francia

La deportación de Leonarda fractura a la izquierda francesa

Estudiantes bloquean la entrada al instituto Charlemagne en París este jueves en protesta  por la deportación de la niña kosovar.

Desde la ciudad de Mitrovica, donde duerme “en un banco”, Leonarda Dibrani, de 15 años, una niña gitana kosovar, hace temblar a la República. Las condiciones en que se ha desarrollado su detención, cuando se encontraba de excursión escolar, y su deportación, de Francia a Kosovo, junto con su madre y sus hermanos y hermanas, a dos meses de una posible regulación en el país, ha provocado malestar en la izquierda hasta el punto de que Ayrault, el primer ministro francés, se refirió este miércoles a la necesidad de ofrecer una solución "urgente".

Jean-Marc Ayrault ha parado en seco al ministro del Interior, Manuel Valls, al anunciar la apertura de una investigación administrativa, paralela a la que lleva a cabo el defensor francés de los Derechos Humanos. Al término del consejo de ministros, el portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, anunció que François Hollande deseaba “conocer todos los detalles antes de comentar lo ocurrido”. Por su parte, el ministro de Educación, Vincent Peillon, ha pedido que “la escuela sea un lugar inviolable, que en el futuro se respeten los principios básicos que rigen los Derechos Humanos”.

En una entrevista telefónica realizada por la emisora France Info, la joven estudiante kosovar afirmó que carece de vínculo alguno con el lugar a la que ha sido enviada: “Dormimos al raso, en bancos, ni siquiera puedo ir al colegio. Lo único que quiero es volver a Francia con mi familia, volver a ir a la escuela para labrarme un futuro”.  

La historia ha saltado a los medios de comunicación gracias a la denuncia hecha en el blog que Réseau éducation sans frontières (RESF) [Red de Educación Sin Fronteras] tiene alojado en Mediapart. El pasado lunes publicaron una entrada en dicho blog, firmada por profesores, y en la que se describía el modo en que se produjo arresto de esta alumna, estudiante de tercer curso de secundaria en el instituto André-Malraux, en Pontarlier (Doubs), al este de Francia. Leonarda se hallaba el miércoles día 9 en el autobús que la llevaba, junto a sus compañeros de clase, a Sochaux. Iban a realizar una visita a la fábrica de Peugeot, cuando sonó el móvil. Al otro lado del teléfono estaba el “alcalde de Levier”, localidad en la que vive con su familia. Le pasó el teléfono a la profesora de Geografía e Historia, que explica que el regidor le puso al habla con un “agente de la PAF” (policía fronteriza), que acompañaba al alcalde en el despacho. “Me dijo que no había otra alternativa, que teníamos que parar el autobús sin más dilación allí donde estuviese porque querían detener a una de nuestras alumnas, en situación irregular”, añade la profesora. ”Le respondí que no me podía pedir una cosa así, que era algo inhumano”, prosigue contentando. “Me ordenó que hiciese que el autobús se parara en el lugar en el que estuviera, ¡el autobús  en ese momento circulaba por una carretera de circunvalación muy transitada, por lo que detenerse ahí habría sido muy peligroso! Me vi entre la espada y la pared con 40 alumnos, así que le dije a mi compañera que lo mejor era hablar con el conductor y decidimos que el autobús parara en el aparcamiento de otro centro escolar (en Lucie-Aubrac, de Doubs). Le pedí a Leonarda que se despidiera de sus amigas. A continuación,bajé del autobús con ella y nos dirigimos hacia el recinto del colegio, al abrigo de las miradas. Fue allí donde le expliqué lo que ocurría. Ella se echó a llorar desconsolada, la abracé para reconfortarla y le expliqué que iba a ser un momento complicado y que tendría que ser muy valiente”. Un coche de policía llegó inmediatamente, según la profesora. Los dos agentes vestían uniforme. La profesora volvió a quejarse. Solicitó, según cuenta, que el autobús se alejara para que los demás alumnos no vieran a la joven kosovar subir al coche policial, ya que esta temía verse humillada delante de sus amigos. “Mis compañeros le explicaron lo ocurrido a algunos alumnos que pensaban que Leonarda había robado o que había cometido algún delito. Los alumnos y los profesores estaban muy sorprendidos”.

