El vídeo de la semana

La rampa del infierno

La imagen de esta semana es una apuesta casi segura en el mercado de futuros porque no se ha producido en realidad pero todos la hemos visualizado con mayor o menor dramatismo: la infanta Cristina declarando ante el juez por el caso que ha convertido la celebridad de su marido en incómoda carga para la familia del jefe del Estado.

Aquí la vemos oculta tras unas gafas de sol y rodeada de guardaespaldas o colaboradores en el interior de su coche a la salida de la casa de Pedralbes que según Urdangarin no podrán seguir pagando. Salva un pequeño repecho que se me antoja igual de inclinado que el que recorren quienes acuden a declarar al juzgado de Palma por esta causa que ahora cuenta con una nueva figura estelar. Pero la del juzgado se hace andando, es más prolongada, y se nota más. Es una cuesta abajo hacia una declaración ante el juez que, de tener a la infanta como protagonista, perfilará una de esas postales de la Historia que se registran en los libros o en el soporte en que se vaya a estudiar en el futuro el tiempo de sobresaltos que nos está tocando vivir. Y no me sorprendería que doña Cristina percibiera con mucha más intensidad y aspereza que cualquiera de nosotros el significado también simbólico de la cuesta abajo, porque quizá sea su particular descenso a los infiernos. Aunque creo que no necesita descender la rampa para sentirse en el fuego abrasador: su esposo ya recibió la condena social y fue expulsado del paraíso familiar, y ella probablemente viva con él esa condena en la medida en que comparta las penalidades del marido. Así y todo, cabe pensar que una cosa es poner a medias las desdichas en casa y otra que se visualice la caída en forma de bajada a los infiernos judiciales, y en eso centre ahora parte de sus pensamientos y estados de ánimo. Porque hay que ver, y se aprecia bien en el video, la tensión y angustia que refleja su rostro saliendo de casa ante la expectación de la canallesca que se ha hecho fuerte frente a ella. No sabía entonces la infanta que el juez atendería la petición fiscal y suspendería su declaración del 27 de abril. Pero no creo que eso cambie su ánimo: bálsamo temporal, como mucho.

La Justicia, dice el rey, ha de ser igual para todos; lo mismo opina el juez Castro. Una justicia independiente y necesaria en estos “tiempos complejos”, ha dicho también el príncipe. Y en eso creemos todos. Algunos con renovada convicción tras la imputación judicial. Otros, Gobierno y Casa del Rey incluidos, con el concurso de quienes casi todo perdonan a la Corona, con alguna duda garantista que ahora habrá de resolverse.

Sea como sea, la imagen de esta semana se proyecta en el futuro inmediato y tiene todavía recorrido pendiente. Aunque puestos a proyectar, mala cosa la imagen que de España proyecta por ahí fuera: no hay más que ver el tratamiento informativo global a esta noticia.

Pero quizá eso de la visión de esta España de corrupciones –que no corrupta- y parados –que no parada- en planos de realidad superpuestos e inevitables sea otra historia para ser contada en otra ocasión.

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