TVE 2014: bajón de audiencia, desplome de credibilidad y recortes económicos

“¡TVE es de todos!”

El año que termina ha sido –aún lo es– el más negro de la historia para TVE. Los recortes económicos, perpetrados por el gobierno del PP, se han traducido en las peores audiencias en sus 58 años de vida. Y todo en medio de constantes denuncias por la parcialidad de los informativos, realizadas desde la oposición política, los sindicatos de izquierda y los órganos de representación internos.

El año 2014, particular annus horribilis de TVE, tiene dos etapas bien definidas: nueve meses de continuidad y deterioro con el tándem Leopoldo González Echenique-Julio Somoano, y tres de convulsión bajo el mando de José Antonio Sánchez-José Antonio Álvarez Gundín. El primer periodo comenzaba aparentemente calmado. La firma del convenio colectivo, arrancada tras un doble y vergonzante referéndum, garantizaba por dos años la estabilidad de la plantilla, y alejaba el amenazante precedente que había significado el cierre de la radio y televisión pública valenciana pocas semanas antes. Sin embargo, los problemas iniciados desde la llegada al poder del Partido Popular, y la imposición de su mayoría en TVE, seguían vivos: una financiación recortada e insuficiente y una atonía en las audiencias que, mes a mes, alejaban la programación del favor de los espectadores. Con todo, eran los Informativos quienes asumían la mayor parte de las críticas.

Durante el primer trimestre, los trabajadores de la exitosa web rtve.es denuncian la pérdida de autonomía al ser englobados por la dirección de Informativos; Comisiones Obreras critica la pérdida de liderazgo de los telediarios, a pesar de cuantificar la emisión simultánea en La 1 y en el 24 horas, y el Consejo de Informativos, tras denunciar la parcialidad de muchas noticias, presenta 500 firmas de trabajadores contra la creación de una "redacción paralela", afecta a la dirección e integrada por personas al margen de la plantilla.

Abril se inicia con un terremoto en las corresponsalías, con cambios en casi todas y supresión de delegaciones tan emblemáticas como la de Cuba. Sin embargo, lo más sustantivo se produce ante la cercanía de las elecciones europeas: la omisión del comentario machista del candidato del PP, Miguel Arias Cañete (noticia relevante para el resto de medios de comunicación), o la manipulación de los datos de la Encuesta de Población Activa, se suman a los excesos en las informaciones sobre los cambios en el Vaticano, y provocan nuevas repulsas de los propios periodistas. Mientras se ofrecen reportajes como el que afirma que los bebés cuyas madres están en paro son más felices, fracasan los especiales sobre la sucesión en la Jefatura del Estado (cuando la información institucional había otorgado siempre la primacía destacada a TVE), y la televisión pública es superada por La Sexta en la noche electoral europea. No obstante, entre estos dos últimos acontecimientos, González Echenique declara enfáticamente en el Congreso: "No voy a cesar a Somoano". Pocos días después dimite el director de TVE, Ignacio Corrales, a quien desde la dirección de Informativos se responsabilizaba de las bajas audiencias de los telediarios, dado el escaso éxito de los programas que les preceden. Le sustituye José Ramón Díez, un histórico de la casa.

Habitualmente, el trimestre veraniego suele apaciguar los conflictos, pero en la TVE de Somoano se rompe la pauta: en los primeros días de julio, el director de Informativos arremete contra El mundo en 24 horas, un espacio que comanda la sección de Internacional y cuyas protestas obligan al director de Informativos a desdecirse; sin embargo el divorcio entre la cúpula y los profesionales es ya inevitable. Pocos días después el órgano de representación de la redacción hace público un escrito en el que señala manipulaciones, omisiones y censuras y que encabeza con esta declaración: "El Consejo de Informativos de TVE contempla con preocupación la situación de los Servicios Informativos de la televisión pública. Los telediarios de TVE han dejado de ser el referente de la información televisiva en España, con una caída permanente de audiencia". Conflictos como el generado por dar orden de salida de Gaza (por petición del Ministerio de Exteriores) a la corresponsal en pleno conflicto bélico, o las nuevas denuncias sindicales por la manipulación informativa en los telediarios de los centro regionales, se añaden al malestar por el continuo goteo de llegadas de profesionales externos para la edición de los telediarios. A mediados de septiembre, un miembro de la redacción resume el sentir del colectivo de periodistas a preguntas de infoLibre: "indignación brutal", es la sentencia.

