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Muy fan de...

Muy fan de... Mónica de Oriol

Mónica, de mujer a mujer, te has cubierto de gloria, "mari". Qué exhibición de la capacidad femenina para hacer dos cosas a la vez. Heriste y cabreaste. Muy fan.

En las noticias, entre desafío soberanista y las tarjetas fantasma, resonó con fuerza tu poesía:

“Prefiero una mujer de más de cuarenta y cinco

o de menos de veinticinco

porque, como se quede embarazada, nos encontramos con el problema

(Sugerencia: habrías hecho rima pareada si en la cuarta estrofa hubieras dicho: “a los empresarios nos mola nada”)

Se lió parda, y el departamento de comunicación del Círculo de Empresarios que presides, envió a los medios un vídeo de dos minutos para poner tus declaraciones en contexto: “Juzga por ti mismo, escucha mi intervención”. Y lo hice, mientras en la exprés hervía unas acelgas, y eso que nadie me vigilaba, ni medía mi productividad o mi motivación para alinearme con los intereses de empresa alguna. Te escuché atentamente lamentar que se legisle para proteger a la mujer en el sector privado porque, según tú, a pesar de la buena intención de las medidas, éstas reducen la igualdad de oportunidades. Pero, sabes, no se me pasó el cabreo. ¿Estaré ovulando?

Tu teoría es que el “blindaje” ante el despido de las madres desvincula su trabajo de su productividad y baja la motivación. Dicho en castizo, la madre trabajadora se relaja, lo cual la convierte automáticamente en presunta escaqueadora a la que costaría despedir y, claro, los directores/as de Recursos HUMANOS prefieren a alguien a quien no pueda hacer madre ni el espíritu santo.

¿Quieres decir que en esa primera entrevista en la que el aspirante aprieta con manos sudorosas la estampita de san Judas hasta borrarle los colores al patrón de los imposibles, cuando el entrevistador clava sus ojos en el candidato/a, está calculando mentalmente la velocidad a la que el/la susodicho/a recogerá el marco de fotos, el cactus y la taza de los Simpson el día D, de Despedido? Me rompes el corazón, Mónica.

De todo lo que dices, me han llamado la atención algunas cosas:

– El blindaje: es relativo. Si el despido es improcedente, se declara nulo pero si es procedente, el “empleado protegido”, sea madre o padre, se va a la calle como todo hijo de vecino.

¿Sabes por qué se pensó en esta protección? Para que algunos empresarios desalmados, no te lo vas a creer pero los hay, no aprovecharan el derecho a la reducción a la jornada como excusa para teletransportar al empleado a la rue de una patada en el culo.

– La motivación: ¿Crees que el trabajador más motivado es aquel sobre el que se cierne constantemente la amenaza del despido, como un árbol de Madrid que fuera a caerle en la cabeza en cualquier momento? ¿Y qué tal un látigo? Es más sexy…

– La productividad: según tú, baja muchísimo con la “protección” porque desvincula el esfuerzo a su alineamiento con los intereses de la empresa. ¿Dirías que esas comidas de dos horas con sopor de postre, las reuniones interminables que no llevan a ningún sitio y el afán de tantos jefes por tener empleados calentando la silla como gallinas ponedoras, cuantas más horas mejor, aumentan la productividad? Ajá.

Es cierto que no escuchamos tu exposición íntegra, y que tras tu famosa perla "Yo lo único que os digo es que prefiero una mujer de más de cuarenta y cinco…”, añadiste: “Eso es malo para las mujeres porque no nos están dando igualdad de oportunidades, sino que nos están condenando”.

Pero… ¿”Nos están condenando”, Mónica, a quiénes, a ti no, no? ¿No habría sido más correcto que hubieras dicho: “os estamos condenando”? Porque después de lamentarte por las barreras, asumes que eres la primera en sacar del bombo a las candidatas a tener uno, no cuadra…

Como bien sabes, la protección se hace necesaria tras una previa injusticia. No harían falta leyes de protección si el ser humano no tuviera esa fea manía de aprovecharse del prójimo a la mínima; no haría falta legislar si todos tuviéramos conciencia de que la productividad y los beneficios no son lo único, que se trata de construir entre todos el tipo de sociedad en la que queremos vivir. Si el mundo fuera justo de base, no haría falta legislar y si mi abuela tuviera un manillar, sería una bicicleta.

Lo que dijiste no me parece “políticamente incorrecto” como advertías antes de soltar la bomba, sino “socialmente incorrecto”. Te honra, eso sí, expresar lo que piensas y lo que haces con claridad meridiana, me temo que dadas las cifras de paro y precariedad en el empleo de las mujeres, muchos de los que han puesto el grito en el cielo con tus palabras, comparten ideario contigo, campeona.

Muy fan de... el consejero de Sanidad de Madrid

En fin Mónica, hasta la próxima cita célebre, que viendo tu trayectoria, la habrá.

¿Sabes? tiene mérito levantar tanto revuelo con declaraciones que enciendan al sector femenino. No, en serio, las mujeres deberíamos estar ya inmunizadas ante el "run run" desagradable y atronador que soportamos a diario. Cuando no es el ¡Crashhhh! de un ministro de Justicia, es el ¡Grrrrrrr! de un alcalde Leonino con ascensorfobia, o el ¡Fu-uum! de un alcalde toledano experto en aspiradoras o el ¡Tolón, tolón! de la superioridad intelectual de un candidato a comisario energético¡Tolón, tolón!. Para rematar, de fondo, el zumbido de ciertos obispos. ¡Bzzzzzzzzz!

¿Sabes la onomatopeya que nos sale ante tanta dedicatoria molesta? ¡¡¡¡Shhhhhhhhhhhhhh!!!! ¿Por qué no os calláis?

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