El hombre moderno

Rouco y yo

"Señor, no soy digno de que entres en mi casa..."Los Evangelios según San Lucas

El pasado lunes el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela no habló de desahucios.

Habló.

Habló durante largo tiempo, pero no habló de desahucios.

Se trata de una larga tradición, la Iglesia no brilla precisamente por ajustar sus pronunciamientos en función del escenario que habita.

Por poner en contexto: La inquisición española no cesó en su persecución de herejes hasta 1834, cuando Darwin se embarcaba en el Beagle y Faraday descubría la relación entre la electricidad y el magnetismo.

Es interesante la cuestión de la herejía. La lectura literal del Antiguo Testamento no sólo permite que se mate a los herejes, lo pide:

"Si de alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da, para que habites en ella, oyes que se dice que hombres impíos de en medio de ti han descarriado a los hombres de tu ciudad, diciendo: “Vamos y sirvamos a otros dioses” que vosotros no conocisteis, entonces tu inquirirás, investigarás y averiguarás bien. Y he aquí que si resulta ser verdad y es cosa confirmada que se hizo tal abominación en medio de ti, matarás irremisiblemente a filo de espada a los habitantes de aquella ciudad, destruyéndola por completo con todo lo que haya en ella. También matarás sus animales a filo de espada. Juntarás todo su botín, como una ofrenda del todo quemada a Jehová tu Dios. Así será convertida en ruinas perpetuas, y nunca más será edificada". 

(Deuteronomio 13, 12-16)

Y así la historia empezó a hablar de desahucios.

Sobre la última parte, ("...matarás irremisiblemente a filo de espada a los habitantes de aquella ciudad, destruyéndola por completo con todo lo que haya en ella"). Parece más que evidente que la Iglesia ha sido algo más flexible que lo que el texto demanda. La destrucción de las propiedades del hereje desde 1199 sufrió profundas alteraciones cuando el Papa Inocencio III decretó que la iglesia se apropiaría de todas las propiedades pertenecientes a un hereje convicto compartiéndolas con las autoridades locales y los acusadores de la víctima, en recompensa por su ayuda.

Ni que decir tiene que se produjo desde entonces un gran número de trasferencias patrimoniales. [1*]  

[1*] Una vez más llama la atención la continua referencia católica a la salvación de un alma para una vida posterior mientras se conserva el interés en las terrenales escrituras (quizá no tan sagradas) de una vivienda bien situada, amplia, con posibilidades, eso sí, a reformar.

Si bien en el tema de los desahucios hemos avanzado notablemente, ya que para la confesión no es necesaria la tortura si no un poder judicial, debemos señalar que el problema de la vivienda en la Europa cristiana no es algo que terminemos de solucionar, y eso que incluso en el Evangelio según San Lucas la referencia es tan clara ("Señor no soy digno de que entres mi casa…") que parece condición necesaria para todo buen católico disponer de al menos una vivienda (nada dice de residencia vacacional) en la que poder sentirse confortablemente indigno.

El ateísmo fundamentalista, el relativismo, incluso la educación siguen siendo los grandes problemas del mundo para Rouco Varela. Por partes:

1. Ateísmo fundamentalista: ¿Se puede creer mucho en que no hay nada? ¿Se trata de gente capaz de todo en su defensa del vacío? ¿Individuos que asumen que son los únicos responsables de sus actos?

2. El relativismo: ¿Se puede estar convencido de que el bien o el mal son absolutos? ¿Alguien puede creer que existe una verdad universal? ¿Han visto Sálvame Deluxe?

3. La educación: ¿No creen que sería bueno dejar que la religión se instruyera a individuos verdaderamente formados? ¿Por qué ese empeño de la iglesia en inculcar sus valores desde temprana edad? ¿Qué ocurriría si la Iglesia pudiera competir en un mercado libre de ideas?

Por concluir, si tienen oportunidad, (si es que no la han tenido ya), escuchen a George Carlin, digamos que tiene algunas cosas al menos tan claras como Rouco.

* NOTA. Algunos de los datos y argumentos aquí planteados están mucho mejor expuestos y narrados en el artículo de Sam Harris El fin de la fe. Si tienen interés en este tipo de cosas, les gustará.

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