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Perfil | Nuevo secretario general de la ONU

António Guterres, el socialista que luchó por los refugiados

António Guterres, el socialista que luchó por los refugiados

La ONU ya tiene nuevo secretario general. António Guterres (Lisboa, 1949), ex primer ministro socialista de Portugal entre 1995 y 2002, sucederá al surcoreano Ban Ki-Moon al frente de la organización internacional a partir del 1 de enero de 2017, tal y como se confirmó este jueves. El cargo será la guinda para la carrera política de Guterres, un hombre que lo ha sido prácticamente todo en su país y que, a nivel internacional, lleva más de diez años vinculado a la ONU como máximo responsable de ACNUR, su agencia para la ayuda a los refugiados.

Guterres llega a la Secretaría General de la ONU en un momento en el que la institución se encuentra envuelta en varios frentes sin resolver, entre los que se cuentan la guerra en Siria o el auge del terrorismo yihadista. El nuevo líder de la organización tiene experiencia en bregar contra una de las consecuencias más dramáticas de estos fenómenos: la crisis de refugiados que se ha recrudecido en el Mar Mediterráneo en los últimos años, que ha generado un auge de la xenofobia en Europa y ha dejado miles de muertos en las costas mediterráneas.

Desde su puesto en ACNUR (un organismo que lideró entre 2005 y 2015), el dirigente ha sido muy crítico en los últimos tiempos con la tibieza con la que la UE se ha enfrentado a esta crisis. El club comunitario, por su parte, le dio la espalda en el proceso de selección para la Secretaría General de la ONU, en el que la Comisión Europea y la canciller alemana, Angela Merkel, apoyaron a la comisaria europea Kristalina Georgieva. Y es que el nuevo líder de Naciones Unidas no ha sido un personaje cómodo para algunos gobiernos europeos, a los que ha advertido públicamente del "riesgo" de que los "principios más fundamentales" de Occidente queden pisoteados si se mantienen las restrictivas políticas sobre refugiados que están llevando a cabo naciones como Hungría.

No obstante, en Portugal incluso sus adversarios políticos del centroderecha le han felicitado calurosamente. Y es que Guterres, con fama de dirigente dialogante y diplomático, no es precisamente un recién llegado al tablero político. El culmen de su trayectoria fue su etapa como jefe del Gobierno portugués, entre 1995 y 2002, pero el socialista comenzó a forjar su carrera más de 20 años antes en las Juventudes Universitarias Católicas de Portugal. Aunque en 1974 –coincidiendo con la Revolución de los Claveles que acabó con la dictadura en Portugal– abandonó esta organización para pasar a militar en las Juventudes Socialistas, nunca ha abandonado su condición de católico practicante.

Diputado en 1976, primer ministro en 1995

Ingeniero electrónico de profesión –entre 1972 y 1974, incluso, llegó a dar clases de esta disciplina en el Instituto Superior Técnico de Lisboa, donde estudió–, Guterres conoció en el Partido Socialista a su entonces líder, Mario Soares, de la mano de quien inició su carrera política. En las elecciones de 1976, el nuevo secretario general de la ONU fue elegido por primera vez diputado en la Asamblea de la República, un cargo que ya no abandonaría hasta el año 1995.

Mientras ascendía en las filas socialistas, que llegaría a liderar en 1992 al ser elegido secretario general del partido, Guterres fue adquiriendo experiencia internacional. Entre 1976 y 1979 estuvo en el equipo que negoció la entrada de Portugal en la UE –que terminó materializándose en 1986–, y en 1988 fue elegido líder del grupo socialista en la Asamblea. Ese puesto fue la antesala de su llegada al liderazgo del Partido Socialista, que se produjo en 1992 y que vino acompañada de su nombramiento como vicepresidente de la Internacional Socialista.

Apenas tres años después, en 1995, Guterres ganó las elecciones generales con un 43,7% de los votos y formó un gobierno que reeditaría cuatro años después con un porcentaje muy similar de los sufragios. Durante sus mandatos, en el plano internacional Portugal accedió al euro y completó su proceso de descolonización con la devolución de Macao a China en 1999, consiguiendo que la región mantuviera un grado importante de autonomía, al estilo de lo que ocurre con Hong Kong.

