Buzón de Voz

Patriotas del euro y puertas giratorias

Lástima que la actual explosión de patriotismo europeísta no se produjera en 2010, cuando tanta falta hacía lanzar urgentemente a Grecia un flotador que no fuera de plomo. Ahora das una patada en los periódicos o telediarios y salen 14 políticos y analistas dispuestos a matar por la familia del euro. A costa, eso sí, de prescindir de ese hermano ateniense golfo y respondón. Venimos insistiendo en que el problema medular de la crisis griega (y europea) es de carácter político, y lo demuestra el fallo multiorgánico provocado por el fracaso de las recetas tecnocráticas aplicadas. Para no cansar con la argumentación ya desarrollada sobre lo que pudo haber sido y no fue, nos interesa hoy poner los focos sobre un aspecto tan oscuro como fundamental en el pasado, presente y futuro de la zona euro. Se trata de esas enormes puertas giratorias por las que circulan políticos, técnicos y altos funcionarios con una facilidad tan fructífera para ellos como letal para el resto de la ciudadanía.

Entre las historias que han pasado casi inadvertidas en mitad del ruido del referéndum griego hay una cercana y escandalosamente gráfica. Contaba el pasado domingo Rafael Méndez en El País que una tropa de abogados del Estado (español) en excedencia asesora a fondos extranjeros que pleitean contra el Estado (español), al que reclaman miles de millones de euros por los recortes aplicados desde 2010 en las primas a las energías renovables. Por algo un 40% de los 650 abogados del Estado en ejercicio se encuentra en situación de excedencia.

Sin el menor problema de incertidumbre, esta élite de la administración pública a la que se accede por oposición con un nivel 28 del funcionariado puede permitirse cobrar una talegada por asesorar al “enemigo” del Estado una temporada y regresar después a cobijarse de nuevo bajo el manto público protector. Recuérdese que el recorte de las primas se hizo para favorecer una rebaja de la factura eléctrica a los consumidores, y que nadie lo olvide: si finalmente hay que soltar miles de millones a fondos de inversión perjudicados por esos recortes, no serán las compañías eléctricas las paganas, sino los ciudadanos-consumidores.

Abogados del Estado y de sus adversarios

Un abogado del Estado puede trabajar en la cúpula de un banco, pasar tres años en la sede de la presidencia del Gobierno y regresar a la cúpula del mismo banco con unas breves vacaciones de por medio. En ese punto está, por ejemplo, Jaime Pérez Renovales, que ha sido subsecretario de Presidencia en Moncloa con Rajoy y acaba de regresar al Santander como responsable jurídico sin que nadie pregunte (más allá de su innegable prestigio profesional) si en tres años ha participado en alguna decisión que estuviera relacionada con el sector financiero.

Otro abogado del Estado, Juan Manuel Herrero de Egaña y Espinosa de los Monteros, dejó hace tres semanas la dirección del servicio jurídico de la Agencia Tributaria para fichar por Deloitte Abogados, donde es ya socio-responsable de un área muy concreta: la que lleva precisamente  asuntos de derecho fiscal y tributario. ¿Quién mejor para discutir con el Estado que aquel que supuestamente mejor conoce sus debilidades y fortalezas?

Sería injusto cargar en exclusiva sobre los hombros del cuerpo de abogados del Estado la acusación de antipatriotas o mercaderes. Aparte de escudarse en la legalidad vigente o argumentar que la oposición para entrar en ese cuerpo es tan dura como la de notario o registrador de la propiedad aunque el desempeño esté mucho peor pagado, los aludidos podrán decir que a los primeros que hay que cerrar las puertas giratorias es a los políticos. Se cuentan por decenas los excargos públicos que se sientan en consejos de administración de empresas del Ibex-35. Y dado el laxo régimen de incompatibilidades aún vigente en el Congreso, ahí sigue por ejemplo Vicente Martínez Pujalte, tan pancho después de documentarse que ha compaginado la labor de diputado con la de asesor de empresas en busca de subvenciones (precisamente para construir parques eólicos).

