Crisis de los refugiados

Los barrotes de Lesbos: el día a día de los refugiados atrapados en la isla

Tensión entre policías e inmigrantes en la isla griega de Kos

Helena Vázquez | Atenas

Escondiéndose dentro de un ferry es como el egipcio Nasim Sarhan, pseudónimo que usamos para proteger su identidad, consiguió salir de Lesbos y pisar Atenas tras cuatro meses atrapado en la isla de Lesbos, territorio de 80.000 habitantes que había recibido 517.000 personas entre enero de 2015 y enero de este año, según ACNUR. Su huida le ha permitido continuar su viaje a Italia y evitar la deportación a Turquía. Después del tratado que subscribieron la Unión Europea y Turquía, la isla no ofrece muchas otras alternativas. La privación de movimiento con la que viven ahora los migrantes retenidos en ella, es decir, la prohibición de huir de la isla, convierte a Lesbos en algo cada vez más parecido a una prisión mientras que las condiciones de vida de los migrantes allí son cada vez más precarias.

La barca con la que Nasim y otras 40 personas cruzaron el Egeo atracó en la costa de Lesbos a mediados de febrero. En aquel momento, los llamados hotspot, centros de registro de inmigrantes, permitían a los recién llegados disponer de un documento de estancia temporal mediante el cual podían permanecer un tiempo en Grecia. Así, podían moverse sin problemas de las islas a tierra firme.

No obstante, a Nasim no le entregaron nunca dicha documentación ya que, de una forma casi arbitraria, en febrero, a algunas nacionalidades se les empezó a no expedir el permiso de estancia temporal, por lo que no podían subirse al ferry hacia Atenas. Aunque no se dispone de datos oficiales, podrían ser centenares los migrantes los que se encontraron en esta situación, según las organizaciones humanitarias.

A los que no se les daba dicha documentación eran egipcios, paquistaníes, marroquíes... nacionalidades que se encuadran en el perfil de migrante económico, que, a diferencia de los recién llegados con estatuto de refugiado, son todas aquellas personas que se mueven de sus países por conveniencia personalconveniencia personaly como resultado de una decisión tomada libremente, según la Organización Internacional para las Migraciones. Grecia es, desde el año pasado, el principal punto de entrada para los refugiados que huyen de las zonas de guerra como Siria, Afganistán e Irak, pero hasta marzo era también la principal puerta de entrada de migrantes de otros países de Oriente Medio y del Norte de África.

De lugar de acogida a prisión

A partir del 20 de marzo, con la puesta en marcha del acuerdo entre los 28 países de la Unión Europea y Turquía, la situación en Lesbos dio un giro de 360 grados de la noche a la mañana. El emblemático sitio que había sido un lugar de acogida se convirtió en una gran prisión con la entrada en vigor del tratado. El polémico acuerdo considera a cualquier persona que entra en territorio griego de forma ilegal como un “migrante irregular”, lo que implicaría su posterior deportación a Turquía.

Así, desde finales de marzo nadie puede obtener el permiso para coger el ferry hacia Atenas, a menos que se le reconozca el derecho de asilo en Grecia, algo que el propio tratado impide con cierta ambigüedad. El foco mediático de ese antes y después se dirigió a los refugiados de Lesbos. Pero lo que obviaron los medios fue la situación de los migrantes económicos, que se quedaron atrapados en la isla.

Para ejecutar este nuevo sistema de acogida temporal e inmediato regreso a Turquía, a partir del 20 de marzo Grecia empezó a retener a todos los migrantes que llegaban a sus costas y a trasladarlos a los centros de registro de islas como la de Chios, Samos, Lesbos, que se transformaron en centros de detención. Aunque Nasim Sarhan había llegado en febrero, antes de que se hubiera suscrito el acuerdo, no podía acreditar su fecha de llegada porque nunca fue registrado debido a su nacionalidad egipcia. No disponer de fecha de entrada después de la entrada en vigor del tratado implicaba sujetarse a las nuevas reglas y por lo tanto, tarde o temprano, sería arrestado.

