Terrorismo

Petróleo, impuestos, secuestros... ¿Cuáles son las principales vías de financiación del Estado Islámico?

Estado Islámico

Con unos ingresos anuales cercanos a los 2.000 millones de dólares (más de 1.800 millones de euros) en 2014, cifra que algunos expertos elevan incluso a los 3.000 millones, el Estado Islámico (EI) es el grupo terrorista más rico de todo el planeta, según la lista elaborada hace menos de un año por la edición israelí de la revista Forbes. Su potencial económico, que fuentes de la inteligencia norteamericana han llegado a cifrar en 2 millones de dólares diarios, supera ampliamente al de su organización matriz: Al Qaeda, de la que se escindió en 2014 por discrepancias sobre la posición que debía tener en Siria la organización liderada por Abu Bakr al Baghdadi, tan sólo habría ingresado, según la publicación, 150 millones de dólares (más de 140 millones de euros).

Según Rafael Calduch, catedrático de Relaciones Internacionales, experto en seguridad y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la financiación de ambos grupos terroristas es diferente. “Al Qaeda obtenía sus ingresos de las aportaciones que realizaban sus propios miembros, mientras que el Estado Islámico se financia a través de los recursos obtenidos en los territorios ocupados”, explica. Una vía de financiación que le otorga cierta independencia de las donaciones externas.

Pero, ¿cuáles son las principales vías de ingresos del grupo terrorista que mantiene en vilo a los servicios de inteligencia europeos desde que el pasado 13 de noviembre tres atentados con su firma en el centro de París segaran la vida a 130 personas? Varios expertos en la materia analizan para infoLibre la economía del EI y proponen medidas para cortar las fuentes económicas de las que bebe el grupo terrorista.

Ingresos derivados de la ocupación del territorio

Actualmente, el Estado Islámico controla amplias zonas a lo largo de Iraq y Siria, según muestran los mapas elaborados por el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés). Un área de ocupación, el autoproclamado califato, que ha disminuido durante los últimos meses con motivo de los ataques de la coalición internacional, mucho más intensos tras los atentados en la capital francesa, y las victorias de las milicias kurdas en algunas localidades estratégicas del norte de ambos países.

Los ingresos locales o regionales, es decir, aquellos derivados de la ocupación del territorio, suponen la vía de financiación más consistente del grupo, según el informe Financiación de la organización terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), elaborado en febrero de este año por el Grupo de Acción Financiera (FATF, por sus siglas en inglés). Unas fuentes, no obstante, que el organismo intergubernamental define como “inconsistentes" porque dependen "de la disponibilidad de los recursos económicos y del progreso de la ofensiva contra el EI”.

Robo de bancos, extorsión y tráfico de seres humanos

Según el estudio, el dinero en efectivo de los bancos estatales situados en el territorio controlado por el grupo terrorista ha pasado a manos del Estado Islámico. En este sentido, el Departamento del Tesoro estadounidense calcula que en 2014 la organización yihadista se hizo con más de 500 millones de dólares (471 millones de euros) de las entidades estatales ubicadas en diferentes localidades del norte y oeste de Irak. Uno de los robos más sonados se produjo en junio del año pasado tras la toma de Mosul, segunda ciudad más grande de Irak y corazón financiero del país, que todavía continúa bajo su poder: los yihadistas se llevaron una cantidad cercana a los 425 millones de dólares (401 millones de euros), según informó en su momento el gobernador de Nínive, provincia en la que se incluye la ciudad iraquí.

El informe también recoge que la organización liderada por Al Baghdadi “ha instalado managers en muchas entidades bancarias” de Mosul. “Desde esta posición, los operarios del EI han tomado el dinero en efectivo de los cristianos y musulmanes locales y han establecido un impuesto del 5% sobre todas las retiradas de dinero de los clientes”, explica el FATF, añadiendo a renglón seguido que dicha práctica supone “otra forma de extorsión” –que es la tercera actividad que más ingresos reporta al grupo– abusando del concepto zakat –caridad obligatoria–.

El Estado Islámico también se está financiando a través del tráfico de seres humanos. Según se plasma en el escrito elaborado por el organismo intergubernamental, los yihadistas estarían traficando con mujeres y niños, pagando los combatientes del grupo terrorista por ellos cantidades realmente bajas: “aproximadamente 13 dólares”. Seres humanos que posteriormente utilizan como esclavos. “Es complejo considerar la trata de personas como una fuente de ingresos lucrativa, pero puede ser más importante como medio para satisfacer las necesidades de sus combatientes”, puntualizan desde el FATF.

Petróleo y reservas de gas

Con el precio del petróleo a la baja desde la caída registrada a partir de junio de 2014 –de los más de 110 dólares que valía por aquel entonces el barril de Brent, su cotización ha descendido hasta los 40-50 dólares actuales–, la venta de crudo en los mercados locales y regionales, así como el contrabando de este carburante hacia zonas del país que no están bajo su control, se ha convertido en la fuente de financiación más potente para el grupo terrorista.