La caída de González-Echenique

El 24 de septiembre, Leopoldo González Echenique dimite de la presidencia de la Corporación. Aduce los consabidos "motivos personales", pero de inmediato se sabe que su marcha se debe a la falta de financiación. Cristóbal Montoro, desde el Ministerio de Hacienda, se muestra renuente a paliar el déficit y la vicepresidenta Sáenz de Santamaría se abstiene de apoyar al hombre que nombró en 2012 contra el criterio del ala dura del Partido Popular. Es la hora –dicen– de actuar "sin complejos"; tienen mayoría absoluta en las Cortes, cambiaron la ley para nombrar, sin contar con el resto de fuerzas políticas, a las personas de su confianza, y Echenique nunca fue querido por Génova: se le considera "un blando" que ha permitido que siguieran en sus puestos mandos intermedios nombrados en la época de consenso. La suerte estaba decidida hacía meses; tan solo había que esperar el momento.

El mismo día de su marcha se produce un hecho revelador del estado de ánimo de los periodistas: el TD1 tiene previstas unas colas de 20 segundos para dar noticia de la dimisión e insistir en los "motivos personales", pero en la redacción se exige una información completa y veraz, que el director de contenidos, José Gilgado, intenta acallar a voces; uno a uno, los redactores se van poniendo en pie para mostrar su rechazo; Gilgado observa que la mayoría está en rebelión y se marcha. Finalmente el TD1 ofrece una información más amplia con opiniones de Gobierno y PSOE. Cinco días más tarde se producen paros parciales de dos horas en mañana y tarde, convocados por CCOO y CGT, que obligan a suspender a las doce en punto el programa Las mañanas de La 1, y alteran la programación del 24 horas.

Casi de inmediato se conoce el nombre del sucesor: José Antonio Sánchez, hasta entonces director general de Telemadrid. Estupor, decepción, son los términos más oídos en RTVE ese día. Durante el largo proceso que lleva a la toma de posesión efectiva, sindicatos de izquierda y órganos de representación recuerdan cómo durante su mandato se produjo un ERE que afectó a tres cuartas partes de la plantilla profesional de la cadena autonómica, así como la constante manipulación de los Informativos al servicio del gobierno regional y del PP. La mayoría tiene muy presente que en su anterior mandato, entre 2002 y 2004, se silenciaron en RTVE las protesta contra la guerra de Iraq, o la catástrofe del Prestige, que TVE fue condenada por su actuación durante la huelga general, y que él fue el máximo responsable cuando la tragedia del 11-M de la información sesgada –y en buena parte falsa– que se dio en aquellas tristes jornadas. Los Consejos de Informativos se pronuncian en contra ya que "su nombramiento no avala la defensa de un modelo de radio y televisión pública". Pocos días después, se presenta en la Asociación de la Prensa el manifiesto "Ante una situación límite", firmado por 1.500 trabajadores de TVE, en el que el Consejo de Informativos denuncia la "utilización partidista y progubernamental de los Servicios Informativos, e insiste en el temor de los trabajadores a que se repita un modelo que en Telemadrid ha conducido al deterioro e irrelevancia de la empresa pública".

Pero Sánchez sabe bien quién le ha devuelto a TVE, y lo demuestra, una semana después de su toma de posesión, con el nombramiento de José Antonio Álvarez Gundín como nuevo director de Informativos. Gundín era subdirector del diario La Razón, encargado de marcar la línea de opinión del periódico más cercano al ala dura del Partido Popular. No importa que su nombre sea apoyado por un ínfimo 3,75 por ciento de los profesionales; la votación no es vinculante y el rechazo, esperado y asumido. Nadie olvida que vamos a entrar en un año pleno de elecciones, en el que desde Gobierno y Partido Popular se exige que TVE sea un elemento de propaganda a su servicio.

Enseguida es despedido Ricardo Villa, creador de rtve.es, la web número uno en su sector, y alma máter de Interactiva, la apuesta digital de la empresa. Su despido no es uno más; significa barrer hasta el último de los profesionales nombrados en la etapa del consenso, y prologa una auténtica purga en la columna vertebral de los Informativos: jefes de área, adjuntos, cualquiera que no muestre adhesión a la nueva dirección queda relegado. No importa si algunos de sus sucesores desconocen las técnicas profesionales de la televisión; prima el componente ideológico. Se recupera, incluso, a la antigua subdirectora que elaboraba "listas de rojos" para una consejera del PP. "Sin complejos". Los periodistas realizan una sentada ante los despachos de la dirección; proclaman su rechazo ante la depuración de profesionales contrastados, y el repudio a personas sin más mérito que la adhesión al mando; pasada media hora, la redacción autodisuelve la protesta a la voz de "hay que hacer un telediario". Se pone en evidencia que huelgas, denuncias y críticas van contra las malas prácticas, no contra TVE, ni sus Informativos. La redacción, que ya ha escuchado el grito de "somos los mismos que entonces", en referencia a la etapa de consenso en los nombramientos que supuso para estos profesionales la obtención de más de doscientos premios (entre ellos el de "mejor telediario del mundo"), se une al resto de trabajadores bajo el lema #defiendeRTVE. Los días de puertas abiertas de Congreso y Senado, representantes de la plantilla reparten en las filas de ciudadanos, que aguardan para visitar los centros de la soberanía popular, lazos naranjas, que representan su ambición de salvaguardar la radio y televisión pública.

