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Muros sin Fronteras

Muerte y resurrección del ‘International Herald Tribune’

Muerte y resurrección del International Herald Tribune

Tengo la manía de coleccionar primeras páginas de periódicos y enmarcar las mejores. Heredé dos de mi abuelo Marcel: la portada de La Victoire del 12 de noviembre de 1918 con la noticia del armisticio tras la Gran Guerra y la del Evening Standard del desembarco de Normandía. También tengo un USA Today de la explosión del Challenger, un Marca de la muerte de Manolete y un International Herald Tribune (IHT) con la apertura del muro de Berlín. Hay más que no hacen al caso.

Esta semana compré, por si acaso, la primera edición del The International New York Times, una nueva cabecera que sustituye al histórico IHT, que a su vez reemplazó a otra no menos legendaria, The New York Herald, nacida el 4 de octubre de 1887. Son 126 años de periodismo excelso, de portadas con noticias que ya se estudian en los libros de historia. También tiene borrones y ovejas negras, como era de esperar en una aventura tan longeva, pero con unos estándares de excelencia inimaginables en España, también con algunas excepciones personales y de medios.

Hace 10 años el IHT dejó de ser lo que era, la suma de lo mejor de The New York Times y del The Washington Post con un poco del propio IHT, para nutrirse únicamente del diario neoyorquino. Aunque el cambio de cabecera es una formalidad, tiene más que ver con el marketing que con el contenido, resulta simbólico.

Estos cambios se realizan en medio de una formidable crisis que mata periódicos por miles. Sobrevivir es el primer reto para todos. Los periódicos se duplican en Internet, donde la distribución de los contenidos es instantánea y mucho más barata en comparación con la impresión y el reparto tradicional en camionetas. Este abaratamiento, que tendría que ser una buena noticia, choca con otra realidad: el lector se ha acostumbrado a consumir información online sin pagar por ella.

Los intentos de cobrar por contenidos en Internet se topan con enormes dificultades, más aún en España, donde no existe entre el público una exigencia de calidad: vale lo mismo un copia y pega que un reportaje concienzudo sobre el terreno en Siria. No tenemos una cultura de la precisión, de los hechos; nos conformamos con los prejuicios. Medios como este que está en su pantalla dependen de lectores dispuestos a apoyar económicamente una información rigurosa, de calidad e independiente.

The New York Times estableció un muro; a partir de los 20 clicks, el lector debe pagar. Varios diarios españoles estudian fórmulas similares. El declive de las ventas en quiosco, el único muro de pago conocido que la mayoría se han empeñado en matar, es constante en los últimos años. Incluso un periódico como el Financial Times (FT) sufre esa sangría.

La Biblia de la información económica diaria, el FT, anunciaba hace un par de semanas su decisión de trasladar las noticias a su web (de pago) y dejar el papel en una única edición global en que entrarían los análisis, los contextos, las claves. El número de suscriptores online del FT supera a los de la edición impresa. Parece que hay esperanza.

El éxito del FT y de la revista The Economist, también inmune a la crisis, no son la norma. Ambos ocupan un espacio de alta calidad de información económica que es de visita obligada para empresarios, financieros, políticos, aventureros bursátiles, etc. Son medios útiles, esenciales, sin rival. The New Yorker es otro ejemplo de medio que no pierde dinero. Su apuesta es una mezcla de información, ficción y humor, también de alta calidad, que es apreciado por un número suficiente de lectores que compran la revista en papel o están suscritos a ella a través de sus tabletas electrónicas.

Hablábamos antes del The Washington Post en su participación en el International Herald Tribune. El diario de la capital estadounidense, el que tumbó a Nixon en el Watergate, es una víctima de esta crisis. Sus malas decisiones empresariales y el tránsito del papel a la web lo han dejado expuesto. Al rescate acudió Jeff Bezos, el presidente de Amazon. Lo compró por 250 millones de euros. Esta entrada provocó numerosas críticas. Se le veía como un invasor. Poco después Bezos desgranó un catálogo para salvar al Post, y a la prensa en general, que es de una cordura irritante. Escribo este adjetivo porque vamos en dirección opuesta: aquí no se contrata, se despide.

El ex periodista, guionista y productor de éxito David Simon dejó en esta entrevista de Pedro de Alzaga, todas las claves del desastre. Simon desgranó su mensaje ante una comisión del Senado sobre el futuro de la prensa presidida por John Kerry, antes de que este dejara su escaño para ser secretario de Estado de Barack Obama. El sonido es bueno, la imagen no tanto. Pero se entiende. Entender lo que sucede a nuestro alrededor y dentro de la profesión es el primer deber del periodista.

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