El encarcelamiento

La ley griega establece ahora que todos los migrantes que llegan a estos centros de detención sólo pueden permanecer allí 20 días. El objetivo del encarcelamiento es precisamente el registro del migrante, tal y como confirman fuentes oficiales del Gobierno. Nashim, a mediados de abril, fue detenido por la policía y llevado al centro de detención de Moria, en Lesbos. Asegura haber pasado más de 20 días allí hasta ser finalmente registrado y haber obtenido la documentación que necesitan los internos para poder salir del recinto. Sin embargo, esos papeles son insuficientes para abandonar la isla. Los papeles que Nashim guarda consigo confirman que estuvo 40 días encarcelado en Moria. Esto podría llegar a ser una práctica tan habitual como ilegal. infoLibre ha obtenido testimonios que confirman que las detenciones duran mucho más de 20 días. Por el contrario, fuentes oficiales del Gobierno niegan que se esté dilatando el período de detención más días de lo legalmente permitido.

Aunque la Unión Europea ha prometido el envío de medios humanos para desarrollar tareas relativas a la ejecución del tratado en las islas, esa ayuda ha llegado con cuentagotas, según Giorgos Kyristis, portavoz del comité gubernamental para la crisis de refugiados. Grecia no dispone de los medios necesarios para agilizar los trámites de registro y las peticiones de asilo como se esperaría, aunque Kyristis niega que se esté reteniendo a los migrantes más tiempo del necesario.

Según fuentes de organizaciones humanitarias, cientos de migrantes han solicitado asilo, pero las peticiones son examinadas por los funcionarios a un ritmo muy lento, teniendo en cuenta que son más de 3.000 los detenidos en esos centros, según las autoridades locales. La Oficina Europea de Apoyo al Asilo comenzará a desplazar unidades móviles por todo el país a partir de este mes, por lo que el proceso es probable que se acelere a partir de ahora.

La vida en el centro de detención de Moria

El otro gran problema son las condiciones de salubridad y alimentación que ofrecen centro de detención como el de Moria. Según Nashim, la comida escasea por lo que “se pasa hambre, la gente adelgaza y padece anemias”. La situación podría asemejarse a la de otros recintos oficiales para migrantes, donde la ayuda ofrecida por el Estado griego es mínima. “Una vez cerraron las fronteras vecinas, teníamos que proporcionarles más ayuda a los refugiados que se quedaron atrapados en Grecia. Lo teníamos que hacer con un sector público duramente golpeado después de seis años de austeridad, con menos personal y con menos fondos”, aseguraba Kyristis en una reciente entrevista para infoLibre.

En estos centros los voluntarios tienen el acceso restringido por lo que las provisiones de comida y productos de primera necesidad deben ser prestados directamente por militares y policía, quienes custodian estos recintos. Algunas ONG decidieron ofrecer sus servicios dentro de estos recintos, como Médicos del Mundo y Praksis, que prestan su ayuda en Moria. Otras organizaciones humanitarias, como Médicos sin Fronteras, decidieron mantener su actividad fuera del centro de detención como muestra de rechazo al encarcelamiento.

“Últimamente la policía se ha puesto muy violenta con los voluntarios y las asociaciones”, asegura Nashim. Algunas ONG se están retirando de Moria y esto asusta a sus internos, quienes no pueden confiar en que el Estado griego les proporcione lo mínimo necesario para vivir. “La policía ya ha empezado a repartir la comida y, tanto la calidad como la cualidad es muy mala”, confirma Nashim.

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Salir de la llamada prisión de Moria es posible una vez se recibe la hoja de registro. Pero escapar de la isla por las vías legales no es una opción plausible a menos que la tramitación de la solicitud de asilo sea aceptada. Los migrantes económicos tienen las puertas cerradas a esa opción. Por ello, optar por las vías ilegales para salir de la isla es la única opción que tienen si no quieren ser devueltos a Turquía. “Cuando subí al ferry, me armé de valor y pensé que no tenía nada que perder, estar en Moria me llevaría a Turquía”, explica Nashim.

La desesperación crece entre los solicitantes de asilo de Siria o Irak, pero aumenta aún más entre los migrantes económicos, con pocas o nulas posibilidades de obtener dicha protección internacional. A lo largo de las últimas semanas se han acelerado las protestas violentas en Moria. Recientemente, a raíz de una pelea entre afganos y paquistaníes, se produjeron disturbios dentro del recinto, que terminaron con 15 personas heridas y con la evacuación parcial. Human Rights Watch advirtió el mes pasado que la policía no protegía a los refugiados durante las oleadas frecuentes de la violencia en los centros de detención de las islas.

"Hay una gran cantidad de gente irritada en el centro de Moria" aseguró el alcalde de la isla, Spyros Galinos , al diario griego Kathimerini después de este violento incidente. Y apuntó que estos sucesos no cesarían porque “los que están allí [en Moria] están al límite”, añadió.

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