¿Y qué tiene que ver todo esto con la crisis griega? Mucho. El dominio de la tecnocracia sobre la política no ha surgido por esporas ni es un fenómeno de origen meteorológico, sino que está directamente relacionado con el funcionamiento de las puertas giratorias. En 2009, cuando se conoció que las cuentas griegas habían sido maquilladas durante años, también se supo que esa manipulación fue posible por el asesoramiento técnico de Goldman Sachs, el gran banco de inversiones estadounidense. Y que durante los años del engaño se sucedieron los fichajes de altos ejecutivos del Banco Central Europeo (BCE) y del Bundesbank por parte de Goldman, del mismo modo que, una vez descubierto el fraude, exdirectivos de Goldman fueron colocados al frente del BCE y en puestos clave del FMI y de otras instituciones financieras precisamente. Entre ellos el propio Mario Draghi, presidente del BCE. En su ensayo La impotencia democrática, el politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca citaba algunos estudios del profesor norteamericano Christopher Adolph para ilustrar el permanente trasvase de funcionarios de las instituciones europeas que acaban trabajando en grandes bancos internacionales y viceversa.

Europeísmo y otros intereses

¿Está en las mejores manos el patriotismo del euro cuando el presidente de la Comisión Europea es Jean Claude Juncker, el primer ministro luxemburgués que autorizaba las argucias de ese gran ducado para funcionar como paraíso fiscal dentro de la UE? Los mismos que describen Grecia como un Estado fallido por su disparatado nivel de economía sumergida han elegido como máximo responsable europeo a uno de los magos de la elusión fiscal.

Este mismo martes, el expresidente español Felipe González publicaba en El País un artículo titulado 'Grecia: y ahora, ¿qué?', en el que vaticina que “lo peor está por venir” y critica salomónicamente a Tsipras y a los políticos europeos, recordando una cena del Consejo Europeo en marzo de 2010 a la que asistió como invitado: “Esto me brindó la ocasión –escribe González- de oponerme a las políticas de austeridad extrema que han conducido a un fracaso que no quiere reconocerse”.

Las puertas giratorias funcionan sin descanso a unos meses de las elecciones

Las puertas giratorias funcionan sin descanso a unos meses de las elecciones

Es obvio que tiene razón González en que “no quiere reconocerse” ese fracaso. Y también sabe por qué. No se trata sólo de un orgullo germánico que impida asumir responsabilidades por errores cometidos. Hace ya demasiado tiempo que las instituciones europeas “compraron” la doctrina neoliberal como único ideario de política económica. Se han impuesto los balances de grandes bancos y empresas internacionales por delante de los intereses de los ciudadanos. Y hace demasiado tiempo que se contaminó la función pública en esas instituciones con la puerta giratoria que comunica directamente con bancos y multinacionales. Felipe González, que fue consejero de Gas Natural desde diciembre de 2010 hasta el pasado mayo en que abandonó ese puesto “por aburrimiento”, lo sabe muy bien.

La historia del euro, su éxito o su fracaso, está por escribir. Pero su final no depende sólo del susto que el referéndum griego provoca en los (llamados) mercados, sino en la disposición o no de los actores políticos para rescatar la idea de una unión económica y política basada en el progreso social, no en las cuentas de resultados de grandes compañías por cuyos consejos van y vienen ejecutivos formados además en una sola doctrina: la que alienta el capitalismo más especulativo y salvaje.

P.D. Algún día habrá que recopilar datos también sobre las puertas giratorias utilizadas por periodistas y ejecutivos de empresas de información con gobiernos, partidos y entidades empresariales y financieras. Se explicarán así no pocos editoriales y portadas que sorprenden (cada vez menos) a sus lectores aplicando a la realidad el porcentaje correspondiente de intereses espurios.

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