México

El Chapo Guzmán, la historia de una fuga de película en el país donde nunca pasa nada

Joaquín El Chapo Guzmán Loera fue capturado este viernes en Los Mochis (Sinaloa) después de casi seis meses fugado de la prisión federal de máxima seguridad de El Altiplano en el Estado de México. "Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido". Con estas palabras el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, anunciaba vía Twitter la detención del narcotraficante más buscado del mundo. No obstante, para llegar a este punto, muchas sombras y rumores han rodeado la figura de Joaquín Guzmán y de su fuga de película.

Como si de una película se tratase, el lunes 11 de enero harían seis meses desde que El Chapo se fugó a través de un túnel que conectaba la regadera de su ducha con una casa construida específicamente para su huida, situada a un kilómetro y medio de distancia. Desde entonces, las autoridades mexicanas, en colaboración con organismos estadounidenses, han desarrollado una búsqueda incansable por capturarlo. El escurridizo rastro del capo del narcotráfico parecía haberse perdido en el horizonte de Sinaloa, su Estado natal y base de operaciones. ¿Cómo pudo huir por el subsuelo de una prisión de máxima seguridad? ¿Se fugó o le dejaron marchar? Las preguntas han permanecido sin respuesta en el país donde, según sus autoridades, nunca pasa nada. Hasta que sucede.

Las cámaras de vigilancia de la prisión federal de máxima seguridad de El Altiplano I, situada en Almoloya de Juárez, en el Estado de México, grabaron por última vez a El Chapo a las 20.52 horas del sábado 11 de julio. Una huida perfectamente preparada desde un mes después de su captura –el 22 de febrero del 2014– y de la que los funcionarios encargados de la vigilancia no avisaron hasta 25 minutos después, pese a que el ruido de los martillos comenzó a sonar mucho antes de que Joaquín Guzmán abandonase el lugar.

El presidente de la República de México, Enrique Peña Nieto, se encontraba en Francia en un viaje oficial. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, cuyo gabinete ejerce la máxima autoridad sobre las cámaras de vigilancia que seguian los movimientos de El Chapo, acompañaba al dirigente priísta en su gira europea. 

Según las autoridades, el líder del cártel de Sinaloa habría tardado unos 15 minutos en recorrer el túnel gracias a una motocicleta a raíles situada en el conducto. El recorrido disponía de bombillas eléctricas y ventilación a través de unas tuberías de plástico. Junto a él, su cuñado, Edgar Coronel –actualmente en prisión y considerado como uno de los responsables clave de la fuga–, le acompañó en su fuga para trasladarle en vehículo, una vez fuera, hasta San Juan del Río (Querétaro). Allí tomaron una avioneta para viajar a Sinaloa, donde pararon para cargar combustible antes de dirigirse a un lugar situado en el Triángulo Dorado entre Sinaloa y Durango –tierra controlada por su cártel y hábitat natural de Guzmán Loera–.

Uno de los dos pilotos que trasladaron a El Chapo fue Héctor Ramón Takashima, un histórico de la organización, tal como le calificó la procuradora general Arely Gómez durante el anuncio de su detención. A partir de ahí su pista desaparece, las hipótesis se multiplican y los rumores protagonizan la realidad que rodea al gan jefe del narcotráfico en Sinaloa. Hasta que en octubre reaparece.

Tocado pero no hundido

Tratar de encontrar al narcotraficante más buscado del mundo en su propio territorio se intuía desde un primer momento como una misión bastante compleja. Sin embargo, la Administración para el Control de Drogas Estadounidense (DEA) fue capaz de localizarle en un rancho de la Sierra Madre Occidental mediante el rastreo de unas llamadas telefónicas.

La primera semana de octubre, la Marina mexicana se desplazó por aire al punto en el que Guzmán Loera se ubicaba, tras recibir el soplo de la DEA. El problema es que la inaccesibilidad del lugar hizo que los militares tardasen varias horas en llegar y los hombres de Guzmán advirtiesen a El Chapo de su posible captura, ayudándole de este modo a escapar, tal como filtraron fuentes de la investigación a la NBC.

La Fiscalía, en vista del revuelo mediático que había causado la nueva fuga de Guzmán Loera, publicó días más tarde a través de un comunicado oficial que “la huida precipitada” le había causado “lesiones en una pierna y en el rostro”. Pero esto no evitó que la polémica por la incapacidad de las fuerzas mexicanas en su recaptura volviese a la primera línea.

Jesús Esquivel, corresponsal en Washington de la revista Proceso y autor de libros como La DEA en México, no se extrañó de que El Chapo se volviese a escapar. “La DEA tiene mucha capacidad de inteligencia pero lo que no tiene es la astucia del cártel de Sinaloa en el conocimiento de la Sierra Madre Occidental”, afirmó en declaraciones a infoLibre, “y la Marina y el Ejército mexicano, tampoco”.

La DEA cuenta con “54 agentes en México desde hace algunos años y un amplio número de informantes” dirigidos por Jack Riley que se han encargado de proporcionar información a las fuerzas de seguridad mexicanas para que estas actúen contra el narco. El problema es que el crimen organizado ya hizo “una limpia de todos los posibles informantes del Gobierno y de EEUU” tras su captura en 2014, por lo que las posibilidades actuales se habían visto notablemente reducidas.

