El vídeo de la semana

Desmemoria y patriotismo

En la semana de la desmemoria, el viento suizo acaba con otra carrera política en el partido del gobierno.

Desmemoria de la Infanta doña Cristina, que acudió hasta medio millar de veces al “nomeacuerdo” para eludir las respuestas del juez Castro. Y desmemoria del bróker Granados, que si un día dijo en Cuatro que no tenía cuentas en Suiza, esta semana le aseguró a su compañera de tele Cristina López Schlichting que no se acordaba si en esa cuenta que se ha visto ya que tenía, había defraudado o no a Hacienda. Y ya es desmemoria en un caballero que se ganó bien la vida con las cifras y los balances antes de entrar en política, y cuyo balance ahora que sale de la política se oscurecerá por esas cifras que le comprometen.

Dice que no tenía un millón y medio de Euros y que cerró la cuenta antes de entrar en política. No sé si creerle. Me cuesta. Desde luego, lo segundo se ha demostrado tan falso como lo que le dijo a Cuatro sólo con contrastar fechas. En cuanto a la cantidad, es imposible de conocer con precisión, pero si se toman ustedes la molestia de hablar con alguna de esas compañías que colocan dinero en Suiza les dirán que la media de lo que se llevan está en el millón, céntimo arriba céntimo abajo.

En estos momentos hay unos 40.000 millones de euros de españoles en cuentas de Suiza. Una pasta, desde luego. Legalmente no hay problema en llevarse dinero fuera siempre que se declare a Hacienda, por lo que no existe delito alguno en ese trasiego.

Ahora bien, si siguen ustedes preguntando a quienes median en el tráfico de dinero a Suiza, les dirán que prácticamente la única ventaja que tiene llevarse allí los capitales (“descapitalizar activos financieros”, le llaman) es la posibilidad de esconderlos al fisco porque la rentabilidad no cambia demasiado en los productos que ofrece la banca de Suiza o los de otros sistemas como el español. De modo que cabe también concluir que por mucho que nos digan otra cosa cuando uno lleva dinero alli es para esconderlo. No es muy difícil: desde el año 1934 la banca suiza tiene prohibido ofrecer cualquier tipo de información sobre cuentas o clientes salvo que haya delito de por medio. Delito gordo.

Al señor Granados, que parece se reincorpora a su puesto de mediador financiero en la banca francesa Société Générale, le han sorprendido con un capitalito que tenía escondido (en BNP Paribas, por cierto…la competencia) y se va de la política dando un portazo, como si los malos fueran quienes dentro y fuera del PP le presionan o afean su actitud. Es su borrón de tinta de calamar, su cortina de humo. Porque él sabe muy bien que mejor eso que afrontar lo que puede ser legalmente aceptable en un ciudadano particular –habrá que ver si cometió o no delito fiscal, ya investiga Hacienda– pero moral y éticamente intolerable en un político. Si uno se dedica a la cosa pública, no puede ocultar nada a la pública mirada salvo las cuestiones personales. Y tener dinero en Suiza no es para un político cuestión privada como no lo son sus responsabilidades hacia la sociedad a la que representa.

Cabe pensar que algo mejor estaríamos si esos 40.000 millones que hay en Suiza y son patrimonio de ciudadanos españoles declararan en su integridad al famélico y desnortado fisco nacional. Pero ese tipo de deseo irrealizable nos lleva inevitablemente a la melancolía.

Lo que si cabe es exigir algo más que un puente de plata al corrupto que huye desde un partido al que se le llena la boca de patriotismo mientras ha tenido y quizá tenga a unos cuantos de sus dirigentes escondiendo dinero en perjuicio de la ciudadanía.

Cabrearse con Cataluña o alentar el españolismo puede ser una forma de defender a España.

Yo prefiero hacerlo exigiendo que se acabe con los ladrones de cuello blanco que defraudan, esconden y roban sin que la ley les moleste lo más mínimo. Sobre todo si están en el partido que tiene a su espalda el Gobierno de España, que no es un título, sino una obligación.

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