Según el estudio Islamic State: the economy-based terrorist funding, elaborado por el presidente y el secretario general del Centro de Análisis del Terrorismo (CAT), Jean-Charles Brisard y Damien Martinez, respectivamente, petróleo y gas natural representan el 56% de la economía del autoproclamado califato. Una vía de ingresos importante sobre la que ya ha comenzado a trabajar la coalición internacional: el pasado 16 de noviembre, la aviación estadounidense bombardeaba por primera vez más de un centenar de camiones cisterna que los terroristas estaban utilizando para el transporte de petróleo en Deir al Zur, una localidad al este de siria. Unos ataques que se suman a la ofensiva que protagonizó en la misma zona la aviación francesa unos días antes de los atentados de París.

Actualmente, el EI tiene bajo su poder en torno a una docena de yacimientos petrolíferos en Siria, a los que hay que sumar los que controlan en Irak. Una posición que le permitiría estar produciendo unos 80.000 barriles de crudo diarios –más de 50.000 en suelo sirio y los 30.000 restantes en territorio iraquí–, según cifra el CAT. El FATF, sin embargo, rebaja esta cantidad a un total de 50.000 diarios. “El carburante es vendido a compradores de países de la zona. El Dáesh no tiene capacidad de exportación por vía marítima o aérea”, señala Calduch, que no descarta a “Turquía o el propio régimen iraquí”: “son países que están actuando con una doble estrategia; una militar y otra económica”.

Aunque estas cantidades apenas tienen peso en el mercado internacional, teniendo en cuenta el consumo mundial del carburante, lo cierto es que el contrabando de crudo genera a la organización terrorista unos ingresos entre los 600 y los 800 millones de dólares anuales (560-750 millones de euros), 1,6 millones al día, aproximadamente. Tal y como recoge el FATF en su informe, el EI puede estar vendiendo el barril a entre 25-30 dólares a los intermediarios, un precio que luego subiría hasta los 60-100 para el destinatario final, que en algunos casos se encuentra en zonas controladas por el Estado. “Un camión, con el equivalente a 150 barriles de crudo, se podría estar vendiendo a entre 3.000 y 5.000 dólares, dependiendo del grado de refinamiento”, señala el texto del organismo intergubernamental.

Sin embargo, el Grupo de Acción Financiera asegura que la organización terrorista “no puede gestionar eficazmente estos activos” debido a la “falta de recursos y capacidad técnica”. “El principal problema del Dáesh es que tiene que exportar el petróleo en crudo, depende de las demandas del mercado y de la disponibilidad de las refinerías. Es una financiación que está sujeta a los vaivenes de la situación bélica”, explica a infoLibre Calduch, que considera “decisiva” una “operación terrestre” para cortar estas vías de ingresos. “Los bombardeos dificultan la logística, pero al final el control territorial es decisivo”, apostilla en este sentido.

Una opinión que no comparte Pedro Rojo, presidente de la fundación Al Fanar. “No estoy de acuerdo con una intervención militar. La ocupación de Irak en 2003 sólo ha traído al país más caos y destrucción. Es de esa situación de la que se está alimentando el Dáesh”, señala a este diario. En cuanto al contrabando de crudo, el experto explica que la solución pasa por que “no pueda salir el petróleo por Turquía” y por el establecimiento de unos Gobiernos “no corruptos” en Siria e Irak. “Resolver este problema es muy complejo. ¿Bombardeas camiones que son conducidos por transportistas que hacen el mismo trabajo que hacían antes pero en este momento para el EI? ¿Destruyes los pozos petrolíferos con el caos ecológico que eso puede suponer?”, añade.

En la misma línea se posiciona Pedro Baños, coronel de infantería y experto en geopolítica: “Intervenir con tropas terrestres, que probablemente pueda ser necesario en alguna zona, puede alimentar la narrativa del grupo terrorista”, apunta el militar. Sin embargo, discrepa con Rojo en actuar directamente sobre el transporte de crudo y los pozos controlados por los yihadistas. “Lo primero que hay que hacer es acabar con los convoyes. Lanzar ráfagas alrededor y, una vez que los transportistas abandonen el vehículo, destruirlos. Además, hay que atacar a las instalaciones petrolíferas, como está haciendo Francia”, afirma.