Durante su segunda legislatura como primer ministro, Guterres también se mostró muy implicado con el proceso de independencia de Timor Oriental, una excolonia que Portugal abandonó en 1975 y que fue posteriormente invadida por Indonesia. En marzo de 1999, los gobiernos portugués e indonesio alcanzaron un acuerdo para celebrar un referéndum de independencia en la región, pero tras el triunfo de la opción independentista se produjo una violenta represalia por parte de las fuerzas indonesias que obligó a una intervención de la ONU en el país.

Tal y como desveló años después, Guterres hubiera pensado en dimitir si Naciones Unidas no hubiera tomado cartas en el asunto, pero finalmente Timor Oriental pudo independizarse y su Gobierno ha sido uno de los que más calurosamente ha felicitado al nuevo secretario general de la ONU. "[A Guterres] se le reconoce un gran aprecio por el pueblo de Timor, que demostró como defensor de nuestra lucha por la autodeterminación, y siempre ha mostrado interés y orgullo en el progreso de nuestro país, especialmente en materia de democracia, paz, estabilidad y desarrollo social", afirmó el Ejecutivo timorense en un comunicado hace unos días.

"Nuestra respuesta se está quedando muy corta"

Guterres anunció su dimisión como primer ministro en 2001, tras el batacazo del Partido Socialista en las elecciones municipales, y en 2005 accedió al puesto que mayor prestigio internacional le ha dado: el de Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Allí se mantuvo hasta 2015, y desde ese despacho tuvo que hacer frente a la crisis de los refugiados en Europa provocada por la guerra de Siria. "No sólo hemos alcanzado el número más alto de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial, sino que lo más espantoso es cómo las cosas se han acelerado en los últimos años", afirmó Guterres.

Bajo este prisma, el nuevo secretario general de la ONU ha tenido duras palabras para con la política seguida por la UE con respecto a los refugiados. "Es hora de que los europeos abandonemos la ilusión de que podemos aislarnos de esta crisis. Nuestra región está viviendo el desastre humanitario más grande desde la Segunda Guerra Mundial, pero nuestra respuesta se está quedando muy corta", aseguraba Guterres en un artículo en la revista Time en abril de 2015.

"No podemos evitar que la gente huya. Sí podemos decidir con qué grado de bondad y humanidad les tratamos", denunciaba en ese mismo escrito el dirigente, que se mostraba crítico con el auge del discurso xenófobo en varios países de la UE. "Algunos argumentan que dejar entrar a refugiados y otros extranjeros supone una amenaza a la forma de vida de nuestra sociedad, pero no es manteniendo a la gente fuera de Europa como los europeos van a mantener su identidad. Todo lo contrario: es dando a los refugiados protección y un futuro como realmente preservaremos lo que somos", aseguraba Guterres.

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"Servir a los más vulnerables"

El nuevo secretario general de la ONU afronta un mandato complicado al frente de la organización. Según plantea en su web de campaña, Guterres centrará su gestión en cinco frentes: un "impulso en la diplomacia para la paz", la creación de una estrategia unitaria para la resolución de conflictos, una "mayor inversión" en el fomento de la "capacidad" de los Estados para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos, la lucha contra el terrorismo y, en relación con esta cuarta pata, el "fomento de la inclusión, la solidaridad y la cohesión de las sociedades multiétnicas, multiculturales y multireligiosas".

Guterres, al ser nominado como único candidato la semana pasada por el Consejo de Seguridad de la ONU –este jueves fue ratificado por la Asamblea General–, dijo sentir "gratitud y humildad". En esas declaraciones, afirmó que el eje de su mandato será "servir, y sobre todo servir a los más vulnerables" para afrontar "las muy difíciles tareas" que abordar "en un mundo que enfrenta problemas terribles". Desde el 1 de enero de 2017, tendrá cinco años para intentarlo.

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