¿Por qué colaboran PP y UPN con la hoja de ruta de Bildu?

Es difícil encontrar un ejercicio de cinismo tan intenso y prolongado en el tiempo como el que practican PP y UPN con el tema del estatus jurídico de Navarra.

Veamos los hechos:

1. La Constitución (Disposición transitoria cuarta) y el Amejoramiento (Disposición adicional segunda) establecen un sencillo método para que Navarra se una al País Vasco: la decisión debe ser adoptada por la mayoría del Parlamento navarro y ratificada en un referéndum, en el que se precisa el apoyo de "la mayoría de los votos válidos emitidos". Ni siquiera se necesita pedir permiso a las Cortes para llevar a cabo la unificación territorial de ambas comunidades autónomas.

2. En 35 años de vigencia de la Constitución, ni la derecha navarra ni la española han planteado jamás una iniciativa legal para derogar las normas que permiten la unión de Navarra y Euskadi.

3. La izquierda abertzale (y el nacionalismo vasco en general) siempre ha declarado como uno de sus principales objetivos lograr dicha unificación territorial.

4. Las hemerotecas están llenas de declaraciones de los dirigentes de PP y UPN mostrando su rechazo frontal a las pretensiones de los nacionalistas vascos respecto a Navarra.

¿Cómo es posible tanta desfachatez? ¿Cómo es posible que quienes declaran que su razón de ser política es mantener a Navarra como una comunidad autónoma independiente no hayan encontrado tiempo en 35 años para promover un cambio legal que apoye sus principios? ¿Cómo es posible que quienes acusan a los demás de "querer vender Navarra a ETA" no se hayan molestado en derogar esa posibilidad constitucional? ¿Por qué hay que soportar que Yolanda Barcina y su cuadrilla, siempre veloces para embolsarse una dieta o revisar el expediente fiscal de un amigo, no se hayan preocupado por cerrar esa rendija legal que permite la unificación de Navarra y Euskadi?

O planteado de forma más directa: ¿por qué colaboran PP y UPN con la hoja de ruta de Bildu?

Vaya por delante que a mí me parece perfecto que los navarros puedan decidir si se unen a Euskadi o si permanecen solos. Pero hay una conclusión incuestionable para cualquiera que haya escuchado hablar de la lógica aristotélica: si Bildu pretende la unión de ambas comunidades, y quien puede impedir legalmente ese objetivo no lo hace, resulta evidente que está colaborando (por omisión) con aquella pretensión.

La respuesta que dan los dirigentes de UPN cuando se les plantea el asunto provoca vergüenza ajena. O no han encontrado el momento oportuno (y es que para algunos los casi 13.000 días transcurridos desde diciembre de 1978 han sido un suspiro) o prefieren abordar el tema cuando haya consenso. ¡Qué tipos más razonables!

Pero la verdad es mucho más simple: no plantean reformar la Constitución porque el espantajo del miedo a Bildu les sale mucho más rentable. No promueven ese cambio porque la situación actual les ayuda a mantenerse en el poder. Y así se está demostrando una vez más con el escándalo fiscal protagonizado por el Gobierno de Barcina.

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Ahora resulta que recibir los votos de Bildu para desalojar del poder a UPN es un acto de colaboración con el terrorismo, pero mantener viva la llama de la unificación territorial tan ansiada por Bildu es un ejemplo de patriotismo navarro y español.

Claro que, todo hay que decirlo, el chantaje y el cinismo le funciona a la derecha en Navarra por la sencilla razón de que tienen enfrente a unos políticos acongojados. ¿Qué otra explicación cabe darle si no al hecho de que Rubalcaba y los suyos quieran prohibir a los socialistas navarros la presentación de la moción de censura? ¿Por qué en vez de salir a pecho descubierto a denunciar la maniobra barriobajera de Rajoy y Barcina se dedican a contar en un cuarto oscuro presuntos votos para las europeas? 

Llevar al suicidio al PSOE en Navarra también es, por cierto, una forma de colaborar con la hoja de ruta de Bildu. Claro que si uno se dedica a pensar solo en la jugada del día siguiente, quizá no tenga la capacidad de prever que los socialistas navarros corren el riesgo de quedarse sin honra y sin votos. ¿O sí?