Agricultura, impuestos y tráfico de antigüedades

El sector agrícola sirio e iraquí, así como sus trabajadores, se han convertido en otra de las fuentes de financiación de la organización terrorista. Así, tal y como recoge el informe del Grupo de Acción Financiera, los terroristas se están apropiando de los cultivos de trigo y cebada de las zonas bajo su control, así como de la maquinaria agrícola de granjeros locales, a los que posteriormente se les obliga a pagar un impuesto para poder utilizarlo. En este sentido, el organismo intergubernamental asegura que la organización encabezada por Al Baghdadi controla más de una docena de silos de trigo, entre los que se encuentra el de Makhmur, que “alberga el 8% de la producción” de este cereal en Irak. Según el informe del CAT, la venta de cebada y trigo supondría un 7% de los ingresos del EI.

También, el grupo terrorista ingresa, aunque de forma ínfima, dinero a través de los impuestos que establece sobre el movimiento, “incluyendo una tasa de circulación de 200 dólares en el norte de Irak y una tasa 'aduanera' de 800 dólares para los camiones que entran en suelo iraquí a través de la frontera siria y jordana”. A esto hay que añadir el robo que sufren los funcionarios públicos de las zonas bajo dominio del grupo yihadista: el Estado Islámico, según señala el estudio, se estaría quedando con más del 50% de sus salarios.

A todo esto hay que sumar la venta en el mercado negro de antigüedades de los yacimientos arqueológicos que se encuentran en las zonas bajo dominio del grupo terrorista. En este sentido, el FBI puso en alerta el pasado mes de agosto a comerciantes y coleccionistas estadounidenses, asegurando que tenían “información creíble” que indicaba que se estaban vendiendo reliquias saqueadas en Siria e Irak. Por este motivo, y teniendo en cuenta que, según el Grupo de Acción Financiera, el EI controla más de 4.500 yacimientos arqueológicos, las autoridades americanas elaboraron una lista de recomendaciones para evitar que estas joyas históricas robadas fueran adquiridas.

Secuestros

Siguiendo la misma dinámica de Al Qaeda, así como de la mayoría de grupos terroristas que operan a lo largo del mundo, los secuestros y el posterior cobro de rescates se han convertido en otra de las vías de ingresos del EI. “Era una fuente de financiación importante durante los primeros momentos, pero actualmente representa un porcentaje muy bajo de su economía”, señala Calduch, que asegura que esta fuente de financiación es más relevante para “grupos terroristas pequeños”. El FATF sitúa entre los 20 y los 45 millones de dólares (19-42 millones de euros) el volumen de ingresos que recaudó el Estado Islámico por este tipo de actividades en 2014.

Centenares de personas raptadas a lo largo de Siria e Irak durante los últimos años. “No sólo secuestran a europeos o americanos. También lo están haciendo con la población local”, aclara Rojo. Sin embargo, las capturas de ciudadanos occidentales se han convertido, además de en una vía de ingresos, en una herramienta de propaganda a la hora de lanzar su mensaje al mundo. Una máquina propagandística explotada en cada una de sus atroces producciones audiovisuales.

Por ello, ¿deben los Estados dejar de pagar estos rescates para taponar la entrada de ingresos por esta vía? El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a través de diferentes resoluciones, fue tajante: “La ONU exhorta a todos los estados miembro a que impidan que los terroristas se beneficien directa o indirectamente del pago de rescates o de concesiones políticas y a que aseguren la liberación de los rehenes en condiciones de seguridad”. Una postura que siguen países como Estados Unidos o Reino Unido, frente a otros como Suiza, España o Austria que sí pagan los rescates.

En este sentido, todos los expertos coinciden en que cada Estado “es soberano” y “tiene su propia estrategia”. Rojo afirma que “no hay un criterio que demuestre que es más eficaz pagar que no pagar”, algo que, en su opinión, “se pudo ver en el caso de Al Qaeda”, mientras que el coronel Baños asegura que “es un tema tremendamente delicado” y que “si no se pagan, no vuelven a producirse”. “El problema aquí es la falta de Estado, de una estructura donde los ciudadanos se puedan sentir defendidos”, concluye Rojo.

Donaciones

Del mismo modo que Al Qaeda, el grupo terrorista comandado por Al Baghdadi también se beneficia del dinero que aportan donantes privados y organizaciones sin ánimo de lucro. En este sentido, el coronel Baños señala a “personas muy solventes de los países del Golfo y grandes magnates saudís”. “Al Dáesh no está llegando dinero procedente de países como Estado, sino de personas que consideran que es el proyecto más representativo para llegar a unos fines, ya sea acabar con la injerencia de Irán en la región, con la marginación de los suníes en Irak o con un régimen que ellos consideran hereje como el sirio”, añade Rojo.

Aunque resulta complejo hacer un seguimiento de estos donativos, países como Arabia Saudí, Kuwait, Qatar e, incluso, Emiratos Árabes Unidos están en el punto de mira. En junio de 2014, un mes antes de que Al Baghdadi se autoproclamase califa, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos se mostró contundente al respecto: “Jahbat Al Nusra –filial de Al Qaeda en Siria– y el Estado Islámico continúan recibiendo donaciones de ciudadanos privados ubicados en la Península Arábiga para financiar sus operaciones”. En el mismo documento, el organismo estadounidense anunciaba la imposición de sanciones a tres personas de origen kuwaití acusados de financiar y facilitar ingresos y combatientes a ambas organizaciones terroristas.

