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Diario de campaña

El voto más útil

Este Diario de campaña sólo podía concluir en las urnas y, después de darle muchas vueltas y de descartar varios enfoques, he decidido pedir expresamente el voto. Por si a alguien puede interesar, y muy especialmente a ese 30% de indecisos que las encuestas han pronosticado hasta el final, quiero defender lo que considero el voto más útil.

He escuchado a Mariano Rajoy, a los principales candidatos del PP y a distintos representantes del poder empresarial y financiero afirmar que este domingo nos jugamos “la recuperación económica”, “la estabilidad” y “la seguridad”. He leído editoriales y titulares de periódicos que han martilleado en el mismo clavo hasta el último minuto: lo que hay o el caos.

Pero uno procura contrastar datos, y leer y escuchar también otras cosas, además de mirar a los ojos a la gente. Y si uno se esfuerza en el ejercicio, sorteando el ruido del discurso único, llega a la conclusión de que ese enunciado alarmista, machaconamente repetido, es una exageración manipuladora. Nos jugamos muchísimo este 24-M, pero en un sentido distinto al que pretende imponer ese establishment que “siempre encuentra formas de protegerse de los votantes” y al que ya citamos en la primera entrega de este Diario de campaña.

Resetear España

Lo que nos jugamos es la solvencia democrática, sin la que será imposible una recuperación económica estable, basada en el progreso, la igualdad y la justicia social. Para apostar por un nuevo modelo productivo que no dependa del ladrillo o de la especulación hay que empezar por sacar de la maquinaria institucional a quienes alentaron, aprovecharon u ocultaron la gigantesca corrupción ligada a ese modelo. Quienes llevan años resistiéndose a asumir responsabilidades o mintiendo para esquivarlas o para proteger sus intereses particulares o de tribu no pueden pilotar esa regeneración democrática imprescindible para que no sigamos (nosotros o nuestros hijos) reptando por el cenagal.

En un reciente ensayo titulado España / Reset: Herramientas para un cambio de sistema, los catedráticos de Ciencia Política Fernando Vallespín y Joan Subirats apuntan de forma lúcida y detallada algunos de los mimbres que han de sujetar esa “refundación democrática”. Pasan por las nuevas formas de participación democrática, por la transparencia real, por la despolitización de las instituciones, por el uso de los instrumentos que la revolución tecnológica aporta en la relación de las administraciones con los ciudadanos, por las garantías de independencia del poder judicial, por una profunda reforma consensuada del modelo educativo, desde las guarderías hasta la universidad, por una apuesta de país por el conocimiento y la innovación… Claro que no es sencillo resetear el sistema, pero es mucho más arriesgado empeñarse en la falsa o forzada ilusión de que “funciona”. Las instituciones, como dicen Vallespín y Subirats, “no son las casas donde viven (y desde donde dirigen nuestras vidas) los profesionales de la política y sus partidos burocratizados que se alternan en el poder”. Uno de los mayores lastres desde la Transición ha sido la “ocupación” que la burocracia partidista ha trasladado a las estructuras del Estado.

Por la decencia

Se trata este domingo de unas elecciones autonómicas y municipales. Rajoy, el PP, el establishment, editorialistas y tertulianos esforzados en sembrar el miedo al cambio saben perfectamente que, para bien y para mal, la coyuntura económica mejor o peor depende fundamentalmente de la política monetaria del BCE, de los precios del petróleo, de las medidas que se deciden en Bruselas, de la coyuntura internacional o de una globalización financiera que sí ha aprovechado los recursos de la revolución tecnológica, con mucha más soltura que los Estados y las administraciones.

Temen la elección de representantes autonómicos y municipales no porque peligre la supuesta recuperación económica, sino porque los resultados de las urnas puedan constituir la primera fase de una oxigenación democrática necesaria en términos éticos y pragmáticos. Quienes no han querido ni han sabido escuchar esa necesidad, por incapacidad o por intereses puramente crematísticos, no cumplen los requisitos para seguir en la política. Ni estatal, ni autonómica ni municipal.

El voto más útil, el voto imprescindible, es el de la decencia. Sin una regeneración moral de la política, la 'Marca España' seguirá cayendo en cualquier baremo internacional de confianza.

Nuestros representantes en ayuntamientos y Parlamentos autonómicos no vienen de Marte. Salen de entre nosotros. No sirve hablar de la “clase política” como si fuera algo ajeno o inevitable. Todos podemos equivocarnos. Todas y todos podemos ser engañados en una u otra medida. Pero somos responsables de la frivolidad de votar sin tener en cuenta la absoluta necesidad de gente honesta y capaz en las instituciones democráticas. Ni es una virtud garantizable de por vida ni depende tampoco de la fecha de nacimiento o de la clase social. La ética se demuestra con lo que uno hace y con lo que no hace. Imposible saber si unas siglas precisas o unos apellidos concretos pueden identificarse al cien por cien con la decencia. Pero no todos son iguales, ni muchísimo menos (disculpen la obviedad).

Para la libertad

Lo único seguro es que no saldrá nada decente (ni eficaz) de quienes ya han demostrado no serlo. Ponga cada cual el nombre o las siglas.

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P.D. En la prensa anglosajona existe la tradición de que una cabecera pida editorialmente el voto para una opción concreta ante unas elecciones. En infoLibre, para empezar, no tenemos editoriales. Porque pensamos que la opinión es individual, y que cada cual debe firmar y responsabilizarse con absoluta libertad de la suya. Compartimos unos principios netamente progresistas, y aspiramos a distinguir siempre la información de la opinión y a acoger (como ya ocurre) una pluralidad de opciones políticas concretas en este espacio independiente basado en el respeto a las personas y a los argumentos. Sólo nos plantearíamos un editorial orgánico o colectivo ante un acontecimiento absolutamente excepcional, y en ese caso tenemos claro que su contenido debería ser votado y compartido por el equipo de Redacción y también por la Sociedad de Amigos que acoge a más de un centenar de ciudadanas y ciudadanos que participan en la propiedad de infoLibre y a quienes sigan sumándose a ella. Ante unos comicios autonómicos y municipales, es obvio además que los lectores, socias y socios suscriptores de infoLibre, saben mucho mejor que nosotros cómo identificar, por ejemplo, la decencia en su ayuntamiento o comunidad. En cualquier caso, una de las causas de la crisis de la prensa en España es precisamente la confusión entre información y opinión y el hecho de que no haga falta que una cabecera pida el voto para una opción concreta porque todo el mundo da por descontado a quién o a quiénes apoya, aunque el condicionamiento no sea tanto político como económico. (No hay apenas recuerdo reciente, por cierto, de peticiones expresas para un voto progresista desde las cabeceras más influyentes). La decencia incluye rechazar los sectarismos.

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