Plaza Pública

Política, para no esperar 80 años

Lorena Calderón Guerrero

Hace unas semanas, la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Elvira Rodríguez, presentaba a los medios de comunicación el nuevo Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas. Lo novedoso de aquel acto, como así reflejan los titulares de prensa, es que la presidenta instaba a las compañías a que "en el año 2020 el número de consejeras represente, al menos, un 30% del total de miembros del consejo". Tras aquella lectura, en seguida me acordé de las desafortunadas palabras de la pluriempleada María Dolores de Cospedal y, cómo no, del bochornoso recurso de inconstitucionalidad número 5653/2007, promovido por el Grupo Parlamentario Popular, contra la disposición adicional segunda de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.

Como todos recordarán, hace un par de años, –y con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer–, a la número dos del PP, Cospedal, no se le ocurrió otra cosa que considerar "machista" el sistema de cuotas, ignorando en su crítica el artículo 4 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Sospecho, por su posición, que o bien desconocía la motivación de la STC 12/2008 (que desestima la cuestión de inconstitucionalidad presentada por el PP), o bien no ha leído los infinitos informes sobre desigualdad de género, o simplemente su concepto de política excluye cualquier actuación concreta para derribar dichas desigualdades. Sea cual sea el motivo de su ridícula excusa, resulta preocupante escuchar en boca de una mujer preparada (abogada de profesión) dichas afirmaciones, sobre todo porque, además de no ser ciertas, le afecta como mujer.

En un intento por matizar la postura del Partido Popular sobre el sistema de cuotas, Cospedal reconocía: "Puede que no seamos un partido que defiende la política de cuotas, pero somos el partido que tiene más mujeres en puestos importantes". Desconozco la importancia que tienen las mujeres del PP en la toma de decisiones del actual Gobierno –aunque una ligera idea me hago tras su posicionamiento con la ya abortada Ley de Gallardón–, pero lo cierto es que los datos que ofrece el Informe del Consejo Económico y social no dicen lo mismo. Es cierto que el PP es el partido con mayor porcentaje de mujeres en afiliación política, pero dichos datos no guardan relación con la participación de las mujeres en cargos ejecutivos, siendo el PSOE el partido con mayor presencia en sus direcciones.

El 8 de marzo es una buena fecha para recordar los retos que quedan por cumplir y que se cimientan en las barreras aún persistentes, que hacen que las actuales generaciones "vivan con las cargas de la desigualdad del pasado", como bien reconoce Michelle Bachelet. El Día Internacional de la Mujer alcanzará su máximo reconocimiento cuando sea el día en que la memoria nos recuerde que la desigualdad de género sólo tiene cabida en los libros de texto de Historia, libros que seguro tendrán subrayado nombres de mujeres que se resistieron a ser meras espectadoras, y que como Mary Wollstonecraft hizo en el año 1792, alzaron la voz para rechazar ser "ciudadanas pasivas" (en referencia a Kant y su concepto de mujer en Principios metafísicos del Derecho).

En el evento internacional Mujeres y poder, que se celebró en Santiago de Chile, quedó claro una cosa, hace falta acción si queremos poner fin a la discriminación por razones de género. Eso quiere decir que hace falta compromiso político para que las mujeres no ganen un 30% menos que un hombre por el mismo trabajo, eso quiere decir que se requiere voluntad gubernamental para que una de cada tres mujeres no sigan sufriendo violencia física o sexual, eso quieres decir, en suma, que hace falta política para que no esperar más de 80 años para lograr la paridad, según el actual ritmo.

Está claro que se requiere política, pero también colaboración, no se me escapa que la presencia de las mujeres como protagonistas de noticias ha aumentado al 24% pero –como destaca ONU Mujeres–, el 46% de las historias refuerza los estereotipos de género, mientras que sólo el 6% cuestiona dichos estereotipos. En relación a ello, no puedo olvidarme de aquel Pacto por la Igualdad que el PP de Andalucía se negó a participar (en el 2013) alegando ser un pacto contra Rajoy, y en el que Susana Díaz, sobre el papel de los medios, siendo consejera de Presidencia e Igualdad, manifestaba: "Necesitamos que aquellos que ayudan a crear una opinión pública ayuden también a equilibrar la imagen entre hombres y mujeres, a trasladar una imagen igualitaria, una imagen plural, una imagen no estereotipada entre mujeres y hombres".

La imagen de igualdad que reivindicaba por aquel entonces Susana Díaz llegó en Andalucía cuando se convirtió presidenta de la Junta  –la primera de la historia–, obligando a los medios de comunicación a dejar en desuso aquello de barón. Si Susana Díaz consiguió derribar ese techo de cristal en el ámbito político fue gracias a un sistema de partido que le permitió recoger más de 22.000 avales. Un sistema de partido que hizo que las mujeres no fueran solo destinatarias de las políticas de igualdad, sino también propulsoras.

Hace veinte años, en Beijing, la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer advertía que "las modalidades tradicionales de muchos partidos políticos y estructuras gubernamentales siguen siendo un obstáculo para la participación de la mujer en la vida pública". Un obstáculo que supone que las mujeres solo representen un 22% en los parlamentos, y que –según el mapa de Mujeres en la Política del año 2014 de la ONU–, las jefas de Gobierno haya disminuido de 19 a 18.

La democratización del funcionamiento de los partidos políticos no supone sólo un revulsivo para la regeneración democrática, sino que representa la igualdad de oportunidades. No podemos esperar 80 años para lograr una paridad real, eso significaría renunciar a que mi generación logre esa conquista y, sobre todo, eso significaría el fracaso de la política como instrumento de cambio social.

Proteger la democracia en las estructuras políticas significa no renunciar al sueño de escuchar en nuestro país palabras como estas: "¿Quién lo hubiera pensado hace 20, 10 o 5 años atrás que Chile elegiría como presidenta a una mujer? Parecía difícil pero fue posible. Es posible. Porque los ciudadanos lo quisieron. Porque la democracia lo permitió" (Michelle Bachelet, primer discurso como presidenta electa en Chile).

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Lorena Calderón Guerrero es periodista.

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