En 1615, un
sheriff de los fiordos al Oeste de Islandia
ordenó la ejecución de 32 pescadores vascos de ballenas que habían sobrevivido a un naufragio y habían logrado acercarse a nado a la costa. Los lugareños vieron en los balleneros un intento de invasión en toda regla y
Ari Magnússon ordenó pasarlos por las armas. Eso sí, después de dictar una ley
ad hoc.
Cuatro siglos después, en el marco de un congreso científico en Reikiavik, la capital de Islandia, con motivo de 400 aniversario de la matanza, el actual comisionado de los fiordos,
Jónas Guðmundsson, decretó simbólicamente la derogación de la norma que permtió legalmente ejecutar esa masacre. “Lógicamente es un guiño simbólico”, explicó Guðmundsson. “Ya había otras leyes en Islandia que prohibía el asesinato de vascos”, dijo irónicamente el comisionado, según informa
El Correo.
Al acto de desagravio acudió Martín Garitano, diputado general de Gipuzkoa, que participó en la colocación de una placa en memoria de los vascos asesinados, un episodio histórico que dejó su impronta en la pacífica historia del país nórdico y que es conocido como
El asesinato de los españoles.
A pesar de este incidente,
las relaciones entre vascos e islandeses han sido tradicionalmente buenas fruto de las relaciones comerciales entre ambos pueblos gracias a la pesca de la ballena en el siglo XVII. De ello dan prueba los diccionarios euskera-islandés de la época.