Muy fan de...

Muy fan de... la infanta

La infanta Cristina, a su salida de los juzgados de Palma, tras prestar declaración como imputada, pasadas las 18 horas de este 8 de febrero de 2014.

Ya pasó, Cristina, ya pasó. El sábado, a primera hora de la mañana, pusiste a casi toda España delante de la tele –igual que el día de tu boda– esperando tu momento rampa. Llegaste sonriendo, te fuiste sonriendo y, entre sonrisa y sonrisa, un poco de amnesia: “no sé, no me consta, no lo recuerdo”, y un mucho de amor: “yo confiaba en mi marido”. Era mi vida, él, 
mi primavera, él 
y mi mañana,
 mi cielo siempre azul, 
mi corazón, mi gozo y mi palabra . Muy fan.

Taurinos y antitaurinos, llevaban semanas especulando sobre tu paseíllo, ¡ni los de Curro Romero, despertaron nunca tanta expectación! Desde que supimos que eras reimputada después de la desimputación de la primera imputación –hasta el propio Groucho tendría que leer esto varias veces, para no liarse–, han corrido ríos y ríos de tinta sobre tu caminito hacia el juzgado, se diría que alguien ha echado a la cazuela un calamar gigante, para disgusto de Mariló…

Muchos critican que, en tu comparecencia, hicieras gala de una irritante ignorancia. No entienden que una mujer licenciada –Ciencias políticas– masterizada –Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Nueva York– y profesionalizada –desde 1993 has desempeñado diversas funciones en La Caixa y ahora diriges el área internacional de la Fundación–, diga que no sabe lo que firma. ¡Ignorantes! Pues claro que no lo sabe ¡Cómo va a preocuparse de nimiedades contables una mujer enamorada, cuando su Duque de ojos azules le acerca un papel y un boli! ¿Acaso saben ellos lo que es el amor?

“Estar enamorado es, confundir la noche con el día” Como para distinguir entre lo legal y lo ilegal…

Por criticar, critican hasta que no pasaras por el arco de seguridad del juzgado, como queriendo decir que todos los españoles no somos iguales ante la detección de metales. Tiquismiquis. ¡Pero si tú ya pasaste por el más importante de los arcos, el de de Cupido, en los Juegos olímpicos de Atlanta (1996) cuando viste a Iñaki por vez primera! Y según tus amigos dijiste: “¿Quién es ese rubio”? ♪ “Quién es ese hombre que me mira y me desnuda, una fiera inquieta que me da mil vueltas…”♪Quién es ese hombre que me mira y me desnuda, una fiera inquieta que me da mil vueltas… Y te llevaste clavadas en el cuerpo todas las flechas del amor, en plan acupuntura integral. Son las flechas que se clavan una vez y otra vez más, 
esas flechas van contigo donde quiera que tú vas ♪. De aquellos polvos, estos lodos. Ay, el amor…

¿Sabes? En los días previos a tu declaración, me puse muy tierna al enterarme por la prensa de que Iñaki y tú preparabais juntos tu defensa. Eso es el matrimonio, sí señor : “En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la preparación de la cena y en la preparación de la defensa”. Os imaginaba tirados en la alfombra, rodeados de papeles y tarareando: Juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias. 
El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós”♪. Tan fan.

Y menos mal que lo preparaste bien, 400 preguntas te hizo el juez Castro, qué tío, ni el Trivial, oye. Y tú aguantando como una campeona y homenajeando a Sócrates, paisano de tu madre: “Solo sé que no sé nada”. Todo ello, dicen, con una sonrisa casi permanente, como la de tus abogados, Roca y Silva –yo quiero desayunar eso que desayunáis vosotros– que solo se quebró cuando te emocionaste al recordar el préstamo de 1,2 millones de euros que te hizo tu padre. ¡Nos ha jodido, yo también me emocionaría con un préstamo así!

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En fin, Cristina, es duro tener que madrugar un sábado pero ya pasó. Atrás quedó el día en el que voluntariamente –juas–, accediste a contar todo lo que NO sabías: que desconocías cómo funcionaban y cómo se gestionaban Noós y Aizoon –empresa, esta última, de la que eres socia al cincuenta por ciento–; que no tenías ni idea de que Aizoon hubiera contratado al personal doméstico que tú misma seleccionaste; que ni pajolera de que el domicilio de la empresa fuera el de tu palacete de Pedralbes; que por delito fiscal y blanqueo de capitales, no te viene nada. Cómo toreaste, olé.

Feliz y satisfecha volviste a sonreír a la salida, como si retumbara en tu cabeza el pronóstico de Mariano, en plan Sandro Rey, viendo la luz al final del paseíllo: “Estoy absolutamente convencido de que –a la Infanta– las cosas le irán bien”. Tanto preocuparnos por cómo entrarías al juzgado, cuando el quid de la cuestión estaba en cómo lo abandonaríasquid

Dicen que a pesar de tanto amor, en tu declaración has dejado a tu marido solo ante el peligro, como a Gary Cooper, desmarcándote de toda responsabilidad. Ni caso. Cuando te reprochen algo así, tú les contestas: “Sé que hay un dicho antiguo sobre el amor: 'Contigo pan y cebolla' pero si hay alguno de “comerse marrones a medias”, no me consta”. Y te quedas tan ancha… Feliz San Valentín.

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