Siria

Kobane, una ciudad fantasma repleta de ‘cadáveres bomba’

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El autodenominado Estado Islámico dejó un grotesco legado en la ciudad siria de Kobane, poblándola de decenas de cadáveres explosivos diseñados para estallar al más mínimo contacto, según denunció la ONG Handicap International, que describió un "panorama más allá de las peores pesadillas" en una ciudad donde hay todavía más de una decena de piezas de munición por metro cuadrado, informó Europa Press.

Cuatro meses después de la expulsión de Estado Islámico, los trabajadores de las tareas de desminado y limpieza de explosivos apenas saben por dónde empezar en la ciudad kurda, que está absolutamente destruida no solo por los combates en tierra, sino por los más de 700 bombardeos efectuados por la coalición que arrasaron los más de 11 distritos en posesión de la organización terrorista.

La variedad de explosivos empleados en Kobane es síntoma de la importancia estratégica que ha tenido la ciudad para los bandos del conflicto sirio. Existen explosivos sin detonar procedentes de atentados suicidas, minas antipersona, morteros, cohetes, misiles, cartuchos, coches hasta los topes de explosivos y bombas sin detonar de entre 250 kilos a una tonelada, según la ONG.

"Lo que hemos visto en Kobane ha ido más allá de nuestras peores pesadillas. Una importante parte de la ciudad ha quedado completamente arrasada y existe una densidad de armas sin explotar como pocas veces hemos visto antes", declaró el director del programa de acción contra las minas de Handicap International, Frédéric Maio, en un informe redactado tras una visita del grupo a las zonas más afectadas.

Explosivos internacionales

A juzgar por la procedencia de los proyectiles empleados, Kobane se ha convertido en una especie de viaje al pasado por el mercado armamentístico de los últimos 30 años. "Hay armas de Rusia, de la antigua Yugoslavia, de Estados Unidos, de países de la OTAN", apunta Handicap Internacional.

La mayoría de ellas se concentra en el centro de la ciudad, donde los trabajadores deben tener extremo cuidado en sus tareas de desminado. El pasado mes de marzo, autoridades de Kobane informaron de que al menos 40 personas habían perdido la vida en menos de un mes por la explosión de minas, según informó la agencia de noticias kurda Ekurd.

"Que nadie toque, repito, que nadie toque cadáveres", hizo saber Mustafa Anifi, miembro del Consejo Nacional Kurdo en Siria. "Muchos de ellos esconden explosivos. Son las autoridades, y no los civiles, quienes tienen que ocuparse de este asunto", advirtió.

Bombas humanas

"Los explosivos sin detonar y los cadáveres bomba suponen una amenaza diaria para la gente que ha huido de Kobane y que ahora intenta regresar a su hogar", declaró Maio. "Primero, no solo impiden que los residentes vuelvan a reconstruir sus vidas, sino que además impide que las organizaciones humanitarias trabajen con seguridad y proporcionen a la población más vulnerable el apoyo necesario", añadió.

El patrón de un explosivo humano casi siempre es el mismo. Se trata de civiles (aunque a veces el DAESH –acrónimo con el que se conoce al Estado Islámico– ha usado a sus propios fallecidos), que acaban "rellenos", por emplear la expresión de la organización, de hasta 20 kilos de explosivos y más de 500 bolas de acero que hacen de metralla.

"Estos cadáveres están listos para estallar al más mínimo contacto y los intentos previos de recuperarlos han acabado siempre en trágicos accidentes", lamentó la organización. Por lo tanto, y a la espera de que lleguen los artificieros, estos cuerpos se están pudriendo lentamente por toda la ciudad.

A tal efecto, Handicap pide la puesta en marcha "de manera inmediata" de programas para concienciar a la población –en especial a los niños– del riesgo que suponen estos explosivos. Ninguna medida tendrá éxito, avisan no obstante, si la comunidad internacional no proporciona los fondos suficientes para satisfacer las necesidades inmediatas de la población en lo que se refiere a información sobre los explosivos, desminado y asistencia a las víctimas.

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