Plaza Pública

Cada loco con su tema

Pepe Reig Cruañes

En una democracia resulta esencial la lucha de relatos, en la que cada actor social explica el mundo según su talante. Esa confrontación hace inteligible la otra, la verdadera, la que enfrenta intereses sociales contrapuestos, esa que siempre se llamó lucha de clases, aunque en realidad no era más que una sorda competencia por apropiarse porciones del producto social. Quienes siempre ganaban en esa competición consiguieron, hace tiempo, expulsar la idea misma de nuestra cotidiana conversación. Era perfecto, ganaban una lucha mientras negaban su existencia. En su lugar, el imperio de lo mediático y del márquetin se las arreglaron para imponer la “lucha de frases”. Ésta parece más inocua, pero tampoco es cierto que sea solamente una metáfora. En una lucha de frases que se precie, sigue habiendo contendientes y cada uno de ellos tiene su tema. Y en buena lid, así debe ser, por eso siempre hay quien se cabrea cuando le arrebatan el suyo. De modo que es normal que en política vaya cada loco con su tema.

Luego está la cosa de quién se hace oír y quién no. Es cierto que el PSOE no tiene quien le escriba (la prensa de papel es del PP, la mayoría de las televisiones también, y las otras son de Podemos). Pero la verdad verdadera es que a este partido le falla sobre todo el “tema”. Vamos, que aún no ha encontrado el suyo. O mejor dicho, tiene varios, pero no los usa. Los formula, los escribe y los anuncia, pero luego los olvida.

El PSOE debería ser el partido de la reforma Constitucional, el partido del federalismo. Frente al inmovilismo suicida del PP y frente a la inconsistencia rupturista de Podemos, frente al independentismo y el españolismo rancio, el PSOE debería ser el abanderado de una profunda y abierta reforma: federalismo, plurinacionalidad, blindaje del estado del bienestar y del espacio público, profundización de la democracia, etc. Pero no. Después de formular esta alternativa en su documento de Granada, no hace nada. No la lleva al Parlamento, a la calle, a las tertulias. Nada.

Podría ser también el partido de la regeneración democrática y del cambio de paradigma ético en la función pública. Tiene propuestas de calado en transparencia y control, en democratización de los partidos, en el código ético de los representantes. Podría censurar a Rajoy, a ver qué pasa y liderar la oposición. Pero tampoco hace bandera de esto, probablemente porque está cruzando los dedos para que alguien saque a Chaves y Griñán del banquillo de los ERE.

Podría ser el partido de la rectificación de las políticas frente a la crisis. Reconocer el error que supuso la reforma del artículo 135 de la Constitución, fue valiente y habría debido tener consecuencias. Descolocó a los rivales, que se molestaron más por la rectificación de lo que se habían incomodado con el error. Continuar en esa línea hasta hacer creíbles sus propuestas de una salida por la izquierda, habría sido lo consecuente. Pero, o bien era sólo un gesto o bien sucede que Pedro Sánchez no puede hacerlo mientras sienta el aliento del aparato en el cogote y la ira de los expresidentes.

Si, de vez en cuando, parece tener algún asunto entre manos, en seguida viene el Gobierno y mete al equipo de Sánchez en algún laberinto pactista del que siempre sale mal parado. Inexperiencia, sí; pero también falta de discurso propio. Cuanto no tienes tu tema, te conviertes en el tema de los demás.

El PP está a lo suyo: salimos de la crisis gracias a los sacrificios y a su política, de modo que ¡todo el mundo quieto! O sea, que tema tiene. Podemos también: todo esto hay que jubilarlo, pero no me preguntéis qué voy a hacer. Eso os lo diré cuando me deis los votos. Izquierda Unida tuvo un relato, pero se lo han quitado. ¿Y el PSOE? El PSOE no sabe, no contesta. Es un loco sin tema. No se centra en ninguno de los que tiene y, en esas condiciones, lo que la prensa cuenta de él es lo que interesa a la prensa, o lo que interesa a los demás contendientes, cualquier cosa que sirva a la estrategia de la nueva pinza. Para pruebas, véase el último Barómetro del CIS.

Ya se ve que no es sólo cuestión de relato, como a veces se apunta. Es cosa de tener algo que ofrecer, un tema de conversación… ¡qué sé yo! ¡algo! A día de hoy, lo que es verdaderamente de locos es no tener tema.

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Pepe Reig Cruañes es profesor en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Castilla La-Mancha

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