Relevo en Venezuela

Paisaje antes y después de la batalla

Elecciones Venezuela

Fernando Flores

Son las diez de la noche en Venezuela. Faltan ocho horas para que se abran los colegios electorales, y las televisiones públicas y privadas sortean con distintas estrategias la prohibición de hacer campaña el día antes de las elecciones.

VTV, pública, repite desde esta mañana del día 13 de abril los videos de la ignominia golpista que sacudió Venezuela un día como hoy hace once años. Efemérides de enorme simbolismo que permite al canal gubernamental reivindicar a Chávez y golpear a la oposición mientras afirma que no hace campaña sino que repone documentos de un hecho histórico.

Por su parte, Globovisión y la CNN enumeran una y otra vez la lista de irregularidades y dudas denunciadas por la oposición en torno al proceso (algunas de muy poca fortaleza), creando una atmósfera de desconfianza ante el Consejo Nacional Electoral y de incertidumbre sobre cuál será su reacción ante un resultado electoral adverso.

El momento más delicado de estas elecciones no tiene que ver con las horas de la votación, sino en las horas posteriores, que vendrán determinadas por la reacción del perdedor. En primer lugar, por el tiempo que tarde en aceptar el resultado adverso. Si como dicen las encuestas pierde el opositor, no se prevé que asuma de forma inmediata la derrota, sino que aguante un pulso acorde con una estrategia de campaña mucho más agresiva que en octubre.

El peligro vinculado a esa tensión será mayor cuanto más estrecho sea el margen de votos entre los candidatos.

La victoria

Si vence el Presidente en funciones, Nicolás Maduro, se abre el escenario de un difícil gobierno sin Chávez. Éste dejará de ser un apoyo esencial para convertirse en una referencia incómoda, pues el hijo y su gobierno tendrán que demostrar a diario que están a la altura del padre, y eso no es fácil si éste es divino. Después, domesticar la inflación, impulsar de una vez la diversificación productiva, atajar la violencia, gestionar los movimientos internos de una organización política muy plural que ya no tiene un líder indiscutido, y despolarizar la población, son tareas que tendrá que afrontar Maduro desde el primer día. Deberá hacerlo si quiere agotar los seis años que constitucionalmente dura el mandato presidencial.

Si venciera Henrique Capriles el escenario político sería más complicado. Tendría una Asamblea legislativa en contra (de 165 diputados 97 son chavistas y 68 opositores) durante los próximos dos años. Los gobernadores favorables a su gobierno serían 2 (Amazonas y Lara) de 24. Se encontraría con un Tribunal Supremo con un perfil cercano al presidente saliente, pues no en vano sus 32 magistrados han sido elegidos por una Asamblea mayoritariamente chavista desde el año 2000. Y, muy importante, debería contar con el apoyo de unas Fuerzas Armadas cuya correlación interna de fuerzas es en estos momentos, más allá de los altos mandos chavistas, una incertidumbre.

Más sobre este tema
stats