Plaza Pública

No es momento para las dudas

Odón Elorza

Los acontecimientos de esta pasada semana, y me refiero a las provocaciones de Wert y Gallardón que suponen nuevos pasos en la dirección de una involución democrática y en la agudización de las desigualdades, al "pacto europeo" de Rubalcaba con Rajoy, al anuncio del presidente Griñán de irse y hacer primarias urgentes y a la entrada del corrupto Bárcenas en la cárcel, entre otras noticias de alcance, me reafirman en la defensa de cuatro ideas estratégicas básicas que el PSOE y sus bases no deberíamos olvidar.

Lo que está pasando me reafirma en la urgencia de recuperar la identidad para el Partido Socialista, esfuerzo que no puede verse condicionado por un pacto de alcance limitado con el Gobierno de los ajustes, centrado en la defensa de posiciones comunes ante Bruselas y buscado por la dirección socialista para alcanzar resultados en favor de la reactivación de la economía de la UE que en esta cumbre no se han producido. Pero que sí hace más necesario que nunca construir –con la participación real de los movimientos y agentes sociales– un proyecto socialista de rotunda dimensión ética, regenerador de una política contaminada y alternativo o lo que es lo mismo diferenciado del de la derecha. Esta debiera ser la orientación de la reflexión que se viene produciendo con timidez en el interior del PSOE de cara a su Conferencia para intentar superar la desconfianza ciudadana que arrastramos.

El comportamiento golfo y mafioso de Bárcenas, con su inexplicable fortuna y sus presuntas actividades delictivas, además de ilegal y profundamente inmoral, tendría el agravante de que ha contado con la complicidad de gente importante en la sede de Génova. Por tanto, el PSOE ha de mantener una firme exigencia de responsabilidades políticas hacia el PP, aunque la derecha trate de diluir su papel por medio del teatrillo cínico de Cospedal, Floriano, Rajoy y Gallardón, que se atreven a hablar de las desnudeces del PP, de una supuesta colaboración con la justicia y de transparencia (ja ja), cuando en realidad su obsesión es tapar sus vergüenzas.

La larga historia de corrupción de Bárcenas ha de ser investigada a fondo, incluso en el Parlamento, para evitar la impunidad de nadie. Una impunidad cuya sombra no ha de proyectarse ni en este asunto ni en ninguno de los casos de corrupción pendientes de juicio. Es innegable que Bárcenas ha tenido que contar con cómplices y encubridores en el Partido Popular, dirigentes que miraban hacia otro lado y con políticos del PP que han cobrado sobresueldos durante años. Sin olvidar a las empresas y empresarios que hacían donativos para comprar voluntades y obtener favores en adjudicaciones.

Este clima irrespirable exige medidas regeneradoras inmediatas y me gustaría pensar que la decisión de Griñán va en esa dirección, ejemplar y desinteresada. Además, algunas de sus expresiones vertidas serían de perfecta aplicación a la situación general del Partido Socialista por más que alguna de ellas parezca contradictoria con afirmaciones del reciente pasado. Lo acordado por la dirección del PSOE de Andalucía permite hacer el recordatorio de que cuando hablamos de primarias no podemos correr el riesgo de convertir el innovador proceso democrático de primarias abiertas, que ha de contar con tiempo para el debate, en un procedimiento exprés que sirva para validar una decisión sucesoria previa.

La semana nos trajo, también, la aprobación de la reforma Gallardón para el Consejo General del Poder Judicial, la campaña del PP para justificar ley educativa de Wert y sus posturas sobre las becas o el recurso del Gobierno Rajoy contra el acuerdo sobre vivienda de la Junta de Andalucía para evitar más desahucios. Semejantes despropósitos me permiten insistir en la existencia de cuatro frentes de lucha política para un PSOE que no debe dudar de su papel como oposición. Porque además de la crisis económica-financiera que ha provocado el paro, la exclusión y la pobreza de millones de españoles, nos enfrentamos: a otra crisis de las instituciones, partidos y del papel de los políticos que viene de atrás y que exige medidas de regeneración democrática; a una profunda involución de la democracia por el acaparamiento y colonización partidista de altas instancias que ejerce el PP, incluidas las judiciales, y por la burla permanente a los mecanismos de control de la sociedad sobre los gobernantes; y, por último, nos enfrentamos a un modelo ideológico neoliberal salvaje donde las personas no cuentan y el Estado del bienestar es atacado sin piedad de la mano de Merkel, de los grandes empresarios y de la cúpula de la Iglesia.

Conviene no olvidar la gravedad de lo que está ocurriendo en este país para no bajar la guardia ante un Gobierno que se ríe del Estado de Derecho y de los más elementales principios de la democracia. El PSOE no puede dudar de su papel a riesgo de perder, para siempre, su alma.

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