Muros sin Fronteras

Matar niños en nombre de dios

Pakistán tiene una injusta mala fama; sus habitantes son las primeras víctimas del radicalismo religioso encarnado por los talibanes, no los impulsores de su violencia. Lo ocurrido el martes en la Escuela Pública del Ejército en Peshawar, el ataque que ha costado la vida a 132 estudiantes, es parte de una guerra de más o menos baja intensidad que se desarrolla en ambos lados de la frontera entre Pakistán y Afganistán, la llamada Línea Durand, un resto colonial que separó a los clanes pastunes en dos países. De ahí vienen gran parte de los problemas: los talibanes son pastunes separados por una linde que no reconocen.

Para saber quiénes son los pastunes le recomiendo la película de John Houston The Man Who Would Be King [El hombre que pudo reinar]. Está basada en un texto de Rudyard Kipling.

El Ejército paquistaní respondió al atentado de Peshawar con ataques aéreos en las zonas tribales donde tienen sus bases los talibanes paquistaníes. Es parte del teatro de una autoridad que no tienen, el Ejército no controla el norte de país, como es teatro reinstaurar la pena de muerte para los casos de terrorismo. Quien manda en Waziristán y en las llamadas zonas tribales, ambos cerca de la frontera con Afganistán, es el Tehrik-e Taliban Pakistan (TTP), el principal grupo talibán, pero no el único. Su traducción es Movimiento Talibán de Pakistán y su política es simple: guerra al fiel en nombre de dios, sea extranjero o local, adulto o niño. Sin matices ni concesiones.

Ser jefe del TTP es un trabajo con riesgo y efímero, son ya tres o cuatro los líderes muertos en los últimos años en ataques llevados a cabo con drones, aviones no tripulados. El último, Hakimulá Mehsud, parecía apostar por algún tipo de salida negociada. El periodista de la BBC Ahmed Wali Mujeeb logró entrevistarle poco antes de su muerte. En este otro vídeo, también de la BBC, John Simpson, explica la diferencia entre los talibanes de ambos lados de la frontera.

Este grupo fue responsable del atentado contra Malala Yousafzai, premio Nobel de Paz, una joven activista que se había destacado por su lucha en favor del derecho de las mujeres a la educación. El portavoz de Hakimulá explica a Simpson por qué lo hicieron y anuncia que lo volverán a intentar. Su delito es tratar con los infieles. Esta es la gente con la que no se ha conseguido iniciar unas negociaciones serias.

EEUU emplea los drones contra los militantes radicales para no poner en riesgo la vida de sus soldados. A cambio se pone en riesgo la vida de los civiles en estas zonas. Las víctimas colaterales, que es como se denominan para evitar la palabra muertos, no tienen eco en los medios de comunicación occidentales. Es una guerra alimentada por el odio: acción-reacción-acción-reacción sin que nadie sepa o quiera detener la rueda.

En la escuela pública del Ejército en Peshawar había estudiantes de primaria y secundaria, de los ocho a los 18 años. Según un portavoz talibán que la agencia France Presse identificado como Muhammad Jorasani, la orden era matar a los mayores, no a los menores. Se trata del peor atentado en diez años en un país acostumbrado a los peores atentados. Le recomiendo esta crónica de lo ocurrido de Basharat Peer publicada en la web de la revista The New Yorker, un ejemplo de buen hacer.

Cuando se produjo el asalto algunos niños estaban realizando sus exámenes. Hay historias dramáticas de supervivencia, como esta que cuenta The Wall Street Journal, que incluye una galería de fotografías. Este tipo de atentados, de gran impacto mundial, no suelen ser una muestra de fortaleza de quien los comete, sino de debilidad. La política de los drones les está diezmando. Aunque el Gobierno paquistaní la condena públicamente y la acepta entre bambalinas, pues es la única manera que tiene de presionar a los talibanes: a través de EEUU. Para los estadounidenses es parte de la guerra en Afganistán pues las áreas tribales sirven de santuario a los talibanes afganos.

Fue el servicio de espionaje militar paquistaní (Inteligencia Inter-Servicios, el ISI) el creador de los talibanes afganos en los años ochenta, cuando la guerra civil entre las distintas facciones muyahidines que habían ocupado el vacío de poder dejado por la URSS hizo incontrolable el país vecino. Este servicio secreto de un aliado teórico de Washington impulsó a los jóvenes estudiantes de religión para garantizarse un gobierno amigo. Estas cosas se saben cómo empiezan, nunca como acaban. EEUU ayudó a los muyahidines para expulsar al Ejército Rojo y de aquella cooperación surgió Osama bin Laden y las bases de lo que sería después Al Qaeda. De los juegos del servicio de espionaje militar de Pakistán y su rivalidad con la CIA terminaron por brotar sus propios talibanes.

Para saber más de los talibanes y del mundo radical musulmán les recomiendo la lectura de cualquier texto de Ahmed Rashid. En castellano, hay uno extraordinario: Los talibán. Está escrito después de 11-S y se refiere a los talibanes afganos.

Aunque es una imagen que ya he utilizado, sigue siendo válida: todos juegan al ajedrez con maneras de póker, y con una incapacidad para tener estrategia, ir más lejos de lo evidente. Pakistán, por ejemplo, mantiene toda su doctrina militar basada en que el enemigo es la India, y no las áreas tribales. India tiene sus propios problemas. Ambos se disputan una frontera con varios puntos calientes en el Punjab y Cachemira. India y Pakistán son potencias nucleares. Si ampliamos el foco entran en juego Irán en el Sur, las antiguas repúblicas soviéticas en el norte y China en el Este. Es un tablero peligroso con petróleo, gas y miles de armas, incluidas las nucleares. Un polvorín no tan lejos de otro polvorín: Oriente Próximo.

Más sobre este tema
stats