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Se busca Renzi español. Razón: PSOE

Aurora Nacarino-Brabo

El 25 de mayo el PSOE cumplió las peores previsiones que arrojaban los sondeos: 14 escaños. Si el descalabro no pareció mayor es porque vino de la mano de otro fracaso electoral del PP. Con todo, el peor PP aventaja a los socialistas en dos escaños. Esto es un desastre sin paliativos. Pero tiene un lado positivo: ya no cabe demorar por más tiempo el proceso de renovación interna. Ya no hay excusas.

Las élites socialistas tienen que acometer las reformas que son inaplazables. El PSOE debe recuperar la vocación de gobierno, debe recuperar el centro del espectro ideológico que ha fagocitado el PP. Y debe recuperar el voto joven, ese que, presumiblemente, se ha ido, huérfano de portavoces, al populismo carismático de Pablo Iglesias. Reconquistar a los jóvenes pasa por pensar en y como ellos. El PSOE lleva mucho tiempo sin pensar en la juventud. El auge de Podemos e IU es el auge de su frustración de expectativas. Y reconciliarse con ellos no debe acarrear mimetizarse en el discurso populista de Pablo Iglesias. No votaron a Podemos por su programa. No querían el impago de la deuda y la salida de la OTAN. Desde Manin sabemos que esta es la democracia de los expertos en comunicación y que los programas se redactan en clave interna. Pablo Iglesias nos ha dado a todos una lección de comunicación política.

Pero eso no significa que el PSOE tenga que comprar su mensaje para recuperar a los jóvenes. Basta con empezar a escucharles y ofrecer soluciones a los problemas que les ahogan. El 68% de los trabajadores temporales menores de 25 años ha perdido su empleo. Son los grandes perdedores de la crisis, y ninguno de los partidos mayoritarios ha reparado en ellos. ¿Por qué? Porque los jóvenes no votan. Porque lo hacen mucho menos que los pensionistas. Porque hacer un discurso para ellos era mucho menos rentable electoralmente que hacerlo para los jubilados. Y ahora el PSOE puede pagarlo caro.

Asistimos a una creciente polarización del voto, con un PP que capitaliza masivamente al electorado mayor de 65 años y un voto joven outsider que huye defraudado hacia los nuevos partidos. El riesgo de fractura generacional y social que este patrón de voto plantea es alto. No atajar los problemas que subyacen a este fenómeno supone caminar hacia un parlamento atomizado, inestable y dominado por el faccionalismo generacional. El PSOE debe ser la bisagra que concilie y no enfrente los dos mundos, por el bien del partido y por el bien del país. Así, los socialistas deben elegir entre su autodestrucción o el retorno a la vocación de mayorías. Deben elegir entre convertirse en el PASOK (cuarta fuerza en Grecia, por detrás de Amanecer Dorado) o alzarse como el partido vertebrador e interclasista que ponga fin a la incipiente fractura generacional de España. Deben mirarse en Renzi.

Es el momento de estar a la altura de la Historia. La ejecutiva del PSOE debe iniciar un proceso de renovación interna, vía primarias abiertas, desprovisto de tutelas del aparato e injerencias de caciques regionales. La elección previa del nuevo secretario general debe quedar abierta a la militancia, a razón de un militante, un voto. Todo lo demás será tratar de enmascarar el enrocamiento de una ejecutiva gatopardiana, que se apresta a cambiar todo para que nada cambie. En este proceso no solo está en juego el futuro del partido. Lo que está en el aire es la continuidad de una alternativa de gobierno socialdemócrata para España. Y ello supone que las élites socialistas no solo están obligadas para con su militancia, sino que son responsables ante toda la ciudadanía. De nuevo, toca elegir: ser el PASOK o encontrar al Renzi español.

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El PSOE atraviesa un momento difícil, pero esto no significa que no quepa la esperanza. Sabemos cómo funcionan las elecciones europeas. Sabemos que los votantes suelen usarlas para castigar a los grandes partidos. Sabemos que, en estas ocasiones, los ciudadanos se decantan en mayor medida por partidos pequeños. Es poco probable que estemos asistiendo al ocaso del bipartidismo. Tampoco a la “crisis política” que señalaba Rubalcaba en su rueda de prensa tras las elecciones. Esto no es una crisis sistémica: el PP ha vuelto a ganar las elecciones, después de todos los recortes y los millones de parados. Lo normal es que, en estas condiciones, en cualquier país, las urnas castiguen duramente al partido en el poder (miren al PS en Francia). Sin embargo, aquí, el PP vuelve a ganar. Esto no es una crisis política, es una crisis del PSOE, sin disculpas ni edulcorantes.

No obstante, hay lecturas positivas: la participación ciudadana no se ha desplomado y se mantiene similar a la de 2009. El bipartidismo se resiente, tal como cabe esperar en unos comicios europeos, pero las opciones que se postulaban para recoger su testigo, UPyD e IU, no convencen a los españoles. El hueco que ha dejado el fracaso electoral del PSOE sigue vacante, esperando que los socialistas vuelvan para reconquistarlo. Las elecciones generales serán otra historia. El PSOE debe movilizar en su favor la abstención, debe recuperar el discurso de un partido de gobierno, con capacidad de atraer a las castigadas clases medias y reconciliarse con los jóvenes. Y no puede demorarse ni un minuto. Y no puede haber nadie, ni en Ferraz ni en Andalucía, que lo detenga. Es ahora o nunca. _________________________________________________________________

Aurora Nacarino-Brabo es politóloga, militante del PSOE y portavoz de Socialismo es Libertad

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