Plaza Pública

“Socialista, me vas a encontrar”

Enrique del Olmo

Con esta frase tan contundente, el hombre del año: Luis Bárcenas, se dirigía con el índice en ristre (como atributo de masculinidad) y con tono de amenaza al abogado José Mariano Benítez de Lugo, presidente honorario de ADADE (Asociación de Abogados Demócratas por Europa) increpándole de que por su culpa tuviese que dar con sus huesos en la cárcel y no en las mullidas habitaciones de los hoteles exclusivos que en sus periplos para colocar sus “ganancias” de gerente del PP iba visitando. La frase en sí misma refleja toda una concepción absolutamente extendida entre la derecha española en relación no sólo a los comportamientos democráticos, sino hasta a la elemental buena educación.

En primer lugar: “socialista” como insulto. Nos hemos acostumbrado en las últimas décadas a que la derecha convierta en ataque el hecho de tener una adscripción ideológica o de valores diferente a la suya. Para ellos ser socialista, comunista, anarquista, libertario, ecologista o transeúnte es casi una tara del cuerpo social que se debería extirpar o casi. Cuantas veces en parlamentos, autonomías, ayuntamientos o medios de comunicación hemos visto a dirigentes del PP o tertulianos inflamados acusar a la izquierda de todos los crímenes de Stalin, de los gulags siberianos, de la violencia de la Guerra Civil, de la quema de conventos, del genocidio de Pol Pot, del totalitarismo de Castro, de la perversión de menores, del populismo de Chávez o de la violencia etarra, independientemente de lo que se estuviese hablando.

Cuantas veces en la Asamblea de Madrid, Esperanza Aguirre y ahora Ignacio Gonzalez han utilizado el “vete a Rusia” o algo parecido que ya utilizaba la derecha en los años treinta. Para ocultar su historia le añaden al contrincante todo tipo de infundios y frases simplistas para implicarlos con algo socialmente rechazable. Cuando hablan de la realidad más próxima responsabilizan a la izquierda de todos los males que nos achacan en la sociedad actual: paro, violencia, corrupción, fracaso escolar, droga, y un interminable etcétera.

Pero lo segundo tampoco tiene desperdicio: “me vas a encontrar” como suena a aquella frase tan redonda que tanto oímos en el franquismo “usted no sabe con quién habla”. ¿Cómo un simple leguleyo se atreve a cuestionarle a ÉL, al todopoderoso gerente de Genova lo que hace y no debe hacer? Ya se hablaba del trato prepotente y chulesco con el que increpó al juez instructor. Pero esto no es un tema de personas sino de cultura global de la derecha, ¿Por qué alguien se tiene que meter en cómo manejamos las cosas la gente de bien? Si hacían falta sobresueldos, pues unos sobrecitos y ya está; si hay que contratar a las tramas amigas, pues se hace, que para eso hemos ganado las elecciones y somos los dueños del cortijo. Si las empresas a las que tanto damos a ganar con los dineros públicos nos tienen que financiar al margen de la legalidad, pues no pasa nada…Y ahora estos molestos jueces y abogados nos vienen a crear problemas a los dirigentes del PP…Este país no tiene arreglo que no sabe donde están los verdaderos dueños del mismo.

Pero en esa amenaza también se escenifica el choque moral entre dos personas que es, de alguna forma, también el choque moral entre tanta gente que defiende unos criterios y unos valores de honestidad y defensa de lo común y aquellos que hacen del delito, la corrupción, el cinismo y la falsedad su hábitat natural. De Bárcenas se sabe mucho y no voy a perder tiempo en describirlo, pero es seguro que del hombre que impidió el sobreseimiento de la causa anterior, cuando el PP lo pedía, es seguro que mucho menos.

