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Muros sin Fronteras

Volkswagen es solo un síntoma

No pretendo inquietarles, pero el asunto de los motores diésel manipulados por Volkswagen (VW) no es una excepción, sino la norma en un sistema capitalista cada vez más voraz, global y menos vigilado por los Estados y, por lo tanto, más impune. Los encargados de velar por nuestra seguridad e intereses, a los que entregamos nuestros impuestos, tienen menos medios y menos presupuesto que los dispuestos a cualquier cosa con tal de ganar más dinero.

La fiebre del oro afecta a los automóviles, a los bancos que manipularon el Libor y a los pollos medicados que comemos, por elegir solo tres irregularidades ya conocidas. Muchas están aún por descubrir. Necesitamos coraje.

El caso Volkswagen nos enseña que un sistema basado en la libertad de información, investigación y expresión, un pequeño grupo ecologista, el International Council for Clean Transportation de EEUU, dirigido por Peter Mock, puede poner en jaque al gran grupo automovilista de Alemania y en grave riesgo el prestigio del hasta ahora siempre fiable Made in Germany. Angela Merkel tiene un buen trabajo por delante.

¿Hubiera sucedido lo mismo si el infractor se llamase Ford, Microsoft, Boeing o cualquier empresa estadounidense de peso? ¿Hubiera sucedido lo mismo si el grupo ecologista tuviera matrícula alemana? ¿O española y el denunciado por fraude fuese una eléctrica con ex políticos de los dos partidos que han gobernado en su consejo de administración?

¿Crea riqueza este tipo de capitalismo de barra libre? Les recomiendo esta charla de Nick Hanauer en TED. Habla de ricos, subida de impuestos y creación de puestos de trabajo y de riqueza. Solo con plantear lo básico, las políticas socialdemócratas de los años ochenta, uno puede ser tenido por un peligroso extremista. Se movió todo el espectro, o se lo compraron.

Ya sé que EEUU no es ejemplar, el Gobierno sobre todo, que el espionaje masivo de la NSA denunciado por Edward Snowden ha tenido como objetivo colateral hacerse con información sensible de competidores europeos de las empresas de EEUU. Ya sé que la crisis de 2008 empezó con Lehman Brothers y en el casino libre de impuestos, o casi, en el que se ha convertido la globalización.

Pese a todo aún es posible que un pequeño grupo de ecologistas locos ponga patas arriba una institución como VW. Ellos solo pretendían demostrar una mayor permisibilidad de las leyes europeas frente a las estadounidenses en el control de los gases contaminantes. No podían imaginar que detrás de los resultados de su estudio (realizado junto a la Universidad de Virginia Occidental) iban a colocar a Volkswagen en peligro de bancarrota y afectar a la economía alemana, es decir a la europea, léase la española.

En esta economía especulativa y sin escrúpulos, todo es apuesta. Los apostantes creen que existe un 25% de posibilidades de que VW quiebre. ¿To big to Fall? ¿Cómo Enron en EEUU? Veremos, esto no ha hecho más que empezar. Empiezan a llover las demandas y en EEUU se ha pronunciado por primera vez una palabra obvia: cárcel para los responsables del fraude.

Esto no se soluciona con un presidente, Martin Winterkorn, prejubilado con una miríada de millones de indemnización. ¿Cómo es posible que quien estafó a los accionistas, a las autoridades y los consumidores pueda irse de rositas y con la vida resuelta? Bueno, no levantemos demasiado la voz, que aquí tenemos a Bankia y a Rodrigo Rato.

El ministro Soria, el del impuesto al sol, se multiplica estos días pre electorales en asegurar que no habrá recortes en las inversiones de VW en España. Que se lo han garantizado personalmente. ¿Dimitirá cuando se recorten las inversiones? ¿Se irá al exilio a Siberia? ¿Podremos denunciarle ante los tribunales por manipular las emisiones de mentiras tóxicas?

Este caso, además de demostrar la importancia de la sociedad civil de un tejido capaz de defender los intereses de todos por encima de las grandes empresas, pone de manifiesto la necesidad de controles estatales y supranacionales, como lo puede ser la Unión Europea. Renunciar a ellos es renunciar a la esencia de la democracia.

Volkswagen recortará en 1.000 millones de euros anuales sus inversiones

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Tampoco pueden renunciar los medios de comunicación, a menudo infiltrados por bancos y grupos de presión que se han hecho con el control de su propiedad.

Los Estados no pueden hacer dejación de su responsabilidad para con la ciudadanía ni acoquinarse ante las grandes empresas y conglomerados, o eso que llamamos inversores, o mercados, como si en esa suplantación semántica de la realidad pudiera acarrear una cierta decencia. Se trata a menudo de grupos de ludópatas sin escrúpulos capaces de poner contra la pared al euro, a Grecia o a España, para lograr unos beneficios que después no pagan impuestos, navegan entre paraísos fiscales.

No es lo que denunciaba Margin Call, Inside Job y tantas otras películas, documentales y libros, es mucho peor. Todo es objeto de especulación y apuesta. También nuestra salud: pollos, transgénicos, pesticidas... Incluso la decencia. Siempre quedará un quijote loco en el que confiar, un Peter Mock o Edward Snowden. ¿Cuándo empezamos en España?

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