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Bombas de racimo: aumentan las víctimas mientras crece el número de países que apoyan su erradicación

Material militar de fabricación estadounidense encontrado en Yemen.

Raquel Maluenda

"El año pasado, el número de víctimas de las municiones en racimo se duplicó, y fue la población civil la más afectada. La única manera de asegurarse que se acabe esta insidiosa amenaza es que todos los Estados se adhieran a la prohibición internacional de estas armas". Así lo expresó Jeff Abramson, coordinador de la iniciativa civil Landmine and cluster munition monitor, que presentó este jueves su octavo informe anual, Cluster Munition Monitor 2017, en el que hace un seguimiento global de la utilización, prohibición, diseminación y víctimas de las municiones de racimo, y que será utilizado la próxima semana en la ONU, Ginebra, en la séptima reunión de los Estados parte de la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008.

Elaborado por la Coalición contra las Municiones en Racimo (CMC, por sus siglas en inglés), que opera junto a la Campaña Internacional contra las Minas Terrestres (ICBL), el documento refleja cómo a pesar de que los Estados continúan ratificando e implementando el tratado internacional que prohíbe el uso, el almacenamiento, la producción y la transferencia de municiones en racimo, el uso de estas nefastas armas en Siria y Yemen ocasiona más víctimas entre la población civil

Más del doble de víctimas que en 2015

El Cluster Munition Monitor 2017 identificó al menos 971 nuevas víctimas de las municiones en racimo a nivel mundial en el 2016, de las cuales la mayoría ocurrieron en Siria (860), en Laos (51) y en Yemen (38). Si bien sus autores consideraron que esta cifra sería inferior a la real. "La devastación humanitaria causada por las municiones en racimo es particularmente aguda en Siria, donde el uso ha continuado sin disminuir desde mediados de 2012", señaló Abramson.

De este modo, las víctimas registradas el pasado año supondrían más del doble de las reconocidas en 2015 (417), lo que convertiría a 2016 en el segundo año con más víctimas por municiones de racimo desde el inicio de los informes del Monitor en 2009 (la cifra más alta ocurrió en 2013). Además, la población civil, cuando fue posible identificarlas como tal, representó el 98% de las víctimas.

Los ataques con municiones en racimo fueron los principales responsables de personas muertas o lesionadas, 837 en Siria y 20 en Yemen, recoge el documento. Pero más de cien personas fallecieron o resultaron lesionadas por submuniciones sin explotar. De hecho, los restos explosivos de ataques anteriores pueden actuar como minas antipersonas letales. Así, la Laos experimentó en 2016 el mayor resurgimiento en el número de personas muertas y lesionadas por submuniciones sin estallar en diez años, registrándose 51 víctimas de las cuales el 67% eran niños, señala el informe.

El pasado año, el Monitor registró víctimas de diez países —Bosnia y Herzegovina, Irak, Laos, el Líbano, Libia, Serbia, Sudán del Sur, Siria, Vietnam y Yemen—, pero solo en Siria y Yemen se identificaron víctimas de nuevos ataques.

El texto recuerda que desde la década de los sesenta, cuando EEUU realizó ataques con municiones de racimo en Laos y en el sudeste asiático, se han documentado más de 21.200 personas muertas y lesionadas por estas armas y, aunque no existe documentación suficiente de muchos de estos accidentes, el Monitor estima que hay aproximadamente 56.000 víctimas en 33 países de todo el mundo.

119 países apoyan su prohibición

A día de hoy, 119 países se han adherido o han firmado la Convención que entró en vigor en 2010, el instrumento internacional dedicado a la erradicación del sufrimiento causado por las municiones de racimo, que ya cuenta con 102 países jurídicamente vinculados y 17 firmantes, señala el Cluster Munition Monitor 2017 . En el último año, Benín y Madagascar se han sumado y han ratificado el tratado.

Además, en diciembre de 2016, 141 Estados —entre los que se incluyeron 32 no signatarios— adoptaron una resolución de la Asamblea General de la ONU apoyando la Convención. "La mayoría de los países del mundo hacen parte de la Convención y trabajan arduamente para cumplir sus obligaciones de desarme", manifestó Mary Wareham, editora política del informe y miembro de Human Rights Watch, que indicó que Siria es "una afrenta a ese progreso inquebrantable y se le debe continuar condenando vigorosamente, sin ninguna reserva".

Las fuerzas gubernamentales sirias continúan utilizando municiones en racimo, con al menos 238 ataques registrados en zonas de la oposición entre agosto de 2016 y julio de 2017, y Rusia participa en una operación militar conjunta con ellas desde septiembre de 2015. Igualmente, la coalición liderada por Arabia Saudí ha utilizado bombas de racimo en Yemen. Aunque ninguno de estos países ha firmado la Convención, los ataques con municiones en racimo ha disminuido como consecuencia de la condena internacional generalizada, indica el documento, que advierte de que no existen informes o denuncias de que algún Estado parte haya hecho uso de municiones en racimo desde que se adoptó la Convención.

Siria y Yemen: dos países asolados por bombas de racimo fabricadas en Rusia y EEUU

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Destrucción del 97% de las municiones

Según recoge el informe, 28 Estados parte habrían destruido casi 1,4 millones de municiones en racimo almacenadas que contenían más de 175 millones de submuniciones, lo que supondría la destrucción del 97% de todas las municiones declaradas en existencia en arsenales bajo el tratado, y el 98% de todas las submuniciones. Durante 2016, Eslovaquia, España y Suiza destruyeron 56.171 municiones en racimo y 2,8 millones de submuniciones.

Del mismo modo, el pasado año se examinó y desminó al menos 88 km2 de tierra contaminada en todo el mundo, que implicó la eliminación de unas 140.000 submuniciones, cifras superiores a 2015 (70 km y 120.000, respectivamente). En el mismo periodo, Mozambique anunció la finalización de desminado de sus áreas contaminadas. Sin embargo, todavía 26 Estados siguen contaminados por municiones de racimo, y los conflictos y la inseguridad, en particular en Siria y Yemen, dificultan la eliminación de estas armas.

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