José Mariano es el ejemplo de una trayectoria limpia y honesta,

de la defensa de unos valores y unos principios junto a su extraordinaria capacidad profesional, alguien que no se ha sometido ni a las corrientes dominantes, ni a lo políticamente correcto. Luchador por una justicia plenamente democrática a mediados de los sesenta, en los tribunales y el Colegio de Abogados, abogado combativo en el TOP y en los tribunales de lo social y lo penal, fue también defensor de los últimos fusilados del franquismo en Hoyo de Manzanares, cuando la izquierda oficial (PCE y PSOE) no quería mezclarse en aquella causa espinosa. Defensor de tantas causas democráticas y de derechos siempre ha sido la mano amiga a la que recurrir en momentos difíciles.

Recientemente en el Campo de la Cebada, en un acto de homenaje a Yolanda González, reivindicó su papel en la persecución de los asesinos de la joven dirigente estudiantil, ya que su acusación particular en nombre de la familia, condujo a la condena de los asesinos materiales (Hellin, Abad) y de los inductores (el jefe de seguridad nacional de Fuerza Nueva David Martinez Loza), a la denuncia de los inexplicables permisos penitenciarios que Hellin disfrutó a pesar de sus dos fugas. Gracias a él, entre otros, Yolanda ha sido una bandera en la lucha contra la impunidad de la extrema derecha y la pervivencia del franquismo en los aparatos de Estado y ahí sigue junto a los que fuimos sus compañeros.

Secretario General del Consejo de Administración de Cajamadrid, antes de la llegada de otro penado de pro, Miguel Blesa, dejó dicho puesto por su actitud intransigente ante los intentos de lucrarse por parte de miembros de ese Consejo o contra las operaciones financieras de dudoso origen y destino como los créditos (5.000 millones de pesetas) a otro poderoso como Fernando Fernández Tapias para construir una naviera en ¡¡Madrid!! Será por aquello de Vallecas puerto de mar.

José Mariano y al día de hoy poca gente lo debe saber fue director general de la Administración Local en el primer Gobierno socialista, siendo ministro Tomás de la Quadra Salcedo. Se sabe aún menos que Benítez de Lugo fue el principal autor de la Ley de Bases de Régimen Local de 1985, marco regulatorio en el que los municipios españoles se convirtieron en adalid del bienestar de todos los ciudadanos y una de las administraciones públicas de mayor prestigio internacional pese al déficit presupuestario a que han sido sometidas en estos años. Precisamente hoy cuando el PP quiere demoler a los municipios como un instrumento clave de los servicios públicos y del bienestar de los ciudadanos resulta importante reivindicar este marco legal que ha permitido satisfacer tantas demandas de los ciudadanos.

Benítez de Lugo, al igual que llegó se fue, una vez elaborada la ley que le había sido encargada. Y volvió a su entrañable despacho en la calle Princesa, lo limpió de telarañas y empezó a buscar nuevos clientes. ¿Suena raro en estos tiempos? ¿No?

Militante socialista desde los albores de la reorganización del socialismo, entró en el PSOE procedente de Convergencia Socialista de Madrid, junto a otros socialistas destacados: Enrique Barón, Agapito Ramos, Juan Barranco, Joaquín Leguina… Desde entonces nunca jugó a acomodarse al calor de ningún aparato que cuestionase su opinión e independencia, siempre ha dado su opinión sin pararse a pensar que tal le caería al mandamás de turno y eso le hace ser un rara avis en estos tiempos. Dispuesto a participar en cualquier causa social y ciudadana justa participamos en 1994 en la puesta en marcha del movimiento “No nos resignamos” para impulsar la unidad de la izquierda frente a la llegada de la derecha en aquellos malos momentos de la tensión Anguita-González.

En estos tiempos de descreimiento fundado de la política y de los políticos es un soplo de aire fresco poder hablar de personas como José Mariano Benítez de Lugo, contrapunto en ese choque verbal con Bárcenas desde el punto de vista ético, moral, humano y, en definitiva, de compromiso con la sociedad que nos es común.

Enrique del Olmo es sociólogo.

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