LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Especulación en el infierno: los intermediarios inflan los precios en medio del caos y la muerte de Gaza

Plaza Pública

Cultura de la convivencia y Valle de los Caídos

Odón Elorza

Ese mausoleo maldito llamado Valle de los Caídos mantiene, desde el primer día, una significación contraria a la cultura de la convivencia. Porque no encarna ningún tipo de valor democrático como el diálogo, el respeto a la diferencia, la reconciliación, la defensa de los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad, etc.

El Valle de los Caídos tampoco es útil para educar en la cultura de la paz sino que la desvirtúa, no sirve para avalar el objetivo de la reconciliación entre la ciudadanía sino que mantiene heridas abiertas. Tampoco para mostrar el reconocimiento igualitario a la memoria de todas las víctimas de la guerra civil como un progreso moral en la convivencia, sino para dejar patente una inadmisible jerarquía funeraria. No sirve para formar una sociedad más culta y crítica con su historia o para explicar con pedagogía las causas y el desarrollo de la guerra civil o las consecuencias de la dictadura franquista y el origen de esta obra.

La historia del mausoleo comienza en 1940 cuando el régimen franquista aprobó un Decreto en el que proponía la construcción de un monumento con una basílica en la finca de Cuelgamuros de El Escorial. El propósito era el de convertirlo en símbolo del nacional-catolicismo así como "perpetuar la memoria de los que cayeron en la gloriosa cruzada", con intención de dedicarlo a los que fueron los vencedores de la guerra civil.

La obra se alargó a diecinueve años, trabajando en pésimas condiciones personas contratadas y presos políticos republicanos. Y desde hace años se trasladaron allí los restos de 33.847 personas, de las cuales 21.000 están identificadas y 12.000 sin identificar, lo que convirtió al Valle de los Caídos en el mayor cementerio de víctimas de la guerra civil española. En el año 1957, se dictó otro Decreto para crear una Fundación y se delegó el mantenimiento y la dirección a la comunidad religiosa benedictina que tiene reconocida la competencia sobre la basílica.

En noviembre de 1975, el anterior régimen tomó la decisión de inhumar allí al hasta entonces Jefe del Estado, el general Francisco Franco. En aquel tiempo, y en ausencia de democracia, aquella determinación se impuso. Después, ya en el proceso de la transición política, la presión ambiental que producía el golpismo y el terrorismo, la contaminación de origen de la derecha unida a los complejos de la oposición no facilitaron que los grupos democráticos replantearan la cuestión por lo que la función excluyente del Valle de los Caídos y la presencia de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, ambos enterrados en dos sepulcros junto al altar mayor, han permanecido como asignaturas pendientes.

La Ley de Memoria Histórica, de 21 de diciembre de 2007, iniciativa del PSOE y aprobada casi por unanimidad, señala en la Disposición Adicional Sexta: La Fundación gestora del Valle de los Caídos incluirá́ entre sus objetivos:

- Honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de las víctimas de la represión política de los casi 40 años de dictadura.

- Fomentar la cultura de la reconciliación y la convivencia en el seno de la sociedad española.

- Dignificar los restos de las 33.847 personas, de uno y otro bando, que están inhumadas en el Valle de los Caídos en mal estado y de manera poco digna en los numerosos columbarios que hay en ocho criptas.

- Educar en favor de una memoria democrática compartida, de la paz y el respeto a los derechos humanos.

Por tanto, el conjunto monumental debería dejar de ser en la práctica un espacio excluyente de homenaje a las víctimas de una de las partes implicadas en la guerra civil. En este sentido, conviene recordar el Informe realizado en 2011 por expertos a petición del entonces Presidente del Gobierno, Jose Luis Rodriguez Zapatero, que en resumen recomienda entre otras cuestiones : - lograr consensos políticos y sociales para avanzar en la tarea de resignificar y reconvertir el sentido del Valle de los Caídos; - dignificar el cementerio; - frenar el deterioro general de edificaciones y esculturas; - atender reclamaciones de familiares de personas enterradas; - crear un espacio de meditación cívica a modo de memorial así como un centro de interpretación e investigación de la historia; - cuidar el parque natural; - y exhumar los restos del dictador y que los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera se trasladen a un lugar "no tan preeminente". Estas recomendaciones han sido compartidas por la misión de trabajo de la ONU que ha visitado España para interesarse por los crímenes hacia los desaparecidos en la guerra civil.

A la vista de lo anterior, considero que la Comisión de Cultura del Congreso es el marco más idóneo para defender el papel de la cultura al servicio de la construcción democrática de la convivencia. Y con la idea de que la cultura ayuda a prevenir las confrontaciones y a superar el odio y la violencia.

De ahí la necesidad de abordar, lo antes posible, las actuaciones de resignificación del Valle de los Caídos para convertirlo en un punto de referencia donde desarrollar la cultura de la convivencia y que actúe como un semillero de paz. Es obligado reivindicar un centro transformado que cuente con un taller de trabajo para educar en valores democráticos como la defensa de la cultura de paz, los derechos humanos y la reconciliación, un espacio de encuentro de ideas democráticas e iniciativas ciudadanas que sirva para gestionar según la ley la recuperación de la memoria histórica, la dignificación y el reconocimiento a todas las víctimas.

Es cierto que en esta etapa de crisis económica, con evidente carencia de recursos por la administración, no es posible abordar en poco tiempo todas las transformaciones que son objeto de recomendación por los expertos y el sentido común y que se necesitará un plazo amplio de tiempo y una planificación de las prioridades. Pero, en cambio, hay decisiones simbólicas y de ejecución sencilla que esperan desde hace años la formación de consenso parlamentario y que conllevan, simplemente, convicción democråtica; un gasto muy asumible.

Por ello, me atrevo a instar al Gobierno del PP a que declare el mausoleo religioso-arquitectónico denominado Valle de los Caídos, contrario a la cultura de la convivencia y de la paz, a la concordia cívica, a la reconciliación y a la rehabilitación de la memoria colectiva democrática de las víctimas de la guerra civil y de la represión de la dictadura franquista, porque su actual configuración, contenidos y significación representan un símbolo de desprecio a los valores señalados, de agravio y de exclusión a buena parte de la ciudadanía española, en especial la que se siente republicana.

Odón Elorza Diputado Socialista por Gipuzkoa14 de abril de 2014

Más sobre este tema
stats