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Buzón de voz

Es la recuperación, estúpido

El Partido Popular ha distribuido este lunes entre sus cargos un argumentario interno que deja clarísima su estrategia política en relación con los Presupuestos de 2014. Consta de una sola página, con ocho puntos concretos y un título contundente: "Los presupuestos consolidan la recuperación". Y un subtítulo que recoge lo que equivaldría a derechos de autor: "España inicia la recuperación gracias al rigor de las políticas del Gobierno"

Los ocho puntos van encabezados por los conceptos "credibilidad", "rigor", "crecimiento", "educación", "contención del gasto", "bienestar", "confianza" y "seguridad jurídica". El argumentario recuerda al de aquel entrenador del Barça, pero al revés: "siempre positivo, nunca negativo". Los primeros siete puntos se entienden solos. El de "seguridad jurídica" va seguido de la siguiente leyenda: "la reforma hipotecaria del Gobierno ha frenado más de 700 desahucios". (Tal cual).

En un solo folio se resume una filosofía que ya está sonando por tierra, mar y aire. En boca de dirigentes del partido y con ecos muy identificables en el mundo de las tertulias políticas. La idea no puede ser más simple (y quizás eficaz): hasta ahora el Gobierno habría estado dedicado a achicar agua ante los destrozos provocados por "el Gobierno de Rubalcaba" (sic). Gracias al "esfuerzo realizado", ha llegado la hora de "la recuperación". Ustedes / nosotros, a lo peor todavía no lo han / hemos notado, pero la recuperación se palpa, se siente y está ahí mismo, negro sobre blanco en los Presupuestos presentados.

Comunicación y realidad

Se trata de comunicación política. La realidad es secundaria. No hay que hablar de recortes al Estado del Bienestar. ¿De qué hablamos entonces cuando hablamos de "bienestar"? De lo siguiente, según el argumentario: "Con este Gobierno las pensiones no se congelarán como con Rubalcaba". Se subirán el 0,25% el año que viene, pase lo que pase con la inflación. Eso sí, el propio Gobierno establece un llamado "índice deflactor" que calcula para 2014 la variación real de precios y consumo en un 1,5%. Lo cual significa que los pensionistas perderán un 1,25% de su poder adquisitivo. ¡Pero ni hablar de bajadas o congelación de las pensiones! 

Para que los dirigentes del partido se inspiren, el folio se cierra con una "frase del día". El autor es Cristóbal Montoro: "Los presupuestos 2014 permitirán abrir la puerta a la creación de empleo". Hay que reconocer que en este último punto ha habido contención semántica. Abrir una puerta no es lo mismo que encontrar la salida, y cuando los propios cálculos del Ejecutivo pronostican que, en el mejor de los casos, a finales de 2014 habrá 525.000 parados más que cuando Rajoy llegó a la Moncloa, sería muy arriesgado sacar pecho tan temprano. Más aún cuando el propio Gobierno contempla que el año que viene seguirá cayendo la población activa. No faltará quien aspire a otra posible consecuencia del austericidio: si emigrara un millón y medio de españoles, como en los años sesenta del siglo pasado, el desempleo caería aquí una barbaridad. 

Estos Presupuestos son coherentes con lo que ha venido caracterizando la política económica de este Gobierno: recortes de la inversión pública, del gasto social y de las nóminas de funcionarios y asalariados. Se trataba de sustituir una devaluación monetaria que niegan Alemania, Bruselas y el BCE por una devaluación salarial salvaje. Parece importar poco que ni siquiera se cumplan los objetivos que se supone buscaban esos "sacrificios": controlar la deuda y reducir el déficit. Ni una cosa ni la otra, pero sí se ensancha una brecha de desigualdad de altísimo riesgo en términos sociales y políticos. Y de una injusticia meridiana.

De Carville a Arriola

El argumentario interno sobre Presupuestos también es coherente con la experiencia política del PP. Llegó al Gobierno a base de insistir en conceptos como "rigor", "credibilidad", "contención del gasto", "bienestar", "confianza"... Rajoy hizo creer que tenía un plan para acabar con la crisis y con el paro, provocados simplemente por la desconfianza de los mercados en Zapatero. Si ha subido impuestos cuando prometió bajarlos; si ha recortado sanidad, educación y pensiones cuando prometió no tocarlas... todo se justifica por los destrozos del "Gobierno de Rubalcaba" y por la necesidad de evitar un dramático rescate (esquivado en realidad porque habría significado una ruptura del euro que tampoco interesa a Alemania).

"Es la economía, estúpido" fue una de las ocurrencias brillantes del estratega James Carville que ayudó a Bill Clinton a ocupar la Casa Blanca en 1992, cuando todo el mundo apostaba por la continuidad de Bush padre. El asesor de cabecera (y talonario) de Rajoy y del PP Pedro Arriola no es James Carville, pero alguna vez ha presumido de vender hielo a los esquimales. "Es la recuperación, estúpido" parece ser la nueva consigna. Todo consiste en repetirla mucho y confiar en que factores ajenos hagan mejorar la situación general o la percepción de la misma.

El argumentario tiene un riesgo, el mismo que llevó a Zapatero a cometer uno de sus mayores errores cuando se empeñó en no pronunciar durante meses la palabra "crisis". Si la realidad contradice las palabras un día tras otro, quizás llegue un momento en que proclamar la "recuperación" parezca estúpido.

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