El hombre moderno

“Me se come la desidia”

Manifestación del 15-M en Madrid.

“Me se come la desidia”.

Roberto Iniesta (Extremoduro).

Espectadores. Somos espectadores.

Depredadores expectantes.

Vivimos frenando en un accidente de coche. Esa es la metáfora de nuestras vidas. Somos testigos de nuestra propia decadencia, incapaces de no levantar el pie derecho sabiendo que lo que vamos ver y lo que vamos a provocar no es nada bueno*.

Obsesionados con comer. Obsesionados con perder peso.

246 minutos al día de media viendo anuncios, declaraciones, noticias, tramas y gente que en el mejor de los casos representan el ideal de lo que no deberíamos querer ser.

Llamamos “normalidad” a lo que percibimos como normal, pero sabemos que no lo es. ¿De qué si no tenemos a Rajoy y Rubalcaba cómo máximos representantes de nuestra normalidad?

Enfadados, incapaces, sin gestos faciales que nos permitan valorar el sacrificio que supone entregar por nosotros su ineficiencia.

Dejamos en las manos de tipos normales, sin brillo, grises, sin matices ni gracia en el andar un futuro que cambia cada cinco minutos.

Ambos viven en un reality. Permanentemente con la boca abierta, conscientes de que la gente los está viendo. Incapaces de reaccionar con naturalidad ante nada. Vacíos, obvios, predecibles en su fracaso.

Odiamos, miramos, odiamos, criticamos a una clase política que se erige como solución a los problemas que ella misma causa, y en el fondo, la nuestra es una generación de españoles más fieles a una marca de alcohol que a las ideas que sostiene.

De ahí la desidia.

* Decía el Perich que un accidente de tráfico sirve para que conduzcamos correctamente los siguientes 20 kilómetros.

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