Nacido en los 50

La era de los escorpiones

El Gran Wyoming

Sarkozy fue el primero en afirmar tajante: Tenemos que refundar el capitalismo. Tan grandilocuente aseveración sirvió como un compás de esperanza para los ciudadanos cuando se descubrió que grandes grupos financieros estaban vendiendo productos tóxicos, hipotecas subprime, envueltas en papel de celofán para que parecieran otra cosa, es decir, que las sacrosantas instituciones que forman el mascarón de proa del sistema capitalista, que reclaman libertad absoluta para operar en los famosos mercados de los que depende nuestra vida, exigiendo que el Estado no meta las narices en sus asuntos, esas corporaciones, aprovechaban la impunidad que les confería su amenaza permanente de hundir la economía global y con ella llevarnos al caos, para delinquir. Estaban vendiendo carne podrida recubierta de una fina capa de solomillo a precio del segundo. Se descubrió que los padres del Sistema eran unos delincuentes. Vaya descubrimiento, se dirán algunos, pues sí, se descubrió de forma oficial.

A partir de ese momento salieron a la luz, aprovechando el pánico, casos y más casos de corrupción y malas prácticas en las entidades bancarias que pudieron llevarse a cabo con la colaboración de las agencias reguladoras, calificadoras y auditoras mientras el gobierno de turno miraba para otro lado. Hasta las altas instancias de la UE se prestaron a falsear las cuentas, como en el caso de Grecia, para llevar el agua a su molino. Pasamos de golpe del prado de los unicornios rosas, al infierno que pintaban los flamencos.

Sarkozy fingió a la perfección que esta estafa le resultaba intolerable y sus palabras contra el capitalismo criminal sirvieron de bálsamo para inhibir una posible reacción enfurecida de las masas. Que fuera una de las cabezas visibles de la derecha europea la que cargara contra el sistema opresor y ladrón exigiendo su humanización relajaba al vulgo al punto que se llegó a creer una reforma desde dentro. Y así fue, la reforma se produjo, pero no en forma de solución, sino de puñalada por la espalda que se plasmó en la abolición de derechos fundamentales que habían regido la convivencia y el trabajo, encarrilando el mundo hacia propuestas de explotación que no se veían desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Es lo que se conoce como “doctrina del shock”.

Sarkozy cumplió a la perfección su papel. Ni siquiera hizo falta que su señora sacara la guitarra para amansar a las fieras.

Del mismo modo que los doctos padres de la Iglesia después de siglos dándole vueltas concluyeron “porque así conviene” que la virginidad de María es perpetua, antes, durante y después del parto, los omnipotentes padres del Sistema salieron de su cónclave afirmando la pureza de su negocio y la desfachatez del ciudadano que, al vivir “por encima de sus posibilidades”, lo había destruido todo. No se volvió a hablar de aquellas prácticas delictivas que arruinaron el sistema financiero, nada de los bancos y cajas que se escabulleron en la jauría para sacar sus vergüenzas a flote y aprovechar la carta a los Reyes Magos que les preparaban sus respectivos gobiernos para reflotar sus cuentas. No hubo responsable alguno de aquellas fechorías que arrasaron los mercados, dispararon las primas de riesgo y rebajaron calificación de los bancos. Todo quedó en una broma de mal gusto en la que se criminalizó al ciudadano que no tenía responsabilidad alguna y que ahora, según asegura nuestro presidente, tiene asumido que ha de pagar por las fechorías de esos prohombres. Y lo está haciendo con sangre, sudor y lágrimas.

La refundación del capitalismo se produjo, pero en el sentido opuesto, hacia una satanización y condena de la víctima, no del delincuente. Lejos de humanizarse, el capitalismo esta llevando al individuo por la senda de la esclavitud con un descaro y una crueldad sin precedentes.

Se aprovechó el tsunami que provocó la estafa del mercado financiero para acabar con el sistema de salud, de educación, la igualdad de oportunidades, la división de poderes, la independencia de los medios de comunicación, los derechos de los trabajadores y un largo etcétera que nos ha traído hasta una situación que los que mandan definen como reactivación económica y salida de la crisis, y los que no son adictos al régimen, de barbarie escatológica.

La connivencia del poder con la corrupción, sumada a la impotencia de una Justicia que se muestra ineficaz para atajar el problema, entre otras cosas porque sus altos cargos dependen de un Gobierno que los nombra a su antojo y sólo entre los más afines, que luego, por cierto, demuestran cumplir a la perfección con su cometido, vuelven la situación insostenible.

Ahora sabemos que los bancos suizos colaboraron en la creación de sociedades tapadera y la evasión de lo sustraído por los corruptos hacia paraísos fiscales, mientras las autoridades jurídicas de ese país dicen no apreciar delito alguno que les lleve a colaborar con nuestra justicia, con lo que se podría dar la traste con todas las investigaciones de casos como el de Bárcenas o el de Gürtel con decenas y decenas de imputados. Ya empieza a percibirse como un leve rumor lo que un tiempo será noticia, para que nos vayamos vacunando: se van a ir de rositas. No va a pasar nada. Entre prescripciones, defectos de forma, recursos, desimputaciones y unas cuantas maniobras más, todo quedará en una pesadilla. Alguno se comerá un marrón, claro, pero los que hicieron ese mundo posible, los que idearon una patria como una SL que hay que ordeñar cada mañana, quedarán impunes y listos para seguir adoctrinándonos sobre economía y ética desde sus púlpitos de los periódicos y la TDT.

Es probable que todo este juego de artificio creado a raíz de los escandalosos casos de corrupción quede en nada. En cualquier caso, habrá servido para demostrar la impotencia de las herramientas del Estado de derecho para atajar la prostitución y degeneración del Sistema Democrático que se está llevando a cabo desde el poder.

Por eso ya no caben los debates sobre si los que roban son una minoría, la cuestión no es esa. No se puede perder toda la energía en achicar agua y calafatear la barca porque lo que está podrido es la madera. Es el Sistema, amigo. Poco se puede hacer con un botiquín de primeros auxilios contra un tumor que crece.

¿Alguien nos va a explicar los efectos positivos sobre el bienestar de la sociedad que acarrea la venta de viviendas de protección oficial a fondos buitre? ¿Alguien sentará en el banquillo a los responsables de semejante atrocidad? Ese es mi voto.

La solución no vendrá de una reforma del Sistema llevada a cabo por los que han convertido ese Sistema en el peor enemigo del ciudadano.

Cuando la rana cruzó el río con el escorpión a cuestas, salvándole la vida al evitar que lo arrastrara la corriente, este la picó nada más posarse en la arena. Ante la mirada de incomprensión del batracio, el venenoso animal le aclaró: está en mi naturaleza.

Así son. Lo volverán a hacer si les dejan. Su única sorpresa es que la masa es más estúpida de lo previsto y no hace más que entregar el hacha al verdugo.

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