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Desde la Tramoya

Historias encadenadas

El señor que acaba de ser reelegido presidente de los empresarios madrileños y que es vicepresidente de los de toda España, imputado en el caso Bankia, acusado de pagar en negro a sus empleados, con cuantiosas deudas pasadas o presentes con la Seguridad Social, hace una entrevista y dice: “Yo soy afable, lo que me divierte es tener amigos y no dejar ningún cadáver en la cuneta. Intento hacer favores porque, egoístamente, si tú me pides uno y yo lo hago, estás en deuda”. Se le pregunta después por una persona de su lista electoral, que resulta ser ¡la esposa del presidente de la Comunidad! Y el famoso Arturo, el de los restaurantes que ofrecen ese menú simplemente arregladito en buena parte de las instituciones públicas del país (hay algo raro ahí: a mí me obligan a estar al corriente de pago cuando trato de concursar a lo que sea…)… el bueno de Arturo, decía, contesta sobre la esposa del presidente de la Comunidad: “Era mi número dos pero nunca se metió en nada que tuviera que ver con la Comunidad. No influía para nada”. Y yo entonces me pregunto qué pasaría si Cándido Méndez, por ejemplo, tuviera una deuda con la seguridad social, o pagara en sobres a sus empleados, o tuviera como número dos a la esposa de Zapatero…

El señor que ha dicho públicamente ganar dos mil y pico euros netos como secretario general de la Unión General de Trabajadores, que tiene una hoja de servicios impecable, al que no se conoce mácula alguna en su gestión, y que incluso comparte pantalla y micrófonos con su adversario en la segunda central sindical del país, sale el lunes pasado del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Son cerca de las 11.30. Mientras se calza la gorra con visera que deduzco suele llevar para pasar algo más inadvertido en sus largos paseos, una señora pequeña perfumada y parapetada en su voluminoso abrigo, cuchichea con su amiga, y farfulla: “¡¡Qué.. ¿de desayunar, no?!!” Es probable que él ni lo oyera, pero yo sí. Deduzco que para la señora el viejo sindicalista no tiene derecho a desayunar. Los horarios de desayuno se aplican más estrictamente si uno es trabajador o representante de los trabajadores. Y me pregunto por qué esta doble vara de medir que tan brutalmente castiga a unos y deja indemnes a otros.

González y Botella hacen pinza contra Cifuentes

González y Botella hacen pinza contra Cifuentes

Ana Botella, esposa de Aznar, y amiga íntima de don Arturo el de los restaurantes de menú corrientito, dice que las marchas de la dignidad han costado “más de 655.000 euros a los madrileños”. Y dice que eso es impresentable y que Cristina Cifuentes, que quiere según parece quitarle el puesto, debería prohibir a esos melenudos apropiarse de las calles de Madrid. “La capital de España no puede tolerar que el espacio público de todos sea ocupado sistemáticamente por los que han hecho de Madrid la diana de las manifestaciones, haciendo rehenes a los madrileños”. Como yo me siento aludido, por madrileño y un poco melenudo, pienso si no será que soy también rehén y también pago cuando se montan manifestaciones contra el aborto, o cuando montan sus misas masivas los kikos, o cuando los ultras de uno u otro equipo de fútbol rompen una fuente o destrozan las papeleras… Y me pregunto por qué en esas otras ocasiones no nos dice nada la alcaldesa.

Y me quedo, en fin, pensando: ¡vaya, qué bien lo tienen montado estos con sus favores estilo Arturo, y sus compadreos y sus varas dobles de medir! Me digo que qué pena que la crisis no nos haya servido al menos para frenar el desparpajo y la desvergüenza con que la derecha articula una argumentación tan falsa como seductora: perezosos trabajadores, paniaguados sindicalistas, manifestantes delincuentes, protestones que paga el sufrido contribuyente… Qué lástima, me reconcomo, que ahora que por fortuna la crisis se aleja, vayan a asentarse un poco más esos arquetipos tan antiguos como interesados y malignos.

En estas estoy – no te lo vas a creer – y veo que Televisión Española nos ofrece en el mismísimo Telediario una pieza en la que se nos muestra “la indumentaria del antisistema”, esos con “un odio visceral al capitalismo" y una "falta de respeto a la convivencia pacífica". Mira tú por dónde, volvieron a hacernos el traje. No vamos a poder salir ni a desayunar…

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