Estados Unidos

La administración Trump se prepara para revertir años de aperturismo

La administración Trump se prepara para revertir años de aperturismo

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Tras los devastadores comentarios sobre el legado de Fidel Castro formulados ayer, la administración Trump se prepara para revertir años de diplomacia estadounidense para normalizar las relaciones con Cuba, comenzando desde la ciudad de Miami, ayer escenario de celebraciones de exiliados tras conocer la muerte del líder revolucionario, informa Europa Press.

A la cabeza de esta iniciativa se encuentra la representante republicana Ileana Ros-Lethinen, que ha salvado diferencias irreconciliables con Donald Trump –de hecho, declaró su apoyo a Jeb Bush durante las primarias republicanas– para asegurar ayer en rueda de prensa que el presidente electo "tenía toda la razón a la hora de decir que todas las aperturas que el presidente Obama ha concedido al régimen de Castro no han hecho más que beneficiar únicamente al propio régimen".

"Espero que esta nueva administración aproveche este momento como una oportunidad para reafirmar su compromiso con el pueblo cubano y presionar al régimen de Castro a través de la eliminación de las decisiones ejecutivas sobre Cuba adoptadas por la administración Obama", hizo saber en declaraciones recogidas por el Miami Herald.

Ayer, Trump habló durante unos minutos con el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, republicano distinguido por votar por la candidata demócrata, Hillary Clinton. Un portavoz de Giménez se limitó a informar de que Trump prestó de viva voz su apoyo por los exiliados cubanos en Miami. El presidente electo también se puso en contacto con Rick Scott, quien declaró el compromiso de Florida para "impulsar una nueva era de libertad y dignidad en Cuba".

Trump calificó ayer a Castro de "brutal dictador" en un comunicado en el que recuerda a los veteranos de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, con la esperanza de "ver pronto algún día" una "Cuba libre".

"Hoy el mundo marca el fallecimiento de un dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante casi seis décadas. El legado de Fidel Castro es uno marcado por los pelotones de fusilamiento, el robo, el sufrimiento inimaginable, la pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales", hizo saber a través de un comunicado.

"Si bien Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que el día de hoy sea un paso para alejarse de los horrores que se han soportado durante demasiado tiempo, y hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano viva por fin con la libertad que tanto se merecen", añadió la nota.

En términos parecidos se expresó el senador Marco Rubio, para quien la muerte del "dictador" Castro no supone "el fin de la dictadura" ni la libertad "para los activistas, líderes religiosos y oponentes políticos que han sido encarcelados o perseguidos".

Los también representantes estadounidenses Carlos Curbelo y Mario Díaz-Balart –sobrino de la primera esposa de Castro– condenaron igualmente al fallecido dirigente, a quien calificaron como "el cerebro del mal" y celebraron "un día histórico" que marca el inicio de la reversión de años de aperturismo estadounidense al régimen cubano.

"Nuestra estrategia", apuntó Díaz-Balart, "siempre ha sido la misma: respaldar al pueblo cubano y cortar la financiación del régimen que oprime al pueblo cubano. Sin embargo, durante los dos últimos años, el presidente Obama ha hecho todo lo posible para financiar los monopolios familiares de los Castro".

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El acercamiento formal entre los gobiernos de Washington y La Habana ha sido el resultado de un largo proceso de contactos y negociaciones secretas que no hubieran sido posibles sin los cambios experimentados en la propia sociedad estadounidense y en su percepción de Cuba.

Un reciente estudio del Pew Research Center revelaba que un 73% de los estadounidenses apoyan el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba y un porcentaje similar, un 72%, respaldan el posible fin del embargo comercial impuesto hace más de medio siglo.

Además, por primera vez la mayoría de los estadounidenses (54%) tienen una percepción positiva de Cuba. Sin embargo, afrontan con escepticismo la posibilidad de cambios políticos en la isla, con un 49% que cree que la situación será más o menos la misma. Un 43% creen que en los próximos años se producirá una apertura.

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