DESDE LA TRAMOYA

Rajoy y Merkel, historias paralelas

Angela Merkel ganará las elecciones presidenciales en Alemania en septiembre. No hay de eso ninguna duda. Tiene una intención de voto del 40 por ciento y un nivel de aprobación cercano al 70. El paseo por el barro que han dejado las inundaciones hace unos días le ayudará, como le sucedió a Schröder en 2002. Muchos dicen que ganó la relección precisamente por ese efecto de simpatía que se produce en torno a los líderes cuando atienden como es debido desastres naturales. La posición fuerte de Merkel se alimenta en gran parte del éxito que entre los alemanes ha tenido la asfixia del sur: esa política cicatera, insolidaria y nacionalista que ha desangrado las economías mediterráneas y ha arruinado políticamente a la Unión Europea. Pero para Merkel el ejercicio de disciplina soviética ha funcionado. La economía alemana es prácticamente la única que marcha, está claro que es la canciller quien manda en la UE, y sus ciudadanos quieren y aprueban su conocida frugalidad.

Mariano Rajoy está en una situación más complicada, aunque tiene más tiempo. Ha perdido más o menos la mitad de los apoyos electorales que tuvo en las elecciones y tiene una precaria aprobación del 19 por ciento, una de las más bajas del mundo. Si en Alemania la sensación es que las políticas de asfixia funcionan en beneficio del norte, aquí la impresión es que los recortes no surten los efectos deseados.

Sin embargo, Mariano y Angela tienen una interesante historia paralela que contar. Merkel podrá desde septiembre, una vez que gane la relección, relajar sus exigencias. Y lo hará. Porque los economistas advierten que la economía alemana, por supuesto, no puede funcionar bien sin un Sur sano.

Pensemos en el siguiente escenario, aunque solo sea como ejercicio de ficción (porque recuerdo que las previsiones de los “expertos” fallan tanto como aciertan). Supongamos que empezamos a ver que el buen dato de empleo de este mes en España se confirma durante el verano. Supongamos que Mariano Rajoy puede decirnos, y confirmarnos con datos, que “lo peor ya ha pasado”, que “hicimos lo que teníamos que hacer y aquí está el resultado”, que “ya salimos porque hicimos los deberes”. Supongamos que Merkel gana en septiembre y, efectivamente, relaja ya sus exigencias con el sur, aplaudiendo además, con Rajoy, los supuestos efectos beneficiosos de las “políticas de austeridad”. Supongamos que vuelve la confianza poco a poco a las empresas y las casas españolas. Supongamos que, allá por 2014 Angela Merkel gobierna más o menos plácidamente en Berlín, en el que será probablemente su último mandato. Y que Rajoy se prepara aquí para las elecciones, con una economía aún convaleciente, pero en proceso de mejora.

Esos dos conservadores sosos, aburridos y austeros podrán decirnos que gracias a ellos hemos salido del lío. Algunos querríamos pasarles entonces la factura que la crisis ha cargado sobre derechos y servicios básicos del estado de bienestar; o incluso recordarles que estamos así por las políticas desreguladoras de los conservadores. Pero ya sabemos que para la inmensa mayoría de la gente eso son discusiones ideológicas que no tienen importancia…. ¿Adivinan quién ganará las elecciones en España si esos escenarios van sucediéndose? Pues eso.

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