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Vale ya con la tontería del 78

La higiene mental y anímica de quienes con mayor o menor intensidad nos dedicamos al ejercicio de la observación y el comentario, requiere en ocasiones abandonar los límites de la ponderación y el equilibrio para dejar que sean el corazón y hasta el hígado los que guíen la pluma o el teclado. Si no lo haces de vez en cuando, digieres demasiada ira y puedes terminar por perder el músculo de la mala leche, tan necesario como el del olfato para ejercer el compromiso del periodismo.

Así que me va a disculpar el lector habituado a otros tonos, pero es que no puedo ni debo moderarme ante algo que ya me estomaga, me resulta insoportable, me ofende como ciudadano, como profesional y como persona. Hablo de la tontería esta de despreciar, y hacer de ello argumento político, lo que la casta anticasta llama régimen o sistema del 78.

El ciudadano Monedero, que tiene edad suficiente y se supone que formación para ser cuidadoso con el manejo de términos políticos, volvió ayer en su mitinesca comparecencia a insultar la memoria de los que aquí pelearon por la democracia y a pasarse por la entrepierna una de las épocas más complicadas de esa Historia contemporánea de España que parece desconocer. Un tiempo de generosidad y compromiso sobre todo de quienes venían del exilio, de la cárcel o de enterrar a los suyos asesinados.

¿Recuerdan en Podemos la matanza de Atocha? ¿Dónde estaban cuando nos manifestábamos en la calle y mataron, por ejemplo, a Arturo Ruiz? ¿En qué mitin, en qué manifestación, en qué comisaría y ante qué tortura se ganaron sus galones de pureza democrática? En Políticas o en Ciencias de la Información, entraban los grises a caballo y las bandas de extrema derecha la emprendían a porrazos cuando no a tiros con quienes allí pegaban carteles o alzaban la voz. Podría contar más, mucho más, de aquellos años en los que, por ejemplo, contestar en público a un ministro que no se le tiene miedo te costaba, como poco, multa y noche caliente en comisaría.

Sí, son batallitas de abuelo, por supuesto. Ahora son otros tiempos y lo que entonces se consiguió construir contra aquello y sobre aquello terminó enfangado en la corrupción y el desprecio al ciudadano, y así estamos. Claro que se hizo mal, claro que algo falló desde el origen. Tan cierto es, como que Podemos ha conseguido volver a ilusionar a una ciudadanía tan cansada y necesitada de cambio como entonces estábamos aquí. Pero que no pierdan la perspectiva, que no es lo mismo levantarse y destacar en medio de la mediocridad y el hartazgo, del cansancio de una crisis de justicia, que levantarse y pelear contra una dictadura que, aun descompuesta, conservaba los resortes del miedo y la represión.

Tiene razón Monedero en señalar la sospecha de acción intolerable del Gobierno, tiene argumentos Podemos para erigirse en esperanza de millones de ciudadanos maltratados, pero siguen perdiendo entidad, democrática y como partido, cuando con inaceptable osadía insultan la memoria de aquel tiempo. De aquella España que apenas tres años después de la muerte del dictador celebró ilusionada la llegada de una democracia que creímos indispensable y perfecta.

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Pero si el tiempo nos quitó la razón, la Historia no puede negar los méritos.

Por eso vale ya de despreciar aquel esfuerzo, vale ya de ningunear a quienes tuvieron el valor de renunciar y la generosidad de trabajar para el futuro, vale ya de la tontería del “sistema del 78”.

Porque hacerlo se me antoja tan insultante, injusto y despreciable como comparar a quienes pagaron por construir y defender la democracia con quienes todo lo que han hecho es cobrar, no precisamente de democracias, para construir su propio patrimonio.

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