El naufragio de la pasada noche en Lampedusa, que ha costado la vida a más de 600 personas, pone de manifiesto el fracaso de las políticas de la Unión Europea sobre inmigración, una situación que han denunciado ONG así como los Gobiernos de Malta e Italia. Con los de este domingo, ya son
. Antes de esta tragedia, el número de víctimas mortales ya era diez veces mayor que el registrado durante los primeros cuatro meses de 2014, informa Europa Press.
Después de la tragedia de 2013, en la que más de 360 personas perdieron la vida frente a las costas de Lampedusa, Italia lanzó la operación
, un dispositivo humanitario que salvó decenas de miles de vidas, pero que finalmente fue
en noviembre de 2014. Fue sustituida por la llamada
. Esta nueva iniciativa, implementada por la agencia de frontera exterior de la Unión Europea, Frontex, era un
: un tercio del presupuesto, menor alcance geográfico... Pero, sobre todo, un cambio de directiva: reforzar la seguridad fronteriza
A principios de marzo, la Comisión Europea anunció el inicio del Equipo Operativo Conjunto Mare. No es una réplica de la operación
Mare Nostrum de la Marina italiana. Al contrario, se trata de un centro de inteligencia marítima destinado a la lucha contra el contrabando de personas; el mismo contrabando de personas que
está floreciendo porque la UE ha cerrado sus fronteras terrestres. Hoy en día, la energía y los recursos se centran en cortar el flujo. Pero cortar el flujo –sin ofrecer otras opciones para las personas que buscan refugio y asilo– solo se traduce en mayor sufrimiento y muerte, según Médicos sin Fronteras.
Como consecuencia, las cifras de muertos desde la puesta en marcha de Tritón se han disparado. Si se confirman los más de 600 fallecidos en el desastre de este domingo, el Mediterráneo se habrá cobrado las vidas de
1.000 personas en una sola semana, después del naufragio ocurrido días antes en el que murieron 400 personas, la mayoría mujeres y niños.
"La Unión Europea sigue de brazos cruzados mientras cientos de personas mueren en sus orillas", denuncia la subdirectora de la ONG
Human Rights Watch,
Judith Sunderland. "Son muertes que se podrían haber evitado si la UE hubiera lanzado un operativo de verdad para labores de búsqueda y rescate", subraya.
Lo mismo opina
Amnistía Internacional. "El último naufragio es una tragedia causada por el hombre que podría haberse evitado perfectamente. Estas muertes provocan consternación, pero no sorpresa", lamenta su director para Europa y Asia Central,
John Dalhuisen.
"Los barcos mercantes y sus tripulaciones han intentado con valentía cubrir el hueco que deja por norma la ausencia de equipos especializados de rescate, pero
no están diseñados ni entrenados para hacer frente a estas ocasiones", indica Dalhuisen.
En los últimos 15 años, el Mediterráneo se ha convertido en un
cementerio para más de 20.000 inmigrantes y refugiados que buscaban protección y una vida mejor en Europa. Al menos 3.500 personas se ahogaron en 2014 tratando de llegar a las costas europeas. La mayoría, procedentes del África subsahariana, Eritrea, Somalia y Siria, suelen hacer escala en las llamadas "casas de conexión" en Libia, donde esperan durante un mes mientras son objeto de "abusos sistemáticos", según la Organización Internacional para la Migración.
El número de
entradas de personas por mar registradas en 2014 llegó a 218.000, frente a los 60.000 de 2013. Con una guerra siria que azota sin cesar el país y la creciente inestabilidad en Libia, se espera que el número de personas que se lanzarán al mar este año no tenga precedentes. Mientras los canales y medios seguros para llegar a Europa sigan siendo escasos, existen pocas opciones disponibles para los refugiados que no sea intentarlo por mar.