Esperpento partidista alrededor de Pablo Iglesias

Viernes 5 de diciembre. En La noche en 24 horas se espera al líder de Podemos, Pablo Iglesias, para ser entrevistado por el director del programa y canal Sergio Martín. Atrás quedan las críticas al ninguneo a que ha sometido TVE al eurodiputado emergente, que no ha sido invitado a ningún espacio informativo, a pesar de haber sido la fuerza política revelación en las elecciones europeas y compartir con PP y PSOE las máximas expectativas de voto en las encuestas. El jueves de la semana anterior fue llamado, aprisa y corriendo, a Los desayunos de TVE del día siguiente, pero Iglesias adujo compromisos previos y se ofreció para acudir este viernes 5, en que la dirección decidió que era más conveniente trasladar el encuentro a un canal que raramente llega al uno por ciento de la audiencia.

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Pasadas las nueve de la noche Pablo Iglesias llega a Torrespaña y se detiene ante un grupo de trabajadores, que le prenden en la camisa el lazo naranja en defensa de RTVE y le comentan: "No sabes lo que ha costado traerte aquí". Mientras el eurodiputado se acerca al estudio, Sergio Martín comenta con los tertulianos que le van a acompañar esa noche: "Buen rollo, buen rollo; que no parezca una encerrona", a lo que contesta el periodista Alfonso Rojo: "Al enemigo , ni agua. Ni agua". La entrevista comienza tensa, con Pablo agradeciendo a los trabajadores de la casa su apoyo para que tuviera lugar. Las preguntas de Martín y los contertulios tienen un poso de agresividad inhabitual, pero Iglesias se muestra a la vez firme y relajado; a veces sonríe, otras endurece la expresión, pero no levanta la voz, ni tuerce el gesto... hasta que el entrevistador le inquiere "si se le puede dar la enhorabuena por la excarcelación de etarras como Santi Potros". Iglesias responde, visiblemente enojado, mientras los espectadores (más del triple de los habituales del espacio) inundan las redes sociales con comentarios de repulsa. Al día siguiente, la UGT de la empresa afirma que "esto no puede ocurrir en una televisión pública" y pide el cese de Sergio Martín; días después lo hace el Consejo de Informativos, que acusa al director del canal de "haber vulnerado la Ley, el Estatuto de RTVE y el Manual de Estilo de TVE". El día 13, trabajadores de la empresa salen a la calle, convocados por CCOO y CGT, y extienden en pleno centro de la capital un gigantesco lazo naranja, y claman "¡RTVE es de todos!".

Al martes siguiente, el presidente de la corporación acude a su comparecencia mensual ante la Comisión de Control parlamentario. A las puertas de la sala, un grupo de periodistas pregunta a Sánchez por la polémica entrevista, "No la ví. No puedo opinar. No sé", responde. En la sesión, varios dipuados y senadores preguntan y critican las intervenciones del entrevistador, y el primer responsable de RTVE se revuelve: "Felicito al señor Sergio Martín y a todo su equipo por la entrevista que hicieron al líder de Podemos; no solo tiene todo el apoyo de la dirección de Informativos, sino también el mío personal". Y añade posteriormente: "Fue impecable, una entrevista dignísima y muy bien hecha". ¿Engañó el señor Sánchez a los periodistas al decir que no vio la entrevista? ¿Mintió en sede parlamentaria a los representantes de la soberanía popular cuando la glosó?

Al día siguiente, infoLibre publica en exclusiva el audio en que se hablaba de "encerrona" y de "al enemigo ni agua". Otros medios se hacen eco y el escándalo estalla en redes sociales, sube a Youtube y provoca miles y miles de comentarios contra el uso partidista de TVE. La fuerza del testimonio sonoro amplifica las transcripciones que habían aparecido en este y otros medios de comunicación, y muestra a las claras la divergencia entre una dirección alineada con el poder político, y los trabajadores que denuncian la manipulación informativa.

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