MUY FAN DE...

Muy fan de... Gallardón

Ay, Alberto, tú siempre tan tú, embarcado en ese anteproyecto de ley que ha provocado tormentas a babor y estribor; timoneando contra viento y marea como el solitario lobo de mar que siempre fuiste; exasperando a una mujer en cada puerto; manejando tu barca que a la deriva te lleva. Soy muy fan.

Tú solito, con tu propuesta de reforma, has conseguido indignar a todas esas mujeres que tenemos el capricho de decidir sobre nuestra vida –qué díscolas, por Dios–, y a los hombres que comparten la idea de que la libertad de decisión es un derecho indiscutible, y a los psiquiatras que, a través de un comunicado emitido por la Asociación Española de Neuropsiquiatría de Profesionales de Salud Mental, niegan que la mujer que decide abortar sea una enferma mental y expresan su rechazo a decidir sobre úteros ajenos; y a esas voces que, desde la prensa internacional –The Times, Le Monde, The Washington Post, La Repubblica, Die Welt, The Guardian y muchos otros– miran hacia España ojipláticos y que, aunque hablen en otros idiomas, escriben muy clarito que ven a nuestro país en un camino de vuelta al pasado por el lado más oscuro. Bueno, aquí ya sabíamos de tu afición por los túneles…

Has conseguido también que discrepen contigo algunas compañeras de partido, como Cristina Cifuentes –aunque esto no te habrá impresionado, estás más que acostumbrado a que te metan caña las rubias con puesto de mando en Madrid– y Celia Villalobos, que ha pedido el derecho a la libertad de voto, aunque no le haya contestado nadie. Aviso, estáis provocando que os lo pida a gritos, y ella puede, si no lo creéis, preguntadle a Manolo.

Pero aquí no acaban tus méritos, también has logrado que te ponga peros algún que otro alcalde de tu partido –la de Zamora y el de Valladolid, por ejemplo– y voces críticas de algunos barones populares –Herrera, Monago, Nuñez Feijóo– y se amotinan en el barco de vela de Génova, pidiendo que rectifiques el rumbo, como queriendo decir: “Cuidado, Alberto, no vaya a ser que con tu maniobra temeraria nos lleves a todos a pique”.

Hasta al capitán Rajoy, repanchingado en su puente de mando, sólo quiere hablar de lo bien que va la economía –oyéndole se diría que pronto tendremos que empezar a cortar brotes verdes con machete para poder caminar entre tanta frondosidad–, le has obligado a levantarse para pedirte que escuches a las autonomías y que os pongáis de acuerdo, que con tanto guirigay no le dejáis dormir la siesta.

Y ya, si se confirmaran los datos del sondeo de Metroscopia que ayer publicaba El País –nunca he creído demasiado en las encuestas, menos ahora, que ya no creo ni en la ropa que llevo puesta, como decía una sabia extremeña que conocí en mi infancia– habrías conseguido con tu polémica propuesta el más difícil todavía: que el PSOE subiera tantos puntos en la intención de voto como para ganar las elecciones si se celebraran mañana mismo. Hombre, eso sería tan milagroso como que de aquí a una semana Rubalcaba luciera una melena modelo Mario Vaquerizo. De ser así, alguno iría a llevarte ofrendas en romería.

Lo cierto es que desde Michael Jackson y Lionel Richie con el We are the world –salvando las distancias de la comparación, que aquello lo hicieron por una buena causa– nadie había logrado crear un coro de voces tan diferentes en torno al mismo tema. Ha cantado hasta Jean-Marie Le Pen, elogiando tu ley, que yo esto me lo haría mirar. Por cierto, si Jeanma te viera en la portada de la revista Zero de 2007, cuando llevabas aquella pátina de progre, se pondría a hiperventilar: “Mon Dieu!".

Lo cierto es que has conseguido estar en boca de todos, Alberto, y me da que te mola, que te pone navegar a contracorriente y levantar ampollas. Y, bueno, ya conocemos tu pasión por hacer reformas, pero deberías haberle pedido un Lego a los Reyes Magos, porque hay asuntos con los que no se debe jugar. La libertad no es la M-30, Alberto, hay cosas que no se pueden soterrar.

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