Después de que los 27 países miembro de la
Unión Europea aprobasen este domingo el acuerdo del
Brexit para
Reino Unido, el texto salido de Bruselas debe superar ahora la mayoría simple de la Cámara de los Comunes en Londres. El sistema uninominal británico —sin disciplina de partido, ya que cada diputado es libre para votar en conciencia— y las discrepancias entre los grupos parlamentarios sobre el documento de desconexión asumido por la primera ministra británica,
Theresa May, abren la
posibilidad de que el plan sea rechazado en la votación del próximo 12 de diciembre. Esta lunes, la
premier comparecerá ante el Parlamento para hablar sobre dicho acuerdo, recién aprobado por los líderes comunitarios.
La primera ministra necesita que la mayoría simple de los
650 representantes que integran la Cámara voten a favor de su propuesta pero, de momento, esa mayoría no está clara al tiempo que las posturas en contra se amontonan. Solo en su propio partido May ya acopia la
negativa de entre 50 y 90 diputados —su grupo parlamentario tiene 316—; y los 10 de su socio de Gobierno, el
Partido Democrático Unionista irlandés (DUP), ya han adelantado que no apoyarán la resolución. Su líder,
Arlene Foster, confirmó este domingo en Belfast que “bajo ninguna circunstancia” votarán a favor del texto por el mal trato, dice, que
Irlanda del Norte está recibiendo desde Londres. Foster criticó que se pretenda mantener la regulación comunitaria en el
Ulster y acusa al Gobierno central de intentar invisibilizar la frontera con Irlanda y de otorgarle a su país un estatus distinto del que tienen Inglaterra, Gales y Escocia.
Aparte de los diputados euroescépticos —
tories (del Partido Conservador) y liberaldemócratas— y los representantes del DUP, descontentos porque estiman que el documento de May contempla demasiado alineamiento con las normas de Bruselas, el acuerdo del
Brexit negociado con la UE cuenta con la
displicencia del Partido Laborista. Su cabeza,
Jeremy Corbyn, ya anunció que los 262 diputados laboristas del Parlamento votarían en contra por considerar “malo” para el Reino Unido un texto que, dice, pone “en riesgo” puestos de trabajo: “Este es el resultado de un
miserable fracaso en las negociaciones que nos deja con lo peor de ambos mundos”.
Los euroescépticos, por su parte, plantean que una
moción de censura en la Cámara acabe con el Gobierno de May, que sería sustituida por otro conservador que no negocie un acuerdo gestionado por la Unión Europea y que, por tanto, la salida de Reino Unido solo esté regida por las reglas de la
Organización Mundial del Comercio. Tampoco quedan desestimadas otras soluciones como el
adelanto electoral u otro referéndum sobre el
Brexit. No obstante, teniendo en cuenta que el periodo de transición finaliza el
próximo 29 de marzo, estas posibilidades no apuntan a materializarse. En el catálogo de opciones, si los Comunes votan en contra del acuerdo, está la
posible dimisión de Theresa May.
Negociación individual y presión ciudadana
Enfrente de la incerdumbre por las dificultades de que la primera ministra supere la coyuntura parlamentaria, su partido se ha puesto a trabajar para
ganarse la voluntad de los diputados más moderados e indecisos que coquetean con el voto en contra, iniciando dos estrategias: apelar a la ciudadanía para que la presión popular afecte a los políticos y negociar individualmente con aquellos parlamentarios de quienes puedan sacar un
sí.
La primera medida ya se ha puesto en marcha este domingo, cuando May publicó una
carta abierta en los principales diarios británicos donde argumentó a favor del pacto llevado a cabo con Bruselas como único posible: “Será un acuerdo que defienda el interés nacional, y que sea útil para todo el país y para todos nuestros ciudadanos, al margen de lo que votasen en el referéndum de 2016”, dijo la primera ministra.
La segunda estrategia contemplada por los conservadores versa sobre la
negociación individualizada con diputados clave. Así, se pretende incidir en los parlamentarios influyentes para que éstos consigan dirigir el voto de otros miembros de la Cámara y que la negociación del
Brexit con Europa, y el propio
Brexit, salgan adelante.