El comité de redacción de
El País ha suspendido la votación que había convocado para este miércoles en la que los periodistas debían refrendar
un comunicado muy crítico con el director, Antonio Caño. Éste se ha negado a facilitar al comité el censo actualizado de redactores, lo que hace imposible la consulta. En un comunicado dirigido a la plantilla esta misma tarde, el comité califica de
“insólita” la decisión.
La marcha de cuatro periodistas en apenas dos semanas ha disparado el descontento en una redacción donde desde hace tiempo el clima de trabajo está algo más que enrarecido. En un intento por desactivar la votación, Caño convocó a los periodistas la noche del lunes para una reunión a las cuatro de la tarde de este martes. En ella
negó que el comité tenga facultad para llamar a una votación. En su comunicado, los representantes de la redacción critican que el director impida a ésta pronunciarse “libremente para dejar constancia de su estado de opinión”, sobre todo teniendo en cuenta que Caño debía ser “el primer interesado” en conocer el “sentir general” después de haber repetido que
las quejas contra él “respondían a un malestar muy minoritario”. En cualquier caso, el comité anuncia que estudiará “otras iniciativas para que la redacción pueda expresarse libremente y con las debidas garantías”.
Manuel Altozano,
Rafael Méndez y
Álvaro de Cózar acaban de abandonar el periódico. También lo ha hecho un cuarto periodista,
José Manuel Romero, que ha recalado en la Cadena Ser. Una información sobre la
vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; su marido. Iván Rosa, y Telefónica –donde trabaja éste– ha sido el último episodio de una fricción que amenaza con transformarse en explosiva. La noticia se publicó en internet
sin la firma de sus autores, los dos primeros periodistas arriba citados, tras haber alterado en la web los responsables del diario la versión que había salido en la edición de papel. Fuentes próximas a la dirección de
El País han explicado a
infoLibre que la información permaneció “toda la noche en la página web tal y como la habían redactado sus autores para la edición de papel”, y que
Antonio Caño “cambió por la mañana sólo el titular, que fue extraído del texto”.
El escrito del comité pide a la dirección
“respeto al trabajo de sus profesionales y sus decisiones personales sobre sus artículos cuando éstas son respaldadas por el Estatuto de Redacción”. También demanda “un cauce profesional, pacífico y enriquecedor” para que los redactores expresen sus opiniones “tanto en lo que respecta a los pormenores de su trabajo diario como a las decisiones jerárquicas” sobre éste. Tras advertir de la
“evidente pérdida de patrimonio informativo” que supone la “insólita salida voluntaria” de los cuatro redactores, el comité asegura que los profesionales del periódico “esperan de su director un
mejor aprovechamiento del talento de sus profesionales y una mayor atención a las necesidades de una formación adecuada a los nuevos retos periodísticos”.
El
Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que Prisa ejecutó en 2012 supuso el despido de
129 trabajadores. Algunos de ellos aún mantienen pleitos con la empresa en los tribunales por este motivo. En los últimos tres años, además, han abandonado el periódico en un lento goteo
otra treintena de periodistas.
Miedo a expresarse con libertad
El comité de redacción fundamenta su llamada a las urnas en el
clima de miedo que se ha instalado entre los periodistas y que impide, según dice, que éstos expresen libremente sus opiniones en las asambleas. De ahí que se haya optado por un procedimiento que garantiza la confidencialidad. El artículo 16 del Estatuto de Redacción faculta a este comité a convocar asambleas, al menos una semestral. Así que el comité de redacción defiende su convocatoria asegurando que
“nada, ni en la letra [del Estatuto] ni mucho menos en su espíritu”, la impide. Y recuerda que “otras iniciativas de este tenor de otros comités [anteriores] han salido adelante, así como adaptaciones del Estatuto a las novedades que se han introducido en el periódico”. El texto data de 1980.
Tras publicarse la información sobre Sáenz de Santamaría y Telefónica,
el director de El País tachó de “chiquillada” que sus autores renunciaran a firmarla. Un derecho que les reconoce el
Estatuto de Redacción en su artículo 6: “Ningún miembro de la Redacción estará obligado a firmar aquellos trabajos que, habiéndole sido encomendados o que, realizados por propia iniciativa, hayan sufrido alteraciones de fondo que no sean resultado de un acuerdo previo”. Caño también acusó a Altozano y Méndez de
falta de profesionalidad.
El director, que reunió a sus redactores jefes el martes por la mañana, anunció por la tarde ante los periodistas que va a reunirse con el comité de redacción
en un intento por calmar los ánimos. Además, les aseguró que
el periódico está mejorando y puso como ejemplo el hecho de que esté
contratando redactores en Latinoamérica.
Clima “irrespirable”
No es seguro que esas afirmaciones surtan el efecto deseado por Antonio Caño en una redacción que lleva ya tiempo trabajando en un clima que algunos de sus miembros no dudan de calificar como “irrespirable”. Y no sólo por el viraje en la línea editorial. Las quejas sobre
la falta de experiencia de las dos personas que Caño aupó a los puestos de máxima responsabilidad del periódico –David Alandete y Eva Sáiz– se suman a las protestas por
el trato, desabrido y maleducado, aseguran las fuentes consultadas por
infoLibre, que dispensan a los redactores. Y a la falta de respeto a los principios del trabajo periodístico de los que ha hecho gala históricamente
El País:
noticias que no se publican o se reducen a su mínima expresión o se manipulan si tienen que ver con
las grandes empresas, los grandes bancos o la monarquía.
Así, el escrito que ya no podrán votar el miércoles los redactores del diario de
Prisa pedía al director “
respeto a la trayectoria del periodismo independiente que ha distinguido a
El País” hasta ahora. “Los lectores”, añade, “confían en nosotros
para que no les hurtemos ninguna información que haya sido debidamente contrastada y resulte relevante para su conocimiento”. Al tiempo, advierte de los
“riesgos de desafección” hacia el periódico como consecuencia de la
“pérdida de la calidad informativa” del diario .
El País ya no marca la agenda, añaden las fuentes, ha perdido el pulso periodístico y el punto crítico, metido de lleno en la guerra por las audiencias y esforzado en convertirse en guardián de las instituciones. Por eso, el comité de redacción no duda en reclamar a Caño en su escrito “
una línea editorial clara y congruente con las ideas básicas que han convertido a
El País en el periódico de referencia en español”.
Siento rabia y pena, siento vergüenza decir que trabajé en El País más de 30 años. Fuimos un equipo de redactores que consiguió hacer uno de los mejores periódicos del mundo. Hoy, con un director cobarde que huye de su responsabilidad y con prácticamente desaparecida aquella redacción reconocido en todo el planeta el periódico ha perdido toda credibilidad, cada día firman la informaciones personas distintas sin trayectoria y están al mando de estas personas unos incompetentes sin currículo ni experiencia. Y el clima es terrorífico en todos los estamentos. Rabia, pena y vergüenza.
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