Leonarda, su madre y sus cinco hermanos y hermanas, de entre 5 y 17 años, estaban escolarizados y hablan francés. Pese a todo, ese mismo día fueron conducidos al aeropuerto y expulsados a Kosovo. No eran los único: la víspera ya había sido expulsado el padre.

La noticia corrió como la pólvora en las redes sociales el pasado lunes 14 hasta llegar, el martes 15, a la sede del Partido Socialista (PS), donde causó conmoción. Sandrine Mazetier, responsable de Asuntos Migratorios, dio un golpe sobre la mesa, lo mismo que Laurence Rossignol, portavoz de la formación, quien ha declarado a Libération que en el “comité del partido todo el mundo coincide en que se había cometido un error”. “No es de recibo que un gobierno de izquierdas saque a un niño de un autobús para ponerlo en la frontera”, afirma Matthias Fekl, diputado del departamento de Lot y Garona, autor de un informe dirigido al ministro Manuel Valls y destinado a… “garantizar la situación de los extranjeros en Francia”. “Después de haber lanzado gases lacrimógenos contra los bretones de Gad, trabajadores a los que no les falta razones para estar enfadados, no se puede atacar a una niña. No se puede creer que se va a restar peso al Frente Nacional con este tipo de métodos”, protesta.

“Ese día vergonzoso en el que Valls SE LLENÓ DE FANGO"

Para el diputado socialista, Pouria Amirshahi se ha cruzado una línea roja. Según denuncia en su blog, se ha actuado con “violencia contra la República”. “Los esfuerzos de integración de esta familia se han esfumado como consecuencia de unas decisiones infames tomadas a ciegas”, recalca, en alusión a unas manifestaciones recientes del ministro del Interior, según el cual los gitanos son reticentes a integrarse. “Pienso en los amigos de Leonarda que en estos momentos están forjando su conciencia como ciudadanos. Que sepan que su indignación es justa. La expulsión de Leonarda es un atentado directo a la ambición republicana, la integradora, la que da como frutos, en última instancia, la ciudadanía francesa”, insiste, toda vez que reclama el regreso inmediato de la familia kosovar.  

El jefe de filas del ala de izquierdas del PS, Emmanuel Maurel va más allá: “Si esto ha sucedido tal y como cuentan los primeros testigos, se han traspasado los límites de lo aceptable” y recuerda cuando “hace unos años, los socialistas se movilizaban en contra de unas prácticas semejantes”.  

Frente a estas voces contrarias que se alzan en las filas de su propio partido, Manuel Valls, ha salido a la palestra para defender su acción. Pocas veces ha sido cuestionado con tanta vehemencia en un comité nacional desde la elección de François Hollande como presidente de la República. Su versión confirma la sucesión de los hechos expuesta por los profesores: el autobús, la salida escolar, la expulsión... aunque en un comunicado, difundido el martes a las 23:00, hace hincapié en el hecho de que la familia había agotado todos los recursos para permanecer en Francia y que, dado que se había desestimado concederle asilo, se encontraba en situación irregular en el país. En ese comunicado, justifica la acción de la Policía y explica que el objetivo era “la reagrupación, evitar que la familia permaneciese separada”. Según sus argumentos, dado que el padre había sido expulsado, era preciso que el resto de la familia también lo fuese con la mayor celeridad.