Calduch, por su parte, apunta a otros países de origen. “Es muy probable que familias iraquíes y sirias estén contribuyendo, no sé si voluntariamente o a través de la extorsión”, asegura el experto en seguridad, que también señala a algunas las organizaciones sin ánimo de lucro: “Ya se comprobó en el caso de Al Qaeda: algunos dirigentes de mezquitas y otros grupos recaudaron fondos para la organización terrorista”. Sin embargo, no pueden quedarse en el tintero las ayudas financieras que el EI está recibiendo, tal y como señala el informe del TAFT, de otros grupos terroristas que han jurado lealtad a Al Baghdadi. “Están colaborando, eso es evidente”, remacha el catedrático de Relaciones Internacionales.

Apoyo material para los combatientes extranjeros

Los conocidos como foreign fighters –combatientes extranjeros que abandonan sus países para sumarse a las filas del Estado Islámico en Siria e Irak–, también son, según el informe del FATF, una “pequeña pero importante” fuente de financiación del grupo terrorista. “Recaudan dinero en sus países de origen para viajar y emprenden su camino con algunos fondos”, explica el organismo intergubernamental, que recuerda que, aunque los combatientes extranjeros suponen un fuerte “apoyo físico”, el monetario es “bajo”. Este dinero se puede enviar a territorio controlado por el Estado Islámico a través de servicios alternativos a las transferencias bancarias o ser introducido en Siria o Irak a través de países vecinos.

“La aportación que realizan es mínima”, explica Calduch. El experto en seguridad detalla que, en la mayoría de los casos, se ven obligados a aportar “el coste de su traslado y el mínimo armamento o avituallamiento”. Por este motivo, el catedrático de Relaciones Internacionales sostiene que la mejor forma de taponar esta entrada de ingresos en las arcas del terrorismo yihadista pasa por reforzar “la labor de inteligencia y de coordinación de inteligencia entre los países de origen y de destino”. “Turquía es una pieza importante en este sentido”, sentencia.

Túnez es el país del que ha salido un mayor número de combatientes extranjeros (1.500-3.000), seguido de Arabia Saudí (1.500-2.000) y Jordania (1.500), según los últimos datos del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y la Violencia Política (ICSR, por sus siglas en inglés). Dentro de Europa, lideran esta clasificación Francia (1.200), Reino Unido (500-600) y Alemania (500-600).

El dominio de las nuevas tecnologías

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Las donaciones también se están canalizando a través de herramientas ligadas al desarrollo de las nuevas tecnologías. Así, el Estado Islámico ha sabido explotar a la perfección el crowdfunding, o micromecenazgo, para que todas aquellas personas que conectan con las ideas promulgadas por la organización terrorista puedan aportar su granito de arena en forma de pequeños donativos. El FATF, sin embargo, se apresura a señalar en su informe que este tipo de plataformas están proporcionando “involuntariamente” una vía de financiación para grupos terroristas: “Cabe destacar que no es la propia compañía la que está contribuyendo activamente con el ISIL y la mayoría de ellas trabajan con las autoridades competentes para cerrar ese tipo de cuentas”, aclaran.

El Grupo de Acción Financiera recopila en su informe un ejemplo de ello: “Una cuenta de un clérigo ligado al ISIL y Al Qaeda estaba buscando donaciones para armamento. Así, en la petición prometió que cada donante que aportase 50 dinares, equivalente a cincuenta disparos de francotirador, sería recompensado con el estatus de plata. Del mismo modo, por cada 100 dinares, equivalente a ocho rondas de mortero, el donante ganaría el título de estatus de oro”.

Calduch no quiere terminar la conversación con infoLibre sin recordar el papel que están jugando las entidades financieras. “La red bancaria de los países del Golfo tiene mucha responsabilidad en la financiación del Estado Islámico. El dinero que obtienen del petróleo tienen que lavarlo. En ese aspecto creo que más que los bancos occidentales, juegan un papel importante las entidades vinculadas a los países del Golfo”, señala, añadiendo a renglón seguido que la venta ilegal de crudo genera millones de dólares que tienen que ser canalizados “por red bancaria”. El catedrático de Relaciones Internacionales apostilla que, en este sentido, Arabia Saudí juega un papel decisivo para poner fin a estas prácticas y forzar a los países de su entorno a frenar ese blanqueo de capitales. Una posición de liderazgo que, en su opinión, “no está ejerciendo”: “Se combate al Estado Islámico militarmente pero económicamente no hay ningún reparo en colaborar”, sentencia.

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