Muy fan de...

Muy fan de... Miguel Blesa

Blesa

Querido Miguel ¿Tú qué tal duermes? Es que me ha dado por pensar en lo duro que debe de ser conciliar el sueño para alguien a quien llaman “el planeador de las preferentes”, ese producto bancario de alto riesgo, que muchas familias españolas adquirieron pensando que se trataba de algo parecido a un depósito con rentabilidad fija y que al final resultó ser un agujero por el que desaparecieron sus ahorros. ¡¿Qué me dices, que duermes como un bebé?! Qué tío, Micky, soy muy fan.

Después de tu paso a toda velocidad por la prisión de Soto del Real —para eso eres un forofo de la Fórmula Uno—, vuelves a la brecha con suficiente material para protagonizar un spin off de la impostura en España.

La pasada semana, la Audiencia Nacional ha decidido —suena a frase de Mercedes Milá en Gran Hermano— ordenar que se te investigue por planificar la venta presuntamente fraudulenta de preferentes con la que tú, cazador de leones, pumas o búfalos, te cobraste piezas poco exóticas: ciudadanos inocentes que cayeron en la trampa que les tendió el oso, el mundo al revés.

Ahora hemos tenido acceso a tus correos, y aquí estamos, leyéndote boquiabiertos como las fans de las 50 sombras de Grey, con un calentón que puede provocar que el espíritu navideño se nos esfume de golpe, como la pasta de tus “clientes minoristas” —así llamabas a los ciudadanos que confiaron en tu superchollo preferencial—, ese 98,9% de los clientes que suscribieron los 3.000 millones de euros en “Participaciones Preferentes Perpetuas” emitidas por Caja Madrid en 2009. ¡Qué bárbaro!

La fiesta del mail comenzó el pasado 29 de noviembre, cuando Infolibre publicaba los primeros correos secretos con tu compi de pupitre de cole, José María Aznar, según los cuales, presuntamente, habrías hecho de celestino entre el expresidente y la empresa de armamento Einsa. Ná, unos presuntos contratillos y unas presuntas comisiones para echarle una presunta mano al amigo de toda la vida, qué ideal. Seguro que en vuestra más tierna infancia, embutido en tu babi azul, también le ayudabas a acercarse a la niña que le gustaba: “Que José Mari, el de la melenita, quiere ser tu novio, mire usted”.

Y como eres hombre discreto y elegante, intuyo el calvario que ha supuesto verte de nuevo en las portadas. Pobre, se te tuvo que hacer bola ese caviar de Beluga que tanto te gusta, el que comprabas a 240.000 pelas el kilo en 2002 —una ganga, por lo visto, en la calle costaba 700.000—. Dan ganas de encargarte unas latas, esas cosas tan caras hay que pedírselas a gente de con-fianza, como tú.

Ya te veo nerviosito perdido, sacando brillo con las páginas de los diarios al vidrio de esas botellas de vino —algunas valoradas en más de 600 euros— que te enviaban con cargo a Caja Madrid, por supuesto, para eso iba todo viento en popa. Leo en eldiario.es que había dos listas de caldos: la de “los buenos vinos” para los directores y la de “los sublimes”, que incluía además Vega Sicilia, Valbuena, Château d'Yquem y dos tipos de champagne, que iba destinada a ti, of course, el mandamás de la entidad. No me extraña que con tanto vino las torres KIO estén torcidas y los ciudadanos de mala uva.

Leemos en otro de tus correos: “Esperanza Aguirre no tiene ni puta idea”, cuando la lideresa puso en duda la solvencia de la entidad que presidías y criticó que te hubieran puesto un coche oficial de medio millón de euros —cualquiera se atreve a comer Doritos dentro—. Los que no tenían ni puta idea eran los que se fiaron de lo que les aconsejaban en su caja de toda la vida, esa que les daba caramelos a sus hijos y les felicitaba por Navidad…

Muy bueno también lo de la tarjeta black —negro a efectos fiscales— que, según comentas en otro de tus correos, tenía la pandilla de consejeros de Caja Madrid (PSOE, PP, IU, CCOO, UGT) para gastos de representación —que podían llegar hasta los 50.000 euros—. Qué alegría le dabais a la pasta ajena, por lo visto, lo único que estaba atado en la entidad, era el boli con el muelle a prueba de ladrón de guante de fregar, el de guante blanco ya sabemos que no hace las gestiones en ventanilla.

Hemos sabido también que tenías un Ferrari que iba como un avión y que tu sobrino alucinaba en colores. ¡No hay nada que le guste más a un sobrino que pillar los juguetitos de sus titos, eh! El mío flipa cuando le dejo el móvil… Cómo molas, tío Micky.

En fin, dice ese juez que la tiene tomada contigo, Elpidio José Silva, que si tirara de la manta y contara lo que ha pasado en algunas cajas en los últimos quince años el sistema no lo soportaría. Aunque yo lo dudo, lo dudo, lo dudo —como Los Panchos— últimamente tenemos muy presente la máxima de: “que Dios no te de todo lo que puedes soportar”, estamos llegando a una capacidad de tragar que ni la ballena que se zampó a Jonás, oye.

Desde Micky —el de los Tonys— aquel que representó a España en Eurovisión con el mítico Enséñame a cantar, ningún otro Micky ha sido tan famoso hasta llegar tú. ¿Cuál es tu canción para representar a nuestro país, Enséñame a engañar? Qué pegadizo, con ese temazo arrasamos, tío.

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