Alejandro Hope, analista en seguridad y exoficial en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) entre 2008 y 2011 –etapa del gobierno de Felipe Calderón previa la llegada de Peña Nieto– no dudó ni un momento de que las fuerzas de seguridad volverían a capturar en octubre al narcotraficante. En este tipo de casos lo normal es proceder “desde fuera hacia dentro”. Es decir, “se van haciendo seguimientos a personas vinculadas al personaje hasta llegar de manera gradual al círculo íntimo y finalmente al individuo”. “Me imagino que una de las líneas de investigación habrá estado en la esposa y en la madre”, señaló. Asimismo, para llegar hasta él cree que “una de las líneas estratégicas ha sido tratar de sacarlo de la sierra y llevarlo a una zona urbana para capturarlo en una zona donde no se sienta seguro”. Ahora el modus operandi de las autoridades mexicanas habría sido similar.

Pero, ¿dónde no iba a encontrarse seguro el que fuese considerado por la revista Forbes como el narcotraficante más poderoso del mundo? En un país asolado por la corrupicón, es imposible que el líder de un cártel cuyos ingresos superan los tres billones de dólares anuales tenga problemas para guardarse las espaldas, incluso en una prisión de máxima seguridad.

Irregularidades a raudales

La fuga de El Chapo dejó entrever desde un primer momento los agujeros de seguridad mexicana y las corruptelas en las prisiones del país. Alejandro Hope entiende que los errores fueron miles: "Fallaron los controles internos, el gobierno de la prisión estaba corrupto, no se siguieron los protocolos, no se le cambió de celda, se le permitieron excesivamente visitas más allá de la norma", entre otros. 

El ejemplo más sangrante es el tiempo que transcurre desde que Guzmán Loera sale por la regadera de la ducha hasta que los vigilantes de las cámaras de seguridad dan la voz de alarma. Más aún cuando no sólo hay una persona encargada de observar en todo momento al líder del cártel de Sinaloa en el centro de control de El Altiplano, sino que el vídeo de su celda llegaba hasta el comisionado de Seguridad Nacional, organismo dependiente de la propia Secretaría de Gobernación –cuyo máximo responsable es Miguel Ángel Osorio Chong, el equivalente en España a Soraya Sáenz de Santamaría–. ¿Por qué nadie dio la voz de alarma en ninguno de los espacios que estaban controlando las cámaras de El Chapo? 

Hope lo tiene claro: "Hubo negligencia o complicidad de aquellos encargados de la videovigilancia". Y las detenciones por el caso de Guzmán Loera se quedaron en un nivel "relativamente bajo". Durante estos casi seis meses los arrestos "han quedado fuera de la inteligencia que estaba involucrada en la custodia de 'El Chapo'". Tanto es así que el cargo más allá de las 13 destituciones de funcionarios a baja escala sólo llegó "hasta la encargada del sistema penitenciario general, Celina Oseguera", comenta.

"La impunidad que hay en México no se castiga a ese nivel", añade Esquivel. "Si en EEUU se les escapa un presunto terrorista de alto nivel, serían capaces de pedir la cabeza de el presidente", argumenta.  

Las irregularidades fueron más allá. La propia procuradora general –equivalente a la Fiscal General en España–, Arely Gómez, mostró a los medios el vídeo de la fuga sin audio, justificando que las cámaras no grababan sonido. No obstante, la cadena de televisión Televisa publicó meses más tardes la videovigilancia real de la noche del 11 de julio. Esta disponía de audio y el golpe de los martillos se escuchó antes de que Guzmán se fugase.

Las explicaciones del Gobierno de Peña Nieto volvían a estar en jaque gracias a las filtraciones de la prensa. "Tal vez por eso" –tal como apunta Esquivel– la PGR decidió reservar durante 12 años el expediente de la investigación de la fuga de El Chapo. "Sería demasiado embarazoso para ellos", añade. 

Por suerte, medios mexicanos publicaron numerosos detalles de la investigación. Arely Gómez, en una entrevista concedida al periódico Milenio el pasado diciembre, no se atrevió a dar cifras exactas de cuánto había pagado El Chapo por fugarse. Sin embargo, medios como Excélsior apuntaron que las investigaciones de la PGR auguraban hasta octubre –sólo en el planeo de la fuga– un coste de 2.700.000 pesos mexicanos (140.000 euros). Del mismo modo, también publicaron que el terreno donde se edificó la casa en construcción por la que Guzmán Loera salió al final del túnel costó 1.500.000 pesos (78.219 euros)

El precio de la fuga fue elevado, como también lo habrá sido la segunda detención, que supone un triunfo político para Enrique Peña Nieto después de ver su popularidad devaluada a niveles mínimos tras los diferentes escándalos que han rodeado su figura en el último año. Tal como recalca Jesús Esquivel, la noticia de este viernes no será el fin del cártel de Sinaloa: "El Chapo se convirtió hace tiempo en un problema y su herencia está en manos de sus hijos". Lo que pase próximamente, las revelaciones o nuevas hipótesis sobre la verdad de lo que ha ocurrido en todo este período, sólo se sabrá –si se sabe– con el tiempo.

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