En lugar de aplazar la deportación, se puso en marcha la maquinaria para localizar a la niña. Este es el relato de los hechos ofrecido por el Ministerio: “Al constatar que uno de los niños se encontraba ausente, un miembro del comité de apoyo a la familia llamó al móvil de la niña, en presencia de la madre. De acuerdo con la familia, el representante del comité de apoyo, la maestra responsable de la salida escolar y las fuerzas del orden, se acordó que se permitiese a la niña bajar del autobús para ir a reunirse con su familia y así ejecutar la orden. La joven descendió del autobús para ir con los funcionarios que habían acudido a hacerse cargo de ella”. El Ministerio deja entrever que todos los protagonistas estaban de acuerdo con la intervención policial, algo que los profesores niegan. Por otro lado, el hecho de que la madre hubiese dejado que la niña durmiese en casa de una amiga para que no se perdiese la excursión escolar del miércoles pone de manifiesto que no se había pactado el regreso a Kosovo, contrariamente a lo que sostiene la prefectura.

Este hecho no cambia las cosas. El miércoles por la mañana, el presidente de la Asamblea Nacional  publicó en Twitter que la izquierda “no puede perder sus valores, si no quiere perder el alma”, mientras que el representante de Seine-Sain-Denis, Mathieu Hanotin, afirma estar “escandalizado” y ser favorable al retorno y a que se regularice la situación de la familia. “Esta detención", en palabras del PCF, es "indignante". "Incluso la derecha, que no tenía miramientos a la hora de poner en la frontera a los extranjeros, jamás se habría atrevido a deportar a un niño mientras estaba en una excursión escolar”. Los verdes en la Asamblea denuncian “las explicaciones dadas por el Ministerio del Interior” y piden que “se depuren responsabilidades en la prefectura de Doubs”. Exigen que “la situación de esta familia se vuelva a estudiar, a fin de que su regreso a Francia sea inmediato”.

El Partido de Izquierda va más allá y exige la dimisión de Manuel Valls después de un “acto inhumano”. “Es demasiado, demasiado. El Partido de Izquierda exige la dimisión de Manuel Valls, un ministro indigno de la República”, indica la formación en un comunicado. En una entrada en su blog que lleva por título “Ese día vergonzoso en el que Valls se llenó de fango”, François Delapierr, secretario nacional del Partido de Izquierda, cita al ahora ministro del Interior, que en 2008 escribía que “el día en que aceptara que se detuviera a sin papeles para expulsarles de casa (...) estaría acabado". "Mejor será que me dedique a otra cosa”, añadió. “Y la derecha, ¿qué es?", le preguntaba Claude Askolovitch. "¿Es esa jugarreta que consiste en convocar a un tipo para detenerlo? “Sin lugar a dudas es eso", respondía su interlocutor. "Sí, es una visión bastante cínica de lo que puede ser el papel del Estado. Eso es la derecha”. “Desde el arresto de Leonarda cuando se encontraba de excursión", concluye François Delapierre, "sabemos que Valls también hace jugarretas, es un ministro que está en el fango, un cínico con habilidades premonitorias que, si quiere honrar, a Francia debería dedicarse a otra cosa”.  

La conmoción, por seguir con las palabras de Jean-Marc Ayrault, va más allá del ámbito político. Se extiende a los profesores, a los estudiantes, que a través de los sindicatos denuncian la “injusticia” por lo ocurrido, mientras que otros llaman a la “movilización”.

El caso de Leonarda supone un nuevo shock en el seno de la izquierda, tras las declaraciones recientes de Manuel Valls sobre la negativa de los gitanos romanos a integrarse. Contribuye a dar amplitud a la ira que ha provocado la muerte de cientos de emigrantes, cuyos cuerpos han sido sacados del fondo del mar, a lo largo de varios días, en Lampedusa, en la frontera de Europa. Obliga al Gobierno a volver a examinar concienzudamente su política migratoria, ya se refiera a los ciudadanos europeos, a los emigrantes extracomunitarios o a los sin papeles. La necesidad de actuar es más apremiante por cuanto Leonarda no es sino la punta de lanza de otras situaciones dramáticas como la ocurrida en Lesquin -cerca de Lille, al norte de Francia- y que apenas ha trascendido. Allí, una madre fue retenida el pasado día 11 y separada de su bebé.

Traducción: Mariola Moreno

Más